domingo, 23 de octubre de 2022

Alejandra Quereda : «Se puede y se debe exigir, pero el respeto a la persona es vital»

«Me parece que fue ayer», sonríe Alejandra Quereda (Alicante, 1992) al recordar la medalla de plata que consiguió con el equipo en Río 2016 . Han pasado seis años y la alicantina volverá a unos Juegos en París 2024; pero no defenderá ningún ejercicio sobre el tapiz, sino que lo hará a través de sus pupilas, Inés Bergua (18 años), Ana Arnau (17), Mireia Martínez (17), Valeria Márquez (18), Salma Solaun (17) y Patricia Pérez (18). El conjunto consiguió la primera plaza olímpica para España, una primera medalla para Quereda después del batacazo que supuso para la gimnasia rítmica nacional perderse los Juegos de Tokio. De no ir a Tokio a estar ya en París, ¿cómo ha sido este proceso? Estamos muy contentas. Las transiciones siempre son complicadas. El código tras Río cambió y no favoreció al equipo que se había seleccionado para sustituirnos. Hay muchos factores para que un proyecto no vaya bien, pero había que buscar soluciones. Como equipo técnico éramos conscientes de que este Mundial (en Sofía) no solo valía para la plaza, sino que se podía conseguir una medalla después de un periodo de sequía importante. Ver que Copa tras Copa íbamos siendo bien valoradas nos metía presión, pero se podía lograr. Se intentó quitar esa presión a las chicas, centrándonos en nuestro trabajo. Buscamos siempre objetivos alcanzables que dependan de nosotras. Y no hay mejor objetivo que enseñar el trabajo de la sala de entrenamiento en la competición. ¿Y cómo fue su proceso de deportista a seleccionadora? Es un cambio importante, sobre todo a nivel de estrés, de sufrimiento. Se pasa peor desde este lado. No tienes esa inocencia como deportista, sobre todo al ser tan joven. Desde fuera eres más consciente de todo. Salí de la gimnasia por completo. Pasé por quirófano porque todas terminamos el ciclo muy lesionadas, terminé Medicina y mi mundo estaba enfocado en preparar el MIR y dedicarme a ello. La gimnasia no entraba en mis planes, pero vuelve a llamar a mi puerta. Otro giro radical. En muchos aspectos estoy muy agradecida, y en otros, quién sabe cuándo retomaré la Medicina. Pero mi objetivo es siempre a corto plazo: año a año, ciclo a ciclo. El primero era estar en París. Ya estamos. Ahora, a por la plaza individual, y ojalá sean dos. Noticia Relacionada Polideportivo estandar Si Un deporte mixto total: el salto hacia la igualdad de la natación artística Laura Marta La FINA aprueba un máximo de dos chicos por equipo en sincronizada a partir de 2023 y espera que la norma se extienda al programa olímpico ¿Qué ha tenido que aprender? Como deportista es una rutina más organizada y marcada. Te dejas llevar por lo que te marca la entrenadora: llegas, entrenas, al colegio, vuelves, fisio, entrenas. Ahora hay muchas más cosas en las que pensar: buscar músicas, posibles diseños de maillots, elementos, ideas para sorprender y rascar una décima, vigilar al resto de países, conocer las normas y aplicarlas… No es solo el entrenamiento. Hay en nuestras manos muchísima confianza, pero también se espera mucho de nosotras: que enseñes gimnasia rítmica, que formes a un grupo de personas, que lleves al equipo a lo más alto, que crees buenos ejercicios y que los resultados acompañen. Estás en el punto de mira. Es muchísima presión. José Ramón Ladra ¿Cómo es el proceso creativo? Es una de las partes que más me gustan. Buscar una música, pensar cómo vas a representarla, cómo la van a interpretar las gimnastas, si funcionará en sus cualidades. De tu idea, a las gimnastas y que ellas la hagan suya y transmitirla al público. Por eso aceptamos propuestas de todas, nos gusta que sean partícipes. ¿Sueña con elementos? Sí. Sueño con elementos de los ejercicios, desde luego. Llego un día y digo: tengo que probar esto, que me ha venido cuando estaba a punto de dormirme. Me pasa desde que era niña, me venían flashes. Soy seleccionadora de