«Juan era el Pepito Grillo que le decía a Rubiales: 'Luis, estás levitando, baja a la tierra». La frase es de un exdirigente de la Federación Española de Fútbol (RFEF). Habían pasado sólo unas semanas desde que Luis Rubiales conquistara la presidencia de la misma, en mayo de 2018, y su tío Juan , uno de los diez hermanos de su padre, ocupaba el despacho contiguo. Periodista de profesión, había sido nombrado Jefe de Gabinete del presidente como «cargo de confianza» y era su principal asesor. A los pocos meses, tío y sobrino (que eran «uña y carne») tuvieron su primera gran bronca. El jefe de Gabinete se sentía cada vez más descolocado, según confesión propia, ante determinados movimientos de su célebre sobrino. Cuatro años después se ha convertido (con permiso de Javier Tebas , presidente de LaLiga) en el enemigo número uno del presidente, cuya gestión al frente de la Federación ocupa titulares escandalosos. Para muchos, Juan Rubiales López simboliza actualmente la resistencia de un sector de la industria futbolística ante un presidente investigado por la Fiscalía Anticorrupción y cuestionado en diversos frentes. Para otros, empezando por la propia Federación, es un traidor unido a la presunta causa de Tebas para buscar un reemplazante a 'Rubi'. De baja por depresión, protagonista de muchas portadas y con varias denuncias y querellas en curso, la vida del Tito Juan (así se referían algunos a él en la Federación) ha empeorado notablemente en el último año: presuntas amenazas de excompañeros de trabajo, correos electrónicos intimidatorios, visitas a tribunales, desempleo y depresión. Este jueves, ante el juez de lo laboral y ante su propio sobrino, no pudo aguantar las lágrimas durante las declaraciones e interrogatorios de los testigos que determinan si sufrió 'mobbing' y acoso laboral en la RFEF. Juan Rubiales (Motril, Granada) siempre quiso ser periodista, según cuentan personas que le conocen bien, y terminó viviendo en Madrid. (Otro hermano, Ramón, también desempeñó la profesión durante un tiempo). Conoció las redacciones locales de las radios en su juventud, y ya mudado a la capital formó parte del primer equipo de Telemadrid, a finales de la década de 1980, antes de marcharse a la que sería su casa durante un cuarto de siglo: Antena 3. Su relación con el fútbol y la Federación comienza precisamente en esa época; fue asignado en primer lugar a la sección de Deportes, donde cubría a la Selección española y asistía a todas las ruedas de prensa. Después se integró en la sección de Nacional, donde realizó funciones muy diversas. Hace cinco años, cubriendo el ingreso de unos sediciosos del 'procés' en la cárcel de Soto del Real, protagonizó para su desgracia el hecho noticioso en lugar de registrarlo: sufrió un infarto en plena cobertura y hubo de ser evacuado en ambulancia urgentemente. Otro trabajador de la Federación recuerda haber hablado precisamente con su sobrino Luis aquellos días de hospital, cuando llamó a interesarse por la salud del todavía periodista. «El presidente atendía incluso su teléfono, eran íntimos entonces», cuenta en conversación con este periódico. Corría el año 2017, Ángel María Villar ya había sido apartado de la RFEF y Luis Rubiales, antiguo delfín, ambicionaba la presidencia. Su tío, que ya le había dirigido la campaña que le llevó a presidir la Asociación de Futbolistas Profesionales (AFE) en 2010, volvió a ejercer esa labor en las elecciones que llevaron a Rubi a la presidencia seis meses después del infarto. A pesar de tanta actividad pública, no existen demasiadas fotografías de Juan en Internet. Hombre con fama de razonable, su poder en la Federación era enorme pero discreto. Nadie entraba en el despacho de al lado si no lo autorizaba antes él. Diversas fuentes coinciden en que era el que puso sensatez en la casa durante un tiempo, para ir desencantándose progresivamente. La sintonía entre ambos fue deteriorándose, y el principal aliado terminó siendo rebajado a cargos de menor enjundia (como dirigir el Museo de la Federación), alejado procesal y físicamente del día a día que antes