domingo, 20 de noviembre de 2022

Víctimas

El frío ha llegado y ahora ya lo podemos decir, las heladas se las ha inventado Putin. Antes en Castilla se iba en camiseta hasta diciembre y lo que había en el Pisuerga eran nubes bajas. El frío y la niebla han llegado de manos de la modernidad, del ecologismo progre o el negacionismo conservador. Los pobres son gentes de nueva factura que nunca habíamos visto, los muertos no existían, los viejos nunca lo fueron y los adolescentes jamás tuvieron problemas de amor. La modernidad nos ha traído todo eso de golpe, ahora todos somos víctimas. Ya no hay nadie que sufra, padezca o, incluso, disfrute por razones naturales -como la muerte- sin que haya un culpable de nuestros desvelos, una justificación que nos haga merecedores de la condición de víctimas. Ya no hay lugar para los accidentes ni para la mala suerte, ya no hay lugar para el azar. Ahora todo tiene que estar protocolizado y si el protocolo falla, ya está, eres una víctima. Esa es la salvación del mundo moderno, victimizar el libre albedrío e, incluso, la falta de tino, la tontuna o la torpeza del ser humano. Ya no se cruza el semáforo en rojo y te pilla un autobús, ahora el protocolo falla y alguien tiene que solucionarlo. Ya no sales a ligar y vuelves a casa deprimido, la culpa es de una sociedad incapaz de valorar tu potencial. Ya no vale con ser tonto, tienes que ser víctima de las sucesivas reformas educativas. Eres una víctima del sistema, poco importa que sea judicial, político, natural… víctimas. Irene Montero ha demostrado su capacidad para encontrar víctimas hasta debajo de las piedras y la manera de convertir en víctimas a los verdugos que son, a su vez, víctimas de jueces machistas y retrógrados. Fíjense, ahora los violadores están en la calle después de haber pasado «injustamente» por la cárcel. La semana que viene Yolanda Díaz, para enjugar el destrozo, dispondrá una partida para convertir a los verdugos en colectivo a proteger. Una pequeña subvención que permita a los pobres verdugos convertirse en merecedores de una paga mensual por tener que cumplir el desagradable oficio de ejecutar. Víctimas de las víctimas. Si Sánchez no hace nada al respecto -además de subvencionar a Ayuso- este mundo se quedará sin malos. Nos redimirán a todos y nos convertirán, sin excepción, en víctimas de alguien sin reparar en nuestra propia responsabilidad.

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