viernes, 25 de noviembre de 2022

Las chicas de la tuna: «Nos conocemos todas las churrerías de Madrid»

Por las calles de Madrid pasa rondando la tuna. Por el Arco de Cuchilleros , bajo la mirada de Luis Candelas , aficionado de la cosa que, ya con el trabuco devuelto por la autoridades no tan competentes, monta guardia con los primeros fríos recios de Madrid. Y es que el Madrid de los mesones, como dice Esthersi, veterana de la Tuna Universitaria Complutense, es uno de esos rincones mágicos donde en una noche pueden pasar mil cosas. Casi todas maravillosas. Posan, de esta tuna femenina junto al ya mentado Arco de Cuchilleros, y se tiene cuidado que en el enfoque no aparezcan los casetones de los puestos navideños. Esther, una enciclopedia del 'tunar' (así lo llama), nos presenta a parte de su grupo. A saber: Pulga, Empanada, Satán (porque es muy inocente), Murphy y Fresita. Y es que en la tuna cada miembro tiene un mote desde el inicio, que es una forma, de las mejores, de presentarse al público. Se ha quedado con la tuna para palpar el futuro y el presente de esta tradición centenaria, madrileña, española, y que es una de las cosas, cuentan, «que más unen a la Hispanidad». Así lo muestran los escudos donde ellas han tocado. Perú, México y por ahí seguido. Código Desktop Imagen para móvil, amp y app Código móvil Código AMP Código APP La tuna, pues, es algo más que «una afición. Es una carrera. Yo estudio un doble grado y tuna», se justifican. Y el grupo, aún siendo un día pelón entre semana, de esos de oscuridades tempranas en el Madrid de los Austrias , ríe la ocurrencia. Y es que el tuno, varón o hembra, es de pensamiento rápido. «Cuando llevas la capa te conviertes en un personaje público y aprendes mucho de la vida. A quitarte los miedos y a conocer la realidad». Noticia Relacionada estandar Si Quique Bustos, 'El Jeringas': «El casticismo se muere por complejo de inferioridad» Jesús Nieto Jurado Vivió de chiripa en Nueva Zelanda, dirigió un grupo de élite, y su Madrid es el de la zona de Cuchilleros Alguien vestido de tuno no es nadie, pero el grupo es el símbolo de la amistad, de una «forma de vida en la que muchas veces viajas sin billete de vuelta». La tuna cuenta anécdotas, y al lego en el 'tunar' le revelan varios conceptos que no conocía ni hubiera conocido de otra manera. Como el del pardillo, o pardilla, que es el novato que hereda antiguos ropajes hasta que muestra que es uno más. Esa heredad hace que su vestimenta se ponga parda con el paso de los años. La filología aquí es meridiana. Aprender a saber estar Esthersi, con valentía, dice que la tuna permite viajar de verdad, y por eso en el CV para el primer trabajo escribió que era de la tuna como una ocupación mas. Y pasó que a ella y a quienes vinieron detrás, en el caso que nos ocupa, se le abrieron las puertas laborales por la magia de la pandereta y la bandurria. Arguyen que la tuna, frente a los ignaros que la ven como una «cosa casposa» o que la consideraban como un residuo cultural del pasado, enseña algo fundamental: «El saber estar». Y en esto hay coincidencia absoluta entre todas y brindan en un ritual que no da tiempo a apuntar. Señalan que el futuro es prometedor; que en recitales y actuaciones se topan con gente de menor edad que espera pasar la Selectividad y que lleguen las noches de ronda. Y es entonces cuando ese hilo que se pierde en la noche de la historia universitaria se mantiene firme, prieto, por los siglos de los siglos. Quizá haya sido que después del Covid, reflexionan, los estudiantes han tenido que «buscar la hermandad abierta que brinda la tuna», donde, reiteran, «no es imprescindible saber música». Que la música «ya se aprenderá» y en el tunar hay otras prioridades. De hecho -no citaremos el mote- hay quien no sabe solfeo, y va dando al punto exacto las notas de 'Clavelitos' . Para ello tocan con lo que llaman «un cifrado». Una forma pícara de llevar la música escrita y «hacer llorar a los abuelos con alzheimer» a los que algo –mucho– mueve esa canción. Familia panhispánica Por la zona de los mesones, por la calle de Cuchilleros hacia abajo, pasa con guasa un coche de la Policía, ralentizando la velocidad cuando ven una bandurria y un requiebro. Y es que nuestra tuna ha cantado a todos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. De los Bomberos a la Guardia Civil, cuyos escudos se ven en una capa. Las instituciones serias de este país, que dialogan con alegría y buen humor. En la Tuna Universitaria Complutense estudian y después 'tunean', que la vida es corta. Como universitarias que son les duele que se dé la imagen «cafre» de algunos acontecimientos recientes voceados por las redes. En todo caso, las redes sociales son una ayuda porque la familia de la tuna, que ya se ha dicho que es panhispánica, se comenta, se compara. Aprenden ese idioma universal del bolero. LA RONDA Momentos y cantes por la parte antigua de la capital TANIA SIEIRA Esthersi, Satán, Pulga, Empanada, Murphy y Fresita van dando cierto calor madrileño a ese Arco de Cuchilleros donde vuelven a posar, y un visitante argentino, según ellas «muy guapo», se queda prendado del simpático descaro, lo cual ya es decir mucho para el desparpajo de un porteño. Les sacan 'selfies', en los bares les piden más fotografías, y por un momento esa zona vacía del viejo Madrid cobra vida. Esthersi, la veterana, abandona al grupo por las obligaciones laborales. El resto, a ver qué depara la noche. Que hay que pasar el «parche» (la voluntad pecuniaria del oyente que se reinvierte en el propio grupo) y desayunar en las churrerías madrileñas. Que «nos las conocemos todas».

De España https://ift.tt/Otfu2QT

0 comentarios:

Publicar un comentario