sábado, 19 de noviembre de 2022

Un Mundial con mala fama

No ha habido en la historia un Mundial al que se llegue con tantos prejuicios como al de Qatar. Se mira con tanto recelo a este rincón del golfo Pérsico que hasta el fútbol pasa a un segundo plano a escasas horas del inicio. Surgen las conversaciones espontáneas en el Centro de Convenciones de Doha , núcleo del torneo, y se habla poco de favoritos, goleadores o aficionados. Desde la adjudicación, Qatar es mirado con lupa. Junto con la FIFA ha hecho todo lo posible por dar pátina de normalidad a un evento que, por muchas razones, no termina de serlo. Noticias Relacionadas estandar Si Fútbol Max Tuñón: «El Mundial ha acelerado las reformas laborales en Catar» Javier Asprón estandar Si «Los protocolos de seguridad cataríes son más duros que en España» Pero el primer Mundial en el mundo árabe arrastra una sombra que perdurará más allá de que el próximo mes finalice sin mayores complicaciones fuera de lo futbolístico. Es la Copa de múltiples apellidos y muchos malos: el de la seguridad, la vergüenza, la reivindicación, las prohibiciones, el calor... Y en lo deportivo, el torneo sin Haaland, el jugador más determinante de la temporada. Seguridad En el metro, en los accesos a los estadios y centros de entrenamiento y, ahora también, en las 'fan zones' diseminadas por toda la ciudad. Policía, seguridad privada y cientos de trabajadores uniformados que no pierden de vista ni un segundo al visitante, ya sea por un exceso de celo en la atención o por una natural desconfianza. Cada paso intenta ser teledirigido. Choca que dos personas se queden charlando en un aparte. No es lo normal. Y así, apremian al foráneo a seguir su camino. Tampoco gustan, aunque se reprimen en demostrarlo, los excesos con las cámaras, hoy tan a la orden del día. Los aficionados ejercen de turistas y ya no se conforman con fotografiarlo todo. Ahora hay que grabarlo. Los qataríes sufren con ese exceso de imágenes. Vergüenza Los intentos de Qatar y la FIFA por desmentir las informaciones han servido de poco. En el imaginario colectivo quedará para siempre que este es el Mundial de los 6.500 trabajadores muertos en la construcción de los estadios. Lo desmienten, pero son pocos los que creen la versión oficial. Y ese es uno de los grandes lastres para el país, al que se acusa de pasar por encima de la seguridad y las vidas de obreros paquistaníes, hindúes, nepalíes o filipinos, que acuden en masa al emirato en busca de un futuro mejor. Tras la concesión, se pidió a la Organización Internacional del Trabajo que los ayudara a reformar su mercado laboral, que hasta entonces permitía contratos de semiesclavitud entre los empresarios y los trabajadores. Era una de las exigencias de la FIFA. Sindicatos internacionales han reconocido el esfuerzo del emirato en los últimos años y han rebajado de forma considerable las cifras de muertos. Aun así, a diario siguen las críticas por ese asunto. Reivindicación ¿Servirá Qatar para que se eleven voces discordantes en un país poco acostumbrado a que se les lleve la contraria? ¿Se atreverá alguien a romper el orden? De momento, la tranquilidad impera en las calles. Apenas transita gente por la Corniche, el lugar elegido por el emirato como punto de reunión de los aficionados de todos los países. Está por ver si la llegada masiva una vez que se pongan en marcha los partidos provocará situaciones conflictivas. Asociaciones en defensa de los derechos LGTBIQ y de la mujer podrían buscar protagonismo aprovechando el foco mundialista. Dentro, se da por hecho que habrá también reivindicaciones sobre el terreno de juego de selecciones europeas, tanto portando el brazalete arcoíris como hincando la rodilla en la tierra antes del pitido inicial para denunciar el racismo. Los jugadores iraníes también se plantean no cantar su himno nacional en protesta por la represión de su Gobierno. Prohibiciones Un Mundial sin alcohol. Ni alrededor de los estadios, ni dentro de ellos. La última decisión del emirato, echando para atrás su decisión de permitir la venta de cerveza en un perímetro acotado cerca de los estadios ha recuperado una polémica que se había ido apagando en las últimas semanas. La decisión se toma cuando muchos aficionados habían decidido acudir a Qatar y comprar sus entradas en un escenario diferente. Calor Es indiscutible. En Doha hace mucho calor entre las cinco de la mañana y las cuatro de la tarde. A partir de entonces empieza a anochecer y la cosa mejora bastante, sobre todo si sopla el viento. Hasta entonces, caminar por las calles resulta sofocante, un suplicio. Las altas temperaturas condicionan también el trabajo diario de las selecciones. Muchas han elegido entrenar de tarde. Las que de momento no, como España, van adelantando los horarios para evitar las peores horas. La organización confía en que ese problema, que también afectará a las zonas de reunión de hinchas, expuestas sin remedio a la potencia solar, se irá mitigando según se acerque el mes de diciembre. Singular Es el primero que se disputa en un Estado árabe; es también el primero que se celebra en invierno -una decisión obligada por las sofocantes temperaturas en verano, cercanas a los 50 grados-; y es asimismo el primero en el que las sedes están tan cerca unas de otras, en el centro o en el extrarradio de Doha, lo que facilita los movimientos de los aficionados para acercarse a los estadios. Quizás hasta ahora han sido precisamente los seguidores los grandes olvidados de una competición que sería imposible sin ellos. Sólo hace falta remontarse a la última Eurocopa para entender lo que es el fútbol con las gradas desiertas o semivacías. Sin el mejor Así lo reclaman muchos. El Mundial es menos sin la presencia de Erling Haaland, a quien el portal especializado Transfermarkt sitúa como el futbolista más valorado del mundo por delante del francés Kylian Mbappé y del brasileño Vinicius. El delantero noruego no podrá trasladar su temporada de ensueño (23 goles y 3 asistencias en 18 partidos) a la cita que convierte a los mejores en leyendas. Su selección no alcanzó ni la repesca, y él observará con una envidia indisimulada. Entre tanta estrella su ausencia es menos significativa, pero eso no evita que muchos se acuerden del jugador más determinante del momento. En Qatar, de todas formas, el rey es Neymar.

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