lunes, 28 de octubre de 2019

Casa de México: Diego Rivera y el culto a la muerte

La mirada párvula de Diego Rivera, acariciada maternalmente por Frida Kahlo, da la mano a una engalanada muerte en el «Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central» a la que él mismo bautizaría como «Catrina». De su brazo va el caricaturista José Guadalupe Posada que creó la figura calavérica replicada hoy como símbolo, casi universal, de la fiesta de Todos los Santos –vulgo Halloween– y que en México viven como Día de Muertos. La Casa de México en España –Alberto Aguilera, 20– celebra estos días sus tradiciones con una intensa agenda de actividades en la que destaca una exposición gratuita dedicada a su muralista más célebre y un colosal altar a la parca. Madrid no es Ciudad de México por más que estos días importe sus costumbres en esa suerte de sincretismo a medio camino entre la fiesta religiosa, la cultura y la más pura parranda en la que ha derivado esta cita. Pero el que se acerque a la sede mexicana en la capital –que festeja su primer aniversario– podrá descubrir el origen de sus símbolos a través, por ejemplo, del célebre mural que protagoniza la exposición «Diego Rivera, el artista universal» en formato de diorama. La vida del pintor, enseña de la identidad nacional mexicana, es la protagonista de un recorrido que va de su etapa de estudiante a su paso por España y Francia, entre 1907 y 1921. La muestra acoge veinte obras que dibujan el recorrido vital del pintor hasta 1948. Piezas que permiten contemplar la intimidad del artista y la evolución en de la forma en la que percibió y representó la realidad que le rodeaba, así como la influencia que grandes maestros como Pablo Picasso o Georges Braque ejercieron en su estilo. «Sobresalen tres obras en las que el artista representó a mujeres relevantes en su vida: el retrato de su madre que realizó cuando aún era estudiante en la Academia de San Carlos; el retrato de estilo simbolista de Angelina Beloff, quien fuera su primera esposa y madre de su primer hijo; así como el retrato de tintes expresionistas de Lupe Marín, segunda esposa y madre de sus dos hijas», explican desde la Casa de México. Un altar en la escalera La festividad del Día de Muertos se celebra durante estos días en México como «retorno transitorio» de los familiares y seres queridos fallecidos. «Hasta el próximo sábado el país se llena de altares y ofrendas en una fiesta en la que los vivos y los muertos conviven», explican sobre esta cita que la Unesco declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2003. El icónico palacete que ocupa la Casa de México en el barrio de Chamberí se ha transformado para abrir «una ventana» transoceánica con un altar dedicado a la parca. En sus escaleras, una gigantesca catrina domina la escena rodeada de 200 metros de flores y 500 metros de papel picado entre velas, calaveras de azúcar, pan de muerto y artesanía mexicana. Una ofrenda con la que los visitantes conocerán el origen de esta singular tradición gracias a sesiones explicativas gratuitas –de lunes a sábado a las 13, 17.30 y 19 horas; y los domingos a las 13 horas–.

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