viernes, 25 de noviembre de 2022

¡Se nos va, se nos va!

Está creciendo rápidamente la percepción de que el sistema del 78 ha sufrido, en muy poco tiempo, daños quizá irreversibles. En las películas de médicos, el enfermo es trasladado a toda prisa en una camilla mientras unos sanitarios que se afanan a su vera exclaman: «¡Se nos va, se nos va!». Pues eso, el tinglado se nos va. Las carencias de la Constitución, que una política sensata habría podido corregir o al menos neutralizar, han pasado a mayores tras la minoración de PP y PSOE , dos grandes crisis económicas, y un Gobierno inaudito que, además de alojar en su ala izquierda a una formación antisistema, depende, para tenerse en pie, de separatistas de diversas denominaciones. De todo esto, visto en perspectiva, y con el complemento de un apéndice prospectivo, trata el recientísimo «España en su laberinto», escrito a dos manos por García-Margallo y Fernando Eguidazu. El primero fue ministro con Rajoy y el segundo, un economista profesional, ha ocupado cargos de importancia con UCD, el PSOE y, finalmente, el propio Margallo. No hablamos, en fin, de dos radicales, envueltos en causas y banderas anteriores a la transición. Se trata de dos centristas comprometidos con esta democracia en veloz declinación . En la introducción y primer capítulo, leemos expresiones como «nos enfrentamos a un problema de supervivencia», «crisis existencial de nuestro marco constitucional» o «momento crítico». Muchos observadores dedican su tiempo a especular sobre el número marginal de sufragios gracias al cual gobernará Feijoo o, al revés, podrá reeditarse el conglomerado Frankenstein. Los autores están en otra cosa. Arrancan de muy atrás, el siglo XIX, y aventuran, con escepticismo inocultable, qué tendría que ocurrir para que la fiesta no acabe mal. Tocaré solo dos puntos. Sabemos que Zapatero primero, y luego Sánchez, han atizado, imperdonablemente, el enfrentamiento y la bipolaridad, receta estupenda para terminar a tortas. Pero el escenario es más complejo, y en cierto modo más inquietante. ¿Por qué? Porque la estrategia frentista ha sido el emplasto que el PSOE ha puesto a su decadencia objetiva y la fragmentación del parlamento, una fragmentación que afecta a un PP también en decadencia. ¿Por qué se han desinflado los dos grandes partidos? Eguidazu y Maragallo se apuntan a la tesis que José Ignacio Wert ha apuntado en «Los años de Rajoy» (2020). Según Wert, socialistas y populares empezaron a perder fuelle antes de que su deterioro se tradujese en una contracción de escaños . Ya en las elecciones generales de 2011, bajaron, entre los dos, diez puntos respecto de 2008. Y en las europeas de 2014 no consiguieron llegar al 50%. Noticia Relacionada Enquiridión opinion Si Vértigo Álvaro Delgado Gal El que se retracta es el Gobierno, no el delincuente. Asistimos a un naufragio sobre la marcha de las reglas de juego que dan sentido al Estado de derecho. La aventura de Sánchez no tiene marcha atrás La crisis económica fue una causa, desde luego. Es de temer, no obstante, que operasen dinámicas más profundas. La democracia del 78 no ha sabido lidiar , por ejemplo, con la cuestión nacionalista . Se permitió que Pujol construyese un Estado con tintes mafiosos en Cataluña, y otro tanto cabe decir del PNV. Los partidos grandes prefirieron competir entre sí valiéndose de los nacionalistas para completar mayorías, antes que ponerse de acuerdo y defender la Constitución. De aquellos polvos vienen estos lodos. La situación comenzó a ser mala mucho antes de que lo acreditasen los números escuetos. Entre la política según es, y la política según debería ser, se abre un abismo. O damos un salto acrobático, o el abismo nos tragará ¿Qué hacer? Los autores cifran el rescate del sistema en una reforma constitucional que tendría que pasar por un abrazo de hierro entre socialistas y populares. Para reformular el Título VIII, responsable en parte de la disgregación territorial, se requiere, de hecho, el procedimiento agravado. Pero un acuerdo sólido no es menos necesario si se pretende abordar la imprescriptible reestructuración del sistema de pensiones. Entre la política según es, y la política según debería ser, se abre un abismo. O damos un salto acrobático, o el abismo nos tragará.

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