lunes, 8 de agosto de 2022

Carlos Arévalo, paladas de disciplina y oro

Se cuadró ante el himno español, dos veces escuchado por él en el Mundial de Halifax (Canadá). La primera, como le gustan a él las cosas, en equipo: oro en K4 500 con Saúl Craviotto, Rodrigo Germade y Marcus Cooper. La segunda, como se ha ganado él las cosas, individual: oro en K1 200. Nunca ningún piragüista español, y eso que hay donde elegir entre tanto éxito, se había proclamado dos veces campeón del mundo. Solo él, Carlos Arévalo (Betanzos, 28 años). «Ha salido todo perfecto. No se puede pedir más», resumía el gallego, cabeza alta, ojos cerrados, dos oros en el cuello. Se lleva España ocho metales de esta cita histórica: oros del K4 y K1 200 con Arévalo; del C4 500 de Joan Moreno, Pablo Grana, Manuel Fontán y Adrián Sieiro, y del C2 500 de Cayetano García y Pablo Martínez; las platas del K2 200 de Teresa Portela y Sara Ouzande, del C1 200 de María Corbera, y los bronces del K1 5.000 de Francisco Cubelos y del C1 5.000 de María Corbera. Y se lleva Arévalo la recompensa del oro a casa, a su club, Ría de Betanzos, donde cada día más niños quieren dar paladas, y a su segunda casa: el Ejército, el Regimiento de Infantería Príncipe número 3 de Cabo Noval, Asturias. « Es mi profesión y mi otra familia . Desde el primer día tuve mensajes de apoyo y ánimos. Mando un saludo enorme a mi regimiento, a mi brigada, a las Fuerzas Armadas en general. Y también un abrazo enorme a la UME que están haciendo una labor tremenda con los incendios por toda España. Todo mi cariño», agradecía desde Canadá. Noticia Relacionada Piragüismo estandar No Otro día de fiesta para España en el Mundial: dos oros, una plata y dos bronces Laura Marta Carlos Arévalo y el equipo de c4 500 fueron campeones y María Corbera se quedó a 67 milésimas del primer puesto. Dos bronces más cerraron la jornada Lo agradece el niño que dejó los guantes de portero con ocho años y se enroló en el Ría de Betanzos, donde ya estaba su hermano Hugo y donde descubrió a Sara Martí, Javier Benito y Neftalí Paraje, primeros entrenadores que pulieron sus paladas y su cabeza. Primeros trofeos y, a los 16 años, la llamada de la Federación. Esto iba en serio. Aunque sufrió por estar lejos de casa y por una adaptación a otras distancias complicada. Pero a todo se hizo Arévalo, talento, capacidad y tortilla de Betanzos como gasolina. Con 19 años vislumbra ya una cita olímpica, Río 2016, pero la dupla con Carlos Toro no encuentra el éxito necesario y el gallego sigue los Juegos desde el sofá de casa porque es Saúl Craviotto quien se sube a la embarcación. Una decepción tremenda por la que estuvo a punto de poner pies en la tierra y olvidarse de la piragua. Instrucción, Covid y plata Con 21 años y sin resultados que ofrezcan becas, es la familia, Encarna y Pedro, presidente del club de piragüismo, quienes lo levantan: oro mundial en K1 200 sub-23 en 2016. Y es el Ejército de Tierra quien lo impulsa. La disciplina ya la llevaba puesta, pero la 'familia' militar le ofrece un trabajo, un futuro y la posibilidad real de compaginar la instrucción con la piragua. Seis meses sin tocar una piragua, más pendiente de las instrucciones militares, las maniobras y los ejercicios de campo que de cualquier otra cosa. A veces, aún le daba el cuerpo para coger el coche y ir desde Cáceres hasta Mérida para navegar un rato. Se licencia en 2017 y en 2018, ya destinado en Asturias, empieza el camino hacia el éxito deportivo. Sus paladas y resultados vuelven a llamar la atención del seleccionador. Pero es caro y sacrificado el piragüismo español. Hay competencia. A Carlos Toro se le acaba la motivación en 2019 y la enciende Arévalo, sentado en la embarcación nacional en el Mundial de Hungría que le dio el pasaporte para el asiento en el carísimo K4 500 de los Juegos de Tokio 2020 . Y, con doble premio, asiento también en el K1 200. Arévalo en equipo, y en solitario. Hubo que esperar, no obstante, para viajar a Japón. En ese 2020, los Juegos se aplazaron y la 'familia' lo llamó. Había una misión infinitamente más importante que cualquier competición. Una sin casi reconocimiento ni aplausos, pero vital para todos: desinfectar residencias y otros edificios en lo peor de la pandemia por el coronavirus. Con más ilusión que nunca por la espera, por aquellos Juegos de Río vistos desde Betanzos, el estreno olímpico en Tokio fue el mayor de los reconocimientos a su constancia. Todos los esfuerzos se habían destinado para la embarcación en grupo. Y el baño de plata, solo por detrás de Alemania , supo mejor que las tortillas de casa. Ni siquiera la quinta plaza en el K1 empañó el brillo del podio compartido. Todo había ayudado a besar esa medalla. Incluso la decepción de ver Río 2016 desde casa. Sobre todo, el apoyo de los compañeros del Regimiento de Infantería Príncipe 3, que lo recibieron con todos los honores, pasillo entre aplausos, plata al cuello. Cumplió después la promesa de recorrer el Camino de Santiago con su novia. Y solo un año más tarde, ni la ambición ni la motivación ni la forma física han decaído. En este Mundial de Halifax, el cuento tiene otro capítulo emocionante para este soldadito de oro en un deporte que cuenta las paladas por éxitos. Están Herminio Menéndez (tres medallas olímpicas y ocho mundiales), David Cal (cinco y cinco), Teresa Portela (una y 16) y Saúl Craviotto (cinco y once), pero es Carlos Arévalo el primer piragüista español en ser dos veces campeón en un mismo Mundial. Y sin apenas preparación: «Llevamos todo el año entrenando la embarcación por equipos para el Mundial. La palada que tengo en K4 se adapta muy bien al K1, porque es de mucho enganche y mucha fuerza. No era adaptación, era hacer lo mismo. Ganar el oro; en equipo y en individual.

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