individual y conjunto, y entrenadora de conjunto con Ana María Pelaz, que es la responsable. Y ayudo a Marta Linares con las individuales. Para la rítmica es imprescindible que, como mínimo, haya cuatro ojos. Nos proponemos desconectar, pero la gimnasia te absorbe. Ese aspecto debo seguir trabajándolo. También tiene que crear el ejercicio perfecto en la elección del grupo. Es que un equipo no funciona si no congenian. Puede haber el caso de que dentro del grupo tienes a una gimnasta técnicamente muy buena, pero no encaja en el conjunto, no es una pieza que da coherencia. Es un puzle muy difícil. Para mí ninguna se pasa de edad. Si alguien en un momento se descartó, a lo mejor dentro de dos años la situación cambia, ella cambia o los códigos cambian y se puede repescar porque ahora sí es perfecta para ello. Tengo las puertas abiertas para ver a gimnastas de todas las categorías. Cada una también desarrolla de forma distinta. Ha pasado de que le exijan a exigir, ¿qué ha mantenido y qué ha apartado del tapiz? Siempre he sido muy exigente, conmigo y con mis compañeras. También era muy perfeccionista. Son dos cualidades que sigo manteniendo. Ser buen deportista no te garantiza que vayas a ser un buen entrenador. Se me plantea esta oportunidad y yo pienso en la ilusión y el esfuerzo para transmitir a las chicas que es posible alcanzar un sueño deportivo, que España puede volver a unos Juegos. Muchas de ellas han crecido viendo los éxitos de nuestro equipo, el 'equipaso'. Mi meta es que ellas superen lo que hicimos nosotras. ¿Entiende ahora más a sus padres y el vértigo que debieron sentir al dejar a su hija irse de casa para intentar el sueño profesional? Ese vértigo también lo tuve yo. Fui muy consciente de lo que era dedicarme a nivel profesional a la gimnasia. Dejar a la familia en Alicante fue de los pasos que más me costó dar. Me gustaba y quería estar en lo más alto de la rítmica, pero no quería estar lejos de la familia. Pero no lo puedes tener todo a medida. ¿Nota la responsabilidad de tener a esas gimnastas tan jóvenes en sus manos? Es una responsabilidad muy grande. Se crían en este ambiente, se forma una familia, porque las acompañamos en su evolución como personas, no solo deportistas, y en ese cambio que hacen en la adolescencia. Siempre estamos a disposición de quien quiere hablar con nosotras. En el día a día se canaliza todo a través de la Federación o de las gimnastas para que los familiares puedan tener toda la tranquilidad de que sus hijas están en las mejores manos y están cuidadas. José Ramón Ladra ¿Ha tenido que aprender a ser un poco psicóloga? Es verdad que son tantas horas, que solo con verlas entrar por la puerta ya sabes lo que les pasa. Pero contamos con profesionales de psicología y reforzamos esa idea porque es importante que las chicas tengan a una persona de fuera con quien hablar, que el desarrollo mental no venga solo de dentro de esta sala. Como entrenador intentas aprender de ellos para encauzar la información hacia la gimnasta e ir todos por el mismo camino. Y como deportista aprendes qué te gustaba o no te gustaba o no te convenía tanto. Intento no reproducir aquellas cosas que no nos ayudaban a ser mejores cuando era gimnasta. ¿Cómo se transmite que un error no te puede hundir? La gestión de las emociones es vital. Por eso subrayamos la figura del psicólogo. Te juegas el trabajo de cuatro años en dos minutos y medio en conjunto y un minuto y medio en individuales. Fallas y te penalizan y ya se te pasa por la cabeza «he perdido mis opciones». Pero te tienes que levantar, continuar sin errores siendo consciente de que no puedes eliminar esa penalización. En un partido de fútbol, te meten un gol y a lo mejor tienes tiempo para empatar o incluso ganar. Aquí no. Esa capacidad de decidir cómo reaccionar ante un fallo requiere un trabajo psicológico muy grande. Solo se puede llegar a dominar, y no del todo porque a veces ni se puede, con el tiempo. Hay que vivir muchas situaciones. ¿Nota