supervisaba directamente. Hay diversas versiones sobre la bronca final. Según él mismo, fue defenestrado por no acceder a tejemanejes económicos que favorecieran a su hermano Luis Rubiales López , el padre del presidente, exalcalde socialista de Motril procesado en el caso de los millonarios EREs andaluces. Juan se ofreció a darle dinero propio, y la conversación terminó muy mal. Dos días después cesaba en su puesto de jefe de Gabinete. La versión de los abogados de la Federación es muy distinta: la discusión se debió a una gestión de Juan Rubiales sobre la final de la Copa del Rey que no le correspondía; tras ser amonestado, el todavía jefe de Gabinete habría abandonado la reunión de forma intempestiva y amenazado con dimitir. Sea como fuere, el tío Rubiales vivió los dos años siguientes recluido en un despacho, entre el desprecio y la humillación, con goteras y sin calefacción, ante la impresión general de que le mantenían un suelo de 130.000 euros para comprar su silencio. Tras revelarse que había filtrado información comprometedora sobre el sobrino Rubiales a medios y a fiscales, fue despedido fulminantemente. Noticias Relacionadas estandar No Rubiales, a la juez: «Se está echando la caña de pescar, a ver si pican» Jorge Navas estandar Si Fútbol Más líos de familia: Rubiales denunció a su cuñado por intentar revender entradas de la RFEF Adriana Cabezas Además de la denuncia laboral, el tito ha hecho graves acusaciones sobre su sobrino a la Fiscalía Anticorrupción : entre ellas, que el presidente organizó y pagó con recursos federativos una orgía en una casa con vistas de la localidad granadina de Salobreña (extremo negado tajantemente por la Federación). Las acusaciones fueron hechas en el curso de la investigación por posibles irregularidades en la Supercopa (el 'caso Piqué'), audios comprometedores de diversa índole, espionaje a rivales y un viaje presuntamente personal a Nueva York sufragado con dinero de la RFEF. Rubiales López mostró una cierta impericia a la hora de extraer y acumular información con un ordenador de la propia Federación, siendo incapaz de eliminar su huella; cuando se dieron cuenta en Las Rozas , contrataron unos detectives para seguir sus movimientos. Él mismo había grabado también conversaciones privadas, contagiado de la costumbre de miembros federativos de acudir a reuniones con un falso bolígrafo para espías. Posteriormente, fue víctima de una campaña de desprestigio por un periódico digital español que publicó fotos suyas, tomadas por detectives privados, en compañía de periodistas y dirigentes enfrentados con Rubiales (Tebas reconoció después que también se había reunido con él). El destrozo personal, familiar y profesional de Juan Rubiales ha sumido al periodista, separado y con dos hijos, en una situación muy preocupante, como señalan a ABC fuentes cercanas: «Hay que tener la piel muy dura para enfrentarse a Rubiales [Luis], que está harto de pelearse con todo el mundo». En una edad cercana a la jubilación, el despido federativo le ha dejado sin ingresos. La RFEF, además, se ha querellado contra él por obtener información de manera ilegal y revelación de secretos, y sostiene que su despido se explica fácilmente por una acumulación de episodios de deslealtad. Tras la sesión de seis horas celebrada este pasado jueves en Madrid, la Fiscalía se inclina por desestimar la demanda de Juan por 'mobbing', al considerar el despido procedente y no percibir acoso ni vulneración de derechos fundamentales por parte de la Federación. Luis Rubiales insiste en que las acusaciones de Rubiales López se deben al despecho y se encuadran en la campaña de desestabilización propia de la eterna guerra que divide al fútbol español (el presidente llegó a asegurar que cualquier día se encontrará cocaína en su maletero). El tiempo y la Justicia determinarán si el ordenador que entregó Juan Rubiales a la Fiscalía Anticorrupción contiene información verdaderamente grave o no; y, por tanto, si su actitud proviene de la honradez (no mirar a otro lado) o del rencor.
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