No hay mayor verdad en el mundo del golf que la que dice que es un deporte adictivo. Una vez que se golpea la bola y se la ve bolar, el principiante ya está enganchado para siempre. Luego, en función de las horas que se le dedique y del talento de cada cual, se podrá llegar más o menos lejos en la competición. «Evidentemente, quien ha sido deportista profesional en cualquier disciplina tiene muy desarrollados los valores del entrenamiento, de la constancia y la competitividad, aparte de un aspecto físico fundamental como es la propiocepción», indica Nacho Garrido, ganador de la Ryder Cup en 1997 y actualmente entrenador de golfistas del Circuito Europeo como Adri Arnaus o Carlos Pigem. «El conocer los límites del propio cuerpo y tener una coordinación oculo-manual desde pequeñitos les ayuda a tener un buen nivel de golf si se lo proponen; pueden aprender los gestos técnicos con mayor facilidad que el resto». Es el caso de Rafa Nadal (que ya ha competido en torneos regionales de profesionales), Pau Gasol o Gareth Bale , que desde hoy lo harán en el ATT Pebble Beach Pro-Am del PGA Tour . A diferencia de lo realizado por el balear, ellos formarán pareja con un profesional durante tres días, pero su tarjeta únicamente contará para la competición amateur, sin medirse directamente contra los pros. No obstante, la experiencia de formar equipo con ellos y de verse en las pantallas de resultados en cada hoyo es lo más cerca que un aficionado puede estar de un golf profesional. Al galés, que ha declarado en más de una ocasión que su ilusión sería llegar a lo más alto en este deporte, se le abre de par en par la puerta del profesionalismo ahora que se ha retirado del fútbol. Sin embargo, una cosa es tener licencia de pro y otra muy distinta poder jugar torneos y ganarse la vida con ellos. «Evidentemente, tiene nivel para hacerse profesional. Gareth tiene un gran 'swing', lo conozco desde hace tiempo, cumple con el hándicap exigido (ahora tiene 2) y solamente tendría que firmar unas vueltas bajo par para cambiar de estatus«, prosigue el técnico madrileño. Sin embargo, eso no le garantiza poder sobrevivir en la jungla de la competición, donde hay que entrenarse diez horas al día y competir en cada jornada contra otros 140 jugadores que salen con el cuchillo entre los dientes. Los torneos son su medio de subsistencia y con lo que recaudan en ellos pagan sus facturas. Eso sin contar con la cantidad de escalones que hay que superar antes de llegar a las máximas categorías internacionales. »Lo más difícil es tener la mentalidad de competir al máximo nivel durante todos los momentos de cada vuelta. No te puedes despistar ni un momento porque entonces te pasan un montón de jugadores y se necesita mucha experiencia previa a la hora de competir en alto rendimiento. Esto él no lo tiene, como otros que lo intentaron previamente y recuerdo el caso del mismísimo Michael Jordan. Puedes haber sido muy bueno en lo tuyo, pero sin haber competido al máximo nivel de golf pequeño es imposible triunfar aquí«, remata Garrido. Un caballero Lo que no se le puede negar al británico es su amor por esta disciplina. Tanto, que le ha costado graves disgustos en su carrera futbolística, como sus ausencias y lesiones más o menos justificadas en su etapa como madridista o con las desavenencias con el seleccionador galés en el último Mundial, cuando le prohibió jugar en los días libres para que se centrara más en un campeonato en el que pasó con más pena que gloria antes de su retirada definitiva a los 33 años . Eso sí, el delantero se saltó a la torera ese mandato con un simulador que le pusieron en el hotel, en el que daba bolas con fruición mientras sus compañeros estaban en la piscina. Noticias Relacionadas estandar Si Fútbol Bale, la leyenda que acabó desquiciando al Madrid Pablo Lodeiro Fernández opinion Si Cortita y al pie El meteoro galés Hughes Al margen de sus virtudes balompédicas, demostradas plenamente en el Tottenham, Real Madrid y Gales, con fichajes millonarios de por medio, en el golf también ha demostrado ser una auténtico crack. «No hay derecho a que seas tan bueno» , le espetó Jon Rahm la pasada semana cuando jugaron juntos en el Pro-Am de San Diego. Y eso mismo recuerdan quienes le vieron jugar casi a diario en La Moraleja los últimos años. Se hizo socio de este exclusivo club capitalino y allí pasaba todas las tardes que le permitía su agenda. «Tenía siempre su partido cerrado con dos amigos de su entorno y no se relacionaba con nadie más», recuerda Pepe Martínez , también miembro de la entidad y director del programa 'Cayetanos' de Decisión Radio. «Jugaba siempre en el campo 3 (de los cuatro existentes es el más largo y exigente) e iba siempre impecablemente vestido, Eso sí, cuando te lo cruzabas en algún hoyo era extremadamente educado y amable. Todo un caballero». Su tremenda afición le llevó a saltarse entrenamientos para acudir a Valderrama a ver a su amigo Sergio García de una manera nada discreta: iba con guardaespaldas por el centro de la calle cuando el torneo estaba en juego, algo nunca visto ni permitido en el European Tour. Pero es que Bale era un estrella a este lado del Atlántico, no como en California, donde le han colocado con un compañero de partido del montón, Joseph Bramlett. Ha ascendido este año de la segunda división y su mejor resultado en un torneo del PGA Tour es un séptimo puesto en Houston la campaña pasada. Esto quiere decir que no lo tendrá fácil para pasar el corte y acceder a la última ronda del domingo, pero en el mundo del golf nunca se sabe. La afición de Bale es desmedida y la ha demostrado tanto como jugador (en su casa de Gales tiene tres hoyos de prácticas que imitan el 17 del TPC Sawgrass, el Postage Stamp de Royal Troon y el 12 de Augusta National), como en el campo de la organización (patrocinó su Open nacional celebrado en Celtic Manor en 2021). Sus preferencias vitales quedaron claras cuando mostró una pancarta en la que las indicaba por este orden. 'Gales, golf, Madrid', lo que le costó severas críticas desde el club blanco, que soportaba su nómina y sus desplantes. Pero esto le ha impedido perseverar en su objetivo de mejorar en este otro deporte verde. Tiene decidido que será profesional porque tiene el nivel suficiente para lograrlo pero de ahí a triunfar también en el golf hay un trecho muy grande. Quizá le convenga un poco bajar sus expectativas y seguir siendo un gran amateur antes que frustrase si fracasa al no pasar cortes con los pros. El próximo sábado ya verá si logra pasar el primero en Carmel y hacerse un nombre para el público estadounidense. Sería un primer paso.
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