El Granada, un club que camina hacia su centenario (fundado en 1931), consiguió ayer instalarse en la cima de la Liga, donde disfruta del liderato de Primera división por segunda vez en su historia. Una posición sorprendente para un conjunto que la pasada temporada batallaba aún en la categoría de plata y un caramelo tan dulce como inesperado para una afición que se ve ahora por delante de los gigantes del fútbol español. Es cierto que los andaluces mandan en la clasificación habiendo disputado un partido más que Barcelona y Real Madrid debido al aplazamiento del clásico del pasado sábado, pero el éxito del conjunto de Los Cármenes no es flor de un día porque son ya diez las jornadas tachadas en el calendario. Un gol de Álvaro Vadillo frente al Betis, el equipo en el debutó en 2011 en la élite con 17 años, impulsó a los granadinos al cielo del campeonato más igualado de la última década porque solo dos puntos separan a los seis primeros de la Liga. La del domingo resultó una tarde inolvidable para el Granada y especialmente emotiva para el gaditano Álvaro Vadillo, hábil delantero que en la campaña 2011-12 se estrenó en Primera precisamente en una visita a Los Cármenes con el Betis, en cuya cantera se formó. Dos meses después de aquel partido, el joven jugador nacido en Puerto Real (12 septiembre de 1994) se topó con la cara más dura del deporte al sufrir la rotura de los ligamentos de la rodilla derecha en un choque con Sergio Ramos. Las lesiones se convirtieron a partir de entonces en un incómodo compañero de viaje en la carrera de un jugador que hasta este curso, ya con 25 años y de la mano de Diego Martínez, no se ha podido asentar definitivamente en Primera división. Subió con el Betis (2015), repitió experiencia con el Huesca (2018) y, el pasado curso, Vadillo firmó el triplete ascensor con el Granada, el club en el que por fin disfruta de la continuidad en la élite que no le ofrecieron ni sevillanos ni aragoneses. Autor del 2-0 en la victoria ante el Barcelona, ayer marcó su segundo gol en la máxima categoría tras un pase de Carlos Fernández. Su acierto acabó colocando al frente de la clasificación a un equipo que este verano apenas se gastó 7 millones en refuerzos y que solo había tocado el liderato de la Liga al término de la quinta jornada del curso 1973-74. Con Diego Martínez y Vadillo, el grado vuela más alto que nunca 46 años después.De Deportes https://ift.tt/36aCQ1m
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