lunes, 28 de octubre de 2019

Piénsalo

Cataluña se ha comido la campaña electoral. Lógico. Es el problema más preocupante de los que tiene España ahora mismo. Primero, porque está en juego la ley, base de la democracia. Segundo, porque está en riesgo un bien moral indiscutible, que es la unidad de la nación, asiento de la solidaridad y progreso de nuestro país en las últimas décadas. Tercero, porque detrás de esta revuelta dirigida por activistas separatistas camuflados de cargos públicos se encuentra un objetivo: derrumbar la Constitución y la monarquía, claves fundamentales de las mejoras vividas en nuestro país desde la Transición. Por ello, hay cosas que están pasando desapercibidas, y que me gustaría subrayar también, aunque sean menos graves. Y lo hago porque además de la crisis territorial, que en el orden de prioridades debe ser la primera en afrontarse, se avecina otra de índole económica que no por menos trascendental es menos peligrosa, ya que ni la sociedad ni las empresas están preparadas para sufrir otra, y menos una como la última. Y no lo estamos porque el Gobierno sigue sin controlar la deuda pública, que nos hace muy débiles ante cualquier enfermedad económica. Según el Banco de España, la de la Seguridad Social supera ya los 50.000 millones por primera vez en la historia, una cifra indecente si se compara con la de 2017, que cerró con 27.393 millones euros, o con la de 2016, que lo hizo con 17.173 millones. Esto, que es alarmante, lo es más cuando uno lo observa teniendo en cuenta otros elementos como que los pedidos de la industria han caído un 4,5%, el peor dato en tres años, según el INE. Por si las noticias no fueran lo suficientemente malas, el Ministerio de Economía acaba de informar de que el consumo eléctrico se ha desplomado un 3%, otro índice adelantado que permite comprobar el pulso de la actividad económica privada. Lo peor es que, además, los descensos están siendo mayores los últimos meses: 5,1% en agosto y 4% en septiembre. Podríamos seguir ofreciendo otros datos, como el del paro en verano, que cayó en 16.200 personas tan solo, el peor dato desde 2012, o del Índice de Producción de la Industria de la Construcción, pero no pretendo que a nadie le dé un ataque de pánico. Y no lo pretendo porque esto tiene remedio, y en la voluntad de cada uno de nosotros el próximo 10 de noviembre, fecha de las elecciones generales, está el que se aplique. Para ello, no os pido que votéis a este u a otro. Me parecería hasta de mal gusto hacerlo teniendo en cuenta que ha habido unos comicios el pasado abril y que los de ahora nos van a costar casi 140 millones de euros. No, lo único que os pido es que elijáis teniendo en cuenta los problemas expuestos más que la exquisitez ideológica o el calor que ofrece cualquier tribu acomodada en torno al fuego de unos principios que, desgraciadamente, siempre apagan el frío de la responsabilidad y la oscuridad del sentido de Estado. Dos circunstancias que jamás han vivido ninguno de los que hoy venden catecismos, de uno y otro signo, sino tan solo el PP en el ámbito del centroderecha, la formación que más va a rentabilizar los votos que reciba en las próximas elecciones. Algo que no me invento yo, sino las 8 últimas encuestas de distintos medios de comunicación con diferente línea editorial que esta semana hemos conocido. Piénsalo.

De España https://ift.tt/2MTtyPn

0 comentarios:

Publicar un comentario