jueves, 24 de noviembre de 2022

El verdadero examen

Si el fútbol es un estado de ánimo, como dijo una vez con tanto éxito Jorge Valdano , España sería en este momento la gran favorita para ganar el Mundial. Es muy difícil recordar en la selección, en realidad quizá sea imposible, un ambiente de optimismo, confianza y entusiasmo como el que viven Luis Enrique y sus jugadores. Si ya llegaron a Qatar con la moral muy alta, tras el 7-0 a Costa Rica la tienen por las nubes o más allá. Ni siquiera en Sudáfrica se llegó a tanto. Es cierto que, tras la extraordinaria victoria en Durham ante Alemania en la semifinal, Vicente del Bosque y sus jugadores se sentían muy fuertes y orgullosos, pero si algo predominaba en la concentración de Potchefstroom antes de la gran final era la tensión, la ansiedad inevitable de no poder fallar, de tener que dar ese último paso hacia la gloria y cumplir con lo que parecía el destino escrito de una generación inolvidable. Estar como están ahora los internacionales españoles, con ganas de cantar y bailar bajo la lluvia, más animados que los mozos en el txupinazo de San Fermín , es muy bueno, evidentemente. Todos los entrenadores trabajan para conseguir la alegría dentro del grupo y Luis Enrique se aplica a ello como pocos, quizá porque él mismo fue un futbolista muy temperamental que no entendía el fútbol sin llevar el juego a un pulso con el rival no sólo técnico sino, sobre todo, anímico. Ganar este duelo, el del corazón, es vital en cualquier deporte. Nadie ha ganado algo que merezca la pena estando deprimido, con un noviembre húmedo y lluvioso posado en el alma, como decía Ismael al comienzo de 'Moby Dick' . Por ese lado, las cosas no admiten discusión: la Roja, por cierto más roja que nunca en Qatar, se encuentra en una situación inmejorable tras completar su mejor estreno en la historia de los Mundiales. Ahora bien, tampoco conviene excederse en el entusiasmo y descorchar el champán antes de tiempo. Lo digo por dos razones. La primera es que, como todos sabemos, el fútbol es a veces muy volátil y un equipo puede pasar de la euforia a la depresión en apenas noventa minutos. Que se lo digan a Argentina , que tras 36 partidos consecutivos sin perder llegó al Mundial con ese nivel sideral de convicción y autoestima que en este planeta sólo puede alcanzar un argentino optimista y ahora sufre el vértigo angustioso a un posible fracaso histórico. O que se lo pregunten a Alemania, a la que Japón sorprendió con una segunda parte kamikaze y el mismo domingo podría hacer las maletas. Noticias Relacionadas opinion Si Selección de Columnistas Una turra mundial José F. Peláez opinion Si Cortita y al pie Historia de los mundiales Hughes La segunda razón es que el partido contra Costa Rica , se mire como se mire, no fue una buena referencia para calibrar el verdadero potencial de España . Y me explico antes de parecer un triste cenizo. Sinceramente, no creo que pueda servir como referencia, como vara de medir, un rival que no llega a rematar a tu portería, que comete errores groseros en defensa y te deja dar más de mil pases con comodidad, sin apretar las tuercas de la presión en ningún momento. Los 'ticos' fueron el miércoles el rival ideal, el que cualquier equipo desearía. Dejaron expresar a España todas sus virtudes y no le examinaron ninguno de sus defectos. Ellos mismos, en fin, se condenaron a la catástrofe. Es más, viendo su falta de reacción, pareció que tras el 2-0 aceptaron ese destino fatal con una resignación muy profunda, como viejos elefantes caminando cansados hacia el cementerio tras sentir que su final ha llegado. El verdadero examen para el combinado nacional llegará el domingo contra Alemania   . Será entonces cuando se compruebe la verdadera consistencia de una España cuyo talento con el balón, espíritu de grupo y descaro juvenil son únicos y la convierten, seguramente, en la selección más atractiva del mundo. Es muy posible que, tanto a Hans Flick como a sus jugadores, la selección de Luis Enrique les produzca un cierto escalofrío. Los chavales virtuosos, insolentes y ávidos de éxito siempre intimidan un poco. O un mucho. La Mannschaft, además, no sólo deberá ganar sino que tendrá que hacerlo cargando con el precedente de su patético naufragio en la primera fase del Mundial de Rusia, donde sufrió la maldición del campeón. Pero aún así sería realmente extraño que los alemanes no compitan este domingo a un buen nivel y examinen a la Roja de arriba a abajo, por el anverso y el reverso, presionándole arriba, disputándole la posesión y obligándole maniobrar bien en defensa. Si España supera esta prueba del algodón, ser optimista no sólo estará plenamente justificado. Es que será una obligación.--

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