el cambio generacional también, por ejemplo con las redes sociales? En mi época no había Tik Tok, era el boom de Instagram. Está bien que estén conectadas. Pero que sean conscientes de cuándo pueden dedicarle más tiempo o cuando no interesa tanto. Porque yo lo he vivido. Lo mejor es no estar pegado a las redes sociales. Te quitan tiempo de descanso. Y, segundo, ver a toda esa gente que está apoyándote y al mismo tiempo esperando que des lo mejor de ti puede ser más presión de la necesaria. Intentamos que estén más centradas en otra cosa que en las redes, pero sabemos que son activas. Pero es algo que pueden seguir aprendiendo y compaginando. Son muy poderosas y hay que saber utilizarlas muy bien y a tu favor, para que te ayuden a construir tu imagen como deportistas profesional, para que te puedan abrir puertas de patrocinadores. José Ramón Ladra Esto es deporte de élite y seguro que hay broncas (tuerce el gesto ante esta palabra), ¿se puede exigir con cariño? Por supuesto. Es una de las claves. Exigencia y respeto son vitales. No se puede llevar el día a día de otra manera. El entrenamiento es serio, exigente y disciplinado; de puertas para afuera cuentan con nosotras para todo, hay muchísima complicidad y empatía entre gimnastas y entrenadoras. El deporte es educación. Se puede y se debe exigir, pero con respeto. Desde el primer día dejamos claro dónde están los límites, dónde llega el límite de la exigencia y dónde no se puede sobrepasar. No se me ha pasado nunca por la cabeza. Como deportista no nos hubiera gustado que nos lo hicieran, como entrenadora no voy a hacer lo que no me gustaría que me hubieran hecho. Y vuelvo al refuerzo psicológico. Porque no es solo lo que tú dices y cómo lo dices sino cómo la otra persona lo va a recibir por la situación que esté viviendo: nivel emocional, ansiedad, estrés. Estaría bien que los deportistas y equipos técnicos tuvieran más herramientas de apoyo para que te refuercen lo que haces bien y te puedan reconducir si hay algo que se pudiera hacer mejor de otra forma. Nos movemos en unos niveles de perfeccionismo tan altos que, por desgracia, puede haber momentos en los que en algún deporte se haya dado algún caso de tratar mal. También siguen surgiendo casos de abusos. Sí, sigue habiendo noticias de esto. Es triste. Lo primero es denunciar y conseguir el apoyo de las instituciones. Cada vez parece que todo el mundo se va concienciando más en estas cosas. No conozco de cerca esas situaciones ni he tenido casos cerca, pero debe de ser muy duro. Cualquier situación vivida hay que denunciarla, hay que hablar y ponerla en conocimiento de quienes puedan ayudarte. No es nada fácil, lo sé, eres vulnerable. El apoyo de la familia, de las instituciones y de expertos es imprescindible para detectar cualquier caso e incluso síntomas para actuar antes de que llegue a producirse. Ser lo más transparentes posibles. Que el deportista tenga la oportunidad y libertad de hablar y denunciar. Fue plata en Río 2016, ¿qué recuerda de aquello? Me sigue pareciendo que fue ayer. Cuanto más tiempo pasa más te das cuenta del éxito que lograste, que llevaste a tu país a lo más alto y has conseguido algo que quedará para siempre. Y que fuiste referencia para niños y niñas de tu deporte y de otros. Yo disfruté y creo que mis compañeras también. Llegamos con mucha veteranía y madurez, muy compenetradas, supimos disfrutar y dejar al lado la presión por un resultado. Éramos conscientes de que era la última salida a un tapiz internacional. Uno de los momentos que recuerdo con mayor alegría no fue el de saber que eres medallista, sino la pose final del último ejercicio. Ahí te derrumbas. No sabes el resultado, pero eres consciente de que has dado todo de ti y ha salido lo que tú te proponías y te viene el momento de liberación de la adrenalina. Ellas (Elena López, Artemi Gavezou, Sandra Aguilar y Lourdes Mohedano) también me están apoyando en esta fase. Hay grupo de WhatsApp y quedadas; el