domingo, 7 de agosto de 2022

Las farolas 'supositorio' de la Puerta del Sol contra las que se rebelaron los madrileños

Ahora que la Puerta del Sol vive inmersa en la (pen)última de sus remodelaciones , viene al hilo lo que ocurrió en ese mismo lugar hace unos 40 años. Entonces, las autoridades municipales quisieron engalanar la plaza y darle un aire más vanguardista, mediante la colocación de unas farolas muy singulares. No esperaban la reacción popular de la ciudadanía, que rechazó de plano la modernez lumínica . Y así fue como nació la leyenda de las farolas 'supositorio'. MÁS INFORMACIÓN estandar No El viaje de cientos de tortugas que 'okuparon' el Jardín Tropical de la Estación de Atocha Sara Medialdea estandar No La epidemia que asoló Madrid en 1909 e infectó hasta a su alcalde Sara Medialdea Porque fue así como la definió el pueblo madrileño, de natural ingenioso. Las luminarias eran contemporáneas en su diseño, alargadas y minimalistas, muy alejadas de las más clásicas isabelinas o fernandinas que estamos acostumbrados a ver en el barrio de los Austrias. La historia comienza cuando el alcalde madrileño Juan Barranco decide remodelar la Puerta del Sol. La obra iba bien y bastante avanzada, cuando comenzaron a instalarse las nuevas farolas. Acababa de empezar el año 1987, y la batalla contra los 'supositorios' estaba ya desatada. Hubo campañas de prensa, protestas, muchas encuestas populares y un clima general contrario a las farolas. «Posmodernas» No gustaban por su estética, y además, se entendía que estaban fuera de lugar en Sol, donde no pegaban ni con cola, según dicho muy cañí, con el entorno arquitectónico de la plaza. La prensa dijo de todo sobre ellas: que estaban «fuera de escala», que eran «medio chimeneas», se las tildó de «posmodernas» y se criticó que desentonaban «con el ambiente decimonónico de Sol». Para algunos cronistas, eran como «pitillos encendidos» ; para otros, «cirios dejados allí desde alguna procesión». El arquitecto Fernando Chueca Goitia las tachaba de «un puro error; lo siento por los diseñadores, pero su afán de renovación les ha perdido». Antonio Fernández Alba declaraba en al prensa que cuando en un espacio urbano los elementos «no responden a una necesidad social sentida, se suelen transformar en símbolos agresivos». Para Miguel Fisac, las farolas vanguardistas, que «han costado cada una 360.000 pesetas, no son ni carne ni pescado». «Es un puro error; el afán de renovación de los diseñadores los ha perdido» Fernando Chueca Goitia Arquitecto Hubo también urbanistas que se manifestaron a favor del cambio; e incluso en febrero de 1987 un grupo de ellos se encadenó a ellas en señal de apoyo. Y naturalmente, como sobre gustos no hay nada escrito y no hay nada más subjetivo que el concepto de belleza, hubo un crítico en los días de la polémica que defendía las luminarias y protestaba, porque «lo que sobra es el anuncio luminoso de un vino de Jeréz », el archifamoso anuncio de Tío Pepe que fue indultado por las autoridades cuando reguló la publicidad en el casco histórico y trasladado a otro edificio de la misma plaza recientemente. Encuesta Aunque la diferencia de opiniones entre los expertos era notoria, sí que había coincidencia también en que a la plaza recién reformada le faltaba algo de verdor, que resultaba demasiado 'dura'. Una reflexión que a día de hoy, muchos años y reformas después, se sigue repitiendo. Detalle de una de las nuevas farolas Jaime pato El Ayuntamiento encargó una encuesta para conocer el sentir de los madrileños, más allá de la opinión publicada, y esta consulta arrojó unos resultados inequívocos: un 70 por ciento de los madrileños estaban a favor de cambiarlas. Hay que reconocer que el alcalde Barranco estuvo listo y rápido : en pocas semanas, ante el tamaño que estaba adquiriendo la bola de nieve, que seguía engordando día a día, Barranco anunció que las retiraría. Y dicho y hecho: en marzo ya se habían retirado los espantajos -como los veía parte de la ciudadanía- y se habían sustituido por farolas fernandinas, como las de la plaza de la Armería. Y allí paz, y después … más remodelaciones. Pero eso ya es otra historia.

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