Pedro Sánchez tiene un plan en Cataluña. Y su pieza clave en esa partida se llama Salvador Illa. La relación entre ambos es muy sólida. El pacto presupuestario entre ERC y PSC firmado finalmente ayer consolida la necesidad mutua que se profesan las dos formaciones. Los independentistas de Oriol Junqueras son ya un aliado estratégico del socialismo español y catalán. Una alianza en presente pero que se conjuga y proyecta también hacia el futuro . En el horizonte, la hipotética reedición de un tripartito de izquierdas que quiebre de manera definitiva una última década definida por los bloques independentismo/constitucionalismo. El acuerdo conocido ayer sirve, también, para el relato a corto plazo del presidente sobre Cataluña. Pero también pone las piedras de la estrategia a largo plazo, en la que situar a Illa en una posición central es fundamental. Para el Gobierno este acuerdo es la puntilla definitiva al proceso independentista . La ruptura entre ERC y Junts ya estaba favoreciendo ese relato, alimentado también por los sectores más duros del independentismo. Pero la foto conjunta de Pere Aragonès y Salvador Illa es la rúbrica. Desde Ferraz lanzaban este miércoles muy rápido su primera reacción: «Adiós a los bloques». Poco después profundizaba el ministro de Presidencia, Félix Bolaños : «Es una muestra de la Cataluña del futuro, de la Cataluña de los acuerdos entre diferentes: adiós los enfrentamientos, ahora toca acuerdos». El ministro de Presidencia se centró en destacar la imagen de Illa y criticar al PP: «¿Se imaginan ustedes un líder de la oposición en España que hiciera oposición útil?». Es trascendental también para Sánchez que en el momento en el que el vínculo entre el PSOE y ERC es más estrecho, al calor de importantes cesiones del presidente como los indultos y la reciente reforma del Código Penal, el acuerdo presupuestario en Cataluña, que dibuja la vocación de un entendimiento a largo plazo, no vaya a provocar tensiones en el PSOE. Esto sucede porque la estrategia tiene dos claves importantes. La primera es la falta de alternativa. El bloque constitucionalista no estuvo cerca de alcanzar la mayoría ni en el momento de máxima expansión de Ciudadanos. El PSC pretende consolidarse en ese espacio . Pero sin socios a la vista, más allá de una alianza natural con los comunes. El PP está muy debilitado, CS en descomposición y como en 2017 esa suma no da. Ha aparecido Vox en la escena, a quien el PSC le va a imponer una suerte de cordón sanitario de idénticas condiciones que a la CUP. Noticia Relacionada estandar No Junts sale en tromba contra el acuerdo de Presupuestos: «Un tripartito para enterrar la independencia» A. Cabeza / D. Tercero «Del embate contra el Estado se ha pasado al pacto con el Estado», denuncian desde la formación de Laura Borràs La otra clave es la figura de Salvador Illa , que goza de una conexión total con La Moncloa y de un respeto unánime en el PSOE. Desde el Gobierno de Castilla-La Mancha que lidera Emiliano García-Page se razona en favor de este pacto. Y si desde Toledo no se emiten discrepancias sobre este asunto no se van a emitir desde ningún sitio. «Si todos asumimos que es mejor que el PNV se apoye en el PSE que en Bildu, lo mismo se puede predicar en Cataluña», explican desde Fuensalida. Y añaden: «Illa es el líder del PSC que más confianza nos da desde Maragall», dicen. La simbiosis del PSOE y del PSC actualmente es la más sólida que se recuerda. La relación entre los dos partidos ha atravesado momentos de muchas turbulencias. Pero la comunión ahora es total. La jugada que contemplan en La Moncloa cuenta con hacer del PSC un partido central en Cataluña . Y más allá del rédito en escaños que eso pueda aportar en unas elecciones generales, la ambición es que eso pueda terminar con Salvador Illa en la Generalitat de Cataluña. Y en el escenario menos bueno, que al menos haga inviable una nueva concertación independentista. Y esto tiene su trascendencia para el día a día en Cataluña, pero también para el modo en que Pedro Sánchez aspira a seguir gobernando. Las decisiones de Sánchez respecto a Cataluña en los últimos años han tenido en mente estabilizar la legislatura, sí. Y hacerla viable. Pero lo cierto es que una vez lograda la investidura, el actual presidente no tiene ninguna mayoría en su contra en el Congreso de los Diputados. En sus decisiones Sánchez estaba mirando más allá. Anulada ya en 2019 cualquier vocación de gobernar por el centro, con dudas crecientes sobre la fuerza que tendrán Podemos y Yolanda Díaz, Sánchez sabe que sus opciones de ser presidente volverán a pasar por ERC. Y todo lo que ha hecho en este tiempo iba encaminado a recuperar al PSC y a crear las condiciones de posibilidad de una nueva legislatura. Con la expectativa de que el PSC lidere o condicione un futuro Gobierno catalán, lo que Sánchez espera es que eso reste fuerza a las reivindicaciones de ERC. Porque una nueva legislatura en dependencia de ERC y con un gobierno independentista tendría como elemento central la demanda de un referéndum . La doble realidad de ERC y PSC Los republicanos, está claro, no han dejado de ser independentistas, pero sí pretenden caminar por el carril central de la política catalana y, a medio plazo, sustituir al PSC como partido hegemónico de la izquierda. Esta doble realidad, la necesidad de apoyo mutuo entre socialistas y republicanos por un lado, y la competencia por un mismo espacio por otro, marcará la política catalana en los próximos años, con un primer duelo en las municipales de mayo. El resultado en Barcelona será clave en este sentido para calibrar si el PSC sufre algún desgaste por su pacto con el independentismo –se intuye que menor dada la precaria situación de CS– o si ERC sufre por haber pactado con un «la izquierda española del 155», como ayer ya denunciaba la ANC. Ciertamente, el pacto para los Presupuestos entre comunes, ERC y PSC reedita de facto el pacto de izquierdas que gobernó Cataluña entre 2003 y 2010, aunque su traslación a un futuro Govern al acabar la presente legislatura es aún una hipótesis aventurada. Si bien es verdad que el acuerdo de ayer rompe la política de bloques que ha imperado desde el arranque del 'procés', ahora mismo parecería improbable que Esquerra llegase a integrarse en un ejecutivo presidido por Illa o, a la inversa, el PSC en uno liderado por ERC. Se verá si en 2025, cuando sobre el papel finaliza la legislatura catalana, el escenario ha cambiado lo suficiente como para que el acuerdo pueda producirse. Por lo pronto, el panorama se aclara, y en el campo secesionista por ejemplo la distancia entre ERC y Junts parece ya irreversible. Desde este último partido, su portavoz Batet denunciaba ya el advenimiento de un «nuevo tripartito» una vez que «Aragonès ha abandonado la mayoría independentista». La foto de ayer entre Aragonès e Illa ciertamente certifica la ruptura de la mayoría secesionista, el «cambio de ciclo» que denuncian en Junts y que el PSC y el PSOE buscan proyectar como consigna política. El «fin del procés» como trompetea el socialismo, aire para el independentismo como denuncia el PP.
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