Son las tres de la tarde del pasado 28 de septiembre y Carlos (nombre ficticio) se dirige junto a una amiga a sacar unas fotocopias tras el final de su jornada escolar. El camino transcurre en aparente normalidad hasta que en la esquina del parque Finca Iliana (en la localidad de Móstoles), que conecta la avenida de Portugal y la calle de Benito Pérez Galdós, dos personas salen a su paso. —Somos de la policía secreta, ¿sabéis donde venden drogas por aquí? —Qué va, no sabemos nada. Es entonces cuando un tercer compañero de los adolescentes se une a ellos a bordo de un monopatín. La puesta en escena de los falsos agentes, un hombre de unos 25 años y una mujer entrada ya en los 40, no cambia. «Comienzan a confundirlos, insistiendo en que son de la secreta y que están buscando a la gente que trafica con sustancias», recuerda el padre de Carlos, consciente de la estratagema utilizada. El varón, de origen latino, 1,75 centímetros de alto, cabello oscuro, ojos azules y blanco de piel, lleva la voz cantante. Con grandes dotes para la persuasión, pide a los tres sus teléfonos móviles, «para revisar si tienen información sobre las personas que estamos buscando». Los chicos dudan, pero el malhechor no está dispuesto a dar su brazo a torcer. Es tal la confianza, que trata de infundir que llega a ofrecer a sus víctimas su propio terminal por seguridad. «Para que os fieis de mí», les dice. El dueño del monopatín es el primero en morder el anzuelo y, sin quererlo, arrastra a sus amigos con él. «No, no te preocupes», responde, y acto seguido entregan los móviles. Con el botín deseado ya en su poder, los ladrones trazan el plan de fuga. «Vayan caminando y les seguimos a cinco metros», ordena el hombre. Dicho y hecho. Presas del miedo, los menores avanzan sin mirar atrás, lo que pone en bandeja la huida. «No se dieron ni cuenta de que ya no estaban», añade el progenitor. Uno de los detenidos por la Guardia Civil, en Rivas ABC Al llegar a casa, Carlos lo tenía claro: «Me han robado» . Su padre y él salieron sin éxito a buscar a los autores. Después, acudieron a comisaría e interpusieron la correspondiente denuncia. Los otros dos afectados hicieron lo propio. La semana pasada recibieron una llamada de la Policía Nacional para mostrarles las fotografías de diversos delincuentes fichados por si alguno de ellos coincidía con el arriba descrito o su acompañante, una mujer española, de corta estatura y algo gruesa, vestida ese día completamente de negro. La tarea, no obstante, resultó infructuosa. Vulnerables Esta técnica, empleada a oleadas por los amigos de lo ajeno, ahonda en la vulnerabilidad de los más jóvenes. A principios de octubre, la Guardia Civil hacía pública la detención de otro falso policía tras cometer ocho delitos de robo con intimidación y otro continuado de usurpación de funciones públicas durante los meses de julio, agosto y septiembre. La investigación, llevada a cabo por el puesto de Rivas Vaciamadri d , comenzó a raíz de la acumulación de denuncias de los tutores legales de las víctimas. Una de las madres llegó a hacer público el trance sufrido por su hijo. El texto ponía sobre aviso al resto de familiares residentes en el pueblo de Rivas, Rivas-Urbanizaciones y el centro comercial H2O. «Un hombre de unos 45-50 años, haciéndose pasar por policía secreta, le robó a mi hijo el teléfono móvil y la cartera», desgranaba. Los hechos tuvieron lugar en la calle de Caballero-Bonald, cuando este individuo simuló hablar por teléfono para decir a su supuesto interlocutor que estaba viendo a un sospechoso, colgar y pedirle su móvil y cartera identificándose como policía. «Cuando el niño se lo dio todo y replicó que él no había hecho nada, le dijo que fuera a buscar a sus padres mientras él custodiaba sus pertenencias», proseguía. Extrañado, el menor le pidió que le devolviera el terminal para llamar a sus progenitores y que estos acudieran allí, recibiendo entonces la segunda negativa. «Le dijo que no, que fuera de una carrera y al pedirle que le acompañara el sujeto contestó que tenía que esperar a un compañero y que estaba desobedeciendo a un policía, así que él subió a casa a buscarnos y cuando bajamos corriendo evidentemente se había ido», terminaba el escrito. Días después del aviso, los agentes del Instituto Armado lograron arrestar al autor, un español de 42 años y con antecedentes policiales de idéntica naturaleza, tras apoderarse de pequeñas cantidades de dinero de sus objetivos y un total de cinco teléfonos móviles. Fuentes de la Guardia Civil explican a ABC que esta técnica no es tan habitual, pero sí que responde a oleadas. «Se suele dar un caso y, si les funciona, repiten a los pocos días». Dentro de este campo, se buscan tres cosas: dinero, móviles y droga. «Hay ocasiones en las que, si pillan a un grupo de chicos fumando hachís, aprovechan para quitarles las sustancias porque saben que no lo van a denunciar», añaden las mismas fuentes, separando este tipo de acciones de lo que se conoce como 'policías ful', mucho más violentos y organizados. Placas simuladas Estos falsos agentes, en cambio, solo necesitan de grandes dotes de persuasión para cometer robos de guante blanco. Buscan a menores «porque son más fáciles de engañar, son asustadizos y muy impresionables, sobre todo si les hacen creer que han cometido un delito y pueden ser detenidos». Una vez seleccionados, basta un golpe de muñeca rápido para mostrar una placa simulada o, simplemente, manifestar verbalmente su condición de agente de la Benemérita o Policía Nacional , dependiendo de la demarcación donde se encuentren. Los asaltos suelen llevarse a cabo cuando se acerca el fin de semana por una sencilla razón: los jóvenes salen a la calle con más dinero para disfrutar del tiempo libre. Para evitar caer en la trampa, conviene recordar que cualquier policía está obligado a identificarse en caso de que un ciudadano así se lo solicite. Así lo establece el artículo 21 del Real Decreto 1484/1987 , en su apartado 1: «Los funcionarios que prestan servicio sin uniforme usarán como medio identificativo de su condición de Agentes de la Autoridad el carné profesional y la placa-emblema, cuando sean requeridos para identificarse por los ciudadanos o en los casos que sea necesario para realizar algún servicio». MÁS INFORMACIÓN Un policía «ful» inmoviliza a su ex con una pistola Taser para retenerla y golpearla Y respecto a la filiación del interceptado, los agentes solo podrán solicitar el documento de identidad «cuando existan indicios de que han podido participar en la comisión de una infracción o, en atención a las circunstancias concurrentes, se considere razonablemente necesario que acrediten su identidad para prevenir la comisión de un delito», según el artículo 16 de la Ley de Seguridad Ciudadana. En otras palabras, ninguna persona está obligada a entregar el teléfono móvil, la cartera (a excepción de un registro de la misma, que será devuelta una vez completado) o cualquier otro artículo de valor que porte encima. Identificación El agente está obligado a identificarse. El artículo 21 del Real Decreto 1484/1987 pone el foco, además, en los funcionarios que prestan servicio sin uniforme. Pedir documentación Ninguna persona está obligada a entregar el teléfono móvil, la cartera o cualquier otro objeto de valor. Solo deberá facilitar el DNI o pasaporte cuando haya indicios de que ha podido incurrir en un delito o se considere necesario. Llamar a la Policía Ante cualquier sospecha de estar siendo víctima de un robo, hay que llamar de inmediato a la policía. Y, en caso de que este ya se haya producido, poner la denuncia a la mayor brevedad posible. Presencia de un superior Si un policía se niega a identificarse, el afectado tiene que pedir la presencia de su superior para advertir el hecho.
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