lunes, 14 de noviembre de 2022

Cristiano Ronaldo: escaparate o inmolación en Qatar

Dice Ronaldo que no respeta a Ten Hag porque es su entrenador el que no le respeta a él. Sea o no cierto, el que no se respeta a sí mismo, y desde hace ya bastante tiempo, es el propio Cristiano. Su incendiaria entrevista a Piers Morgan , uno de los periodistas deportivos británicos de mayor reputación, medida en tiempo y forma para que haya visto la luz solo horas después de que el United jugara su último partido antes del parón del Mundial es, o al menos debería ser, impropia de un futbolista de la reputación de Cristiano. Tan cobarde como oportunista, su único fin es lograr lo que no pudo consumar en verano, aunque eso conlleve destrozar el bonito legado que construyó en Old Trafford durante el embrión de su carrera. Noticia Relacionada Fútbol estandar No Cristiano: «Me siento traicionado por el Manchester United» I. Martín El delantero portugués, en una entrevista con 'Talk TV' criticó duramente a su club actual y a su entrenador Erik Ten Hag: «No le tengo respeto» Hace tiempo, en concreto cuatro años y medio, que Ronaldo metió un gol en propia puerta a su carrera y, todavía, no solo no se ha dado cuenta sino que piensa que ese tanto se lo metió al portero rival. Cristiano se marchó por dinero del Real Madrid en junio de 2018, días después de levantar la decimotercera del club blanco, la quinta Champions en su caso. Sus problemas con Hacienda y sus celos por los contratos de Messi con el Barcelona y de Neymar con el PSG le llevaron a perder un pulso con Florentino Pérez que el tiempo ha demostrado que nunca debió echar. Fuera del Real Madrid hace mucho frío, también para uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, aunque él pensara que el temporal se quedaba en la capital de España y el calor se iba a Turín y Mánchester. A cuatro meses de cumplir 38 años, Cristiano Ronaldo es suplente en un equipo de Europa League, situación inaceptable a sus ojos. Ya no tiene un buen número de virtudes que hicieron de él un jugador descomunal, pero no es capaz de asumirlo. Seguramente, algo lógico en un futbolista que pondera su talento incluso cuando este, cimentado en lo físico en un tanto por ciento muy elevado, sucumbe al paso del tiempo. No hay mayor ciego que el no quiere ver. Ronaldo es un jugador más en un United de entreguerras y ha dejado de mirar las estadísticas con las que —con razón— tanto pecho sacaba cuando le venían a buscar las cosquillas en el Madrid. Lo que sucede es que aquellas temporadas de cincuenta y sesenta goles son ya historia. Cristiano es ahora un delantero de 20 tantos por curso, una cantidad interesante pero no suficiente para sus aspiraciones. La vida, y el fútbol, es adaptarse a los cambios. No hay señal más inteligente que saber encontrar tu lugar y tu estatus en cada etapa de la vida, pero en el caso de Cristiano es una tarea imposible. Ni siquiera la falta de ofertas el pasado verano le han hecho acostar su ego y dejar de mirarse el ombligo. Una entrevista con un carrusel de titulares feos y despreciativos hacia el United y hacia su entrenador. Un Mundial con una potente generación lusa para mostrarle al planeta que sigue siendo un líder y un jugador especial que no solo gana partidos, sino trofeos. Y un mercado invernal para que los trasatlánticos del fútbol se peleen por él. Todo esto es lo que pasa ahora mismo por la cabeza de Ronaldo y, como tal, ya ha ejecutado el primer paso de un plan tan ambicioso como arriesgado. No hay gris en su escala de actuación. El plan puede salir tan bien como él mismo lo ha guionizado o puede ser aún peor que el de Fernando Alonso con Alpine. Las próximas cinco semanas le darán o le quitarán la razón. Será su último Mundial y la vez su arma más potente de publicidad. Cristiano Ronaldo, escaparate o inmolación en Qatar.

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