lunes, 28 de octubre de 2019

El misterioso ostracismo de Marcos Llorente

La reconstrucción del Atlético, esa reforma de una plantilla repleta de novedades que han sustituido a rostros imprescindibles del cholismo, ha levantado un pliegue inesperado: la ausencia casi habitual de Marcos Llorente en el organigrama estratégico de Simeone. Se han enganchado a la primera los laterales Trippier (convincente) y Lodi (sin competencia). Ilusiona como nadie Joao Félix y su elegante técnica combinada con visión de juego y llegada al gol. Se agrupan en creciente presencia los centrales Felipe y Mario Hermoso. Entra en el engranaje el mexicano Herrera, oportuno y con personalidad. Pero casi no hay noticias de Marcos Llorente, el emisario que llegó del Real Madrid a cambio de 40 millones, cifra estimable en el tablón histórico de inversiones del Atlético. Sorprende que sea uno de los futbolistas con menos participación de la plantilla (solo Saponjic, Arias y Herrera han jugado menos que él) después de semejante coste. Llorente hace acopio de calma y no se queja públicamente. Tal vez hoy tenga minutos en la plaza donde triunfó cedido por el Madrid. El Atlético visita al Alavés (19.00 h., Movistar LaLiga) en busca del liderato. «Simeone es uno de los mejores entrenadores del mundo. Tiene un carácter único y transmite muchísimo a los jugadores», decía Llorente hace cuatro meses, presentado con honores y el dorsal de Gabi a la espalda. Llegaba al Atlético un fornido centrocampista de recorrido y músculo, que no hizo migas con Zidane, para reemplazar al fútbol preciso de Rodri. Un militante de la dieta macrobiótica al que conocían en el Madrid por el apodo de su padre, el «Lechuga». Así llamaban a Paco Llorente Gento, que hizo el viaje inverso (del Atlético al Madrid) y que era devoto de la alimentación sana en los ochenta. Su hijo perpetúa esos principios, también pasajero de la nutrición basada en cereales integrales, verduras cocidas, alimentos fermentados tipo miso, tempeh o natto, legumbres de valor energético como el tofu y alguna proteína de pescado. Marcos Llorente es un estiloso trazo de músculos de 1,84 metros y 73 kilos. El último en la lista Un soporte nutricional que no le ha servido para convencer a Simeone de momento. Llorente es el último centrocampista en el escalafón del terceto con el que suele presentarse el técnico a los partidos. Intocables Saúl y Koke mientras el físico les responda, en auge Thomas desde el comienzo de curso pese a que se incorporó más tarde de las vacaciones proveniente de la Copa de África, y subiendo enteros Herrera desde el banquillo, Llorente es en octubre el último recurso. Simeone impone el valor jerárquico: el nuevo, por el hecho del aliciente de la frescura, no se antepone al veterano que lleva lunas trabajando con él y conoce los matices tácticos de un equipo armado. Thomas lleva cinco años, Saúl siete, Koke ocho... Marcos Llorente procesa el cholismo con aparente flema. Almacena calma. Es posible que hoy, ante el Alavés que lo vio triunfar, pueda acumular kilómetros a una hoja de servicios (solo 186 minutos) casi en blanco.

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