
Parecen confirmarse los temores de Moncloa, reacia a que el clásico del próximo 26 de octubre se celebre ante las algaradas que se están viviendo en al Ciudad Condal desde que el Tribunal Supremo diese a conocer la sentencia al «procés». Fuentes de los mossos d’esquadra manejaban informaciones internas sobre la preparación de una serie de acciones violentas por parte de la facción radical del secesionismo, tanto dentro del Camp Nou como en los aledaños del estadio azulgrana. Con el «tsunami democràtic» eliminando cualquier aviso previo en sus comunicados, los CDR estaban movilizándose para servirse del clásico con el objetivo de promocionar sus ideas de forma internacional. No hay mayor altavoz mediático que un Barça-Real Madrid, con una audiencia potencial de 650 millones de espectadores. Con las imágenes aún en la retina de los disturbios de las noches anteriores y el temor a vivir una situación similar a los graves incidentes protagonizados por los «chalecos amarillos» en París el año pasado (se suspendieron varios encuentros de la Ligue 1), la Federación se afanaba por buscar una solución. Al cierre de esta edición, la opción que más fuerza cobraba era la suspensión del encuentro y la posibilidad de que se trasladara al próximo 18 de diciembre como fecha alternativa, a pesar de la queja inicial de Javier Tebas por su coincidencia con una eliminatoria de la Copa del Rey, aunque en esa ronda no participan ni Barcelona ni Real Madrid. Precisamente, la imagen que se proyectaría a nivel mundial es uno de los argumentos utilizados desde la Plaza de Sant Jaume para defender la celebración del encuentro. Aunque parece contrastada la imposibilidad de garantizar la seguridad en un evento de esta magnitud, desde la Generalitat y el Ajuntament se cuestiona el aplazamiento. «Los mossos d’esquadra garantizarán la seguridad del Barça-Madrid en caso de que se acabe jugando en el Camp Nou», aseguraba Miquel Buch (PDeCAT), conseller de interior de Catalunya, mientras que la alcaldesa Ada Colau (Barcelona en Comú) pedía que «la vida en la ciudad se haga con normalidad, que se desarrollen los actos previstos en la ciudad, como las citas deportivas importantes». Ambos dirigentes despreciaban el nuevo «modus operandi» de los grupos radicales independentistas, que les convierte en imprevisibles, organizados y mucho más peligrosos. El soberanismo ha creado una «app», definida como «una plataforma de coordinación de acciones pacíficas de desobediencia civil», para coordinarse y evitar a la policía. Lejos de las proclamas anunciadas por los grupos cívicos, en los que se anuncian los actos, marchas y manifestaciones, los radicales se sirven del factor sorpresa citándose pocos minutos antes de cualquier acto o evento, siendo imposible prever las consecuencias. Las acciones de Santiago Spot, líder del grupo «Catalunya Acció» y promotor de alguna de las pitadas al Rey en las finales de Copa, queda en un juego de niños comparando a lo que se preveía que pudiera suceder, según se desprende de lo que fuentes de Interior han desvelado a este periódico. El departamento ministerial tiene constancia de que el clásico estaba entre los objetivos de los CDR y de la facción más radical del secesionismo. Unos incidentes que serían previos a la manifestación convocada en el centro de Barcelona por «tsunami democràtic» pero que tendrían su punto álgido dentro del estadio, donde se estaba preparando un auténtico aquelarre independentista. Antidisturbios insuficientes Aunque el sesenta por ciento de los antidisturbios que hay en España están en Catalunya, desde Interior se considera que son insuficientes para garantizar la seguridad del encuentro. Sobre todo porque todos los efectivos no se pueden concentrar en los aledaños del Camp Nou, y más teniendo en cuenta el resto de actos soberanistas previstos para esa misma jornada. Este sería uno de los hechos diferenciales con respecto a otros partidos considerados de alto riesgo o, incluso, con los que se celebraron bajo alerta antiterrorista hace cuatro años. La vorágine que se está viviendo en las calles de Barcelona, con cargas policiales, bloqueo del aeropuerto y la convocatoria de una huelga general que se celebrará hoy y que coincidirá con las últimas etapas de las manifestaciones de las «Marxes per la Llibertat», suponen un giro más de tuerca en los temores del Gobierno, que prevé un fin de semana durísimo en Catalunya y con consecuencias impredecibles. Además, el discurso de ayer del presidente de la Generalitat, Quim Torra, en su comparecencia en el Parlament llamando a la desobediencia civil, desafiando al Tribunal Constitucional y amenazando con otro referéndum ha alterado aún más el ambiente en las calles de la Ciudad Condal y cargan de razones a Competición para aplazar el clásico hasta que se calmen los ánimos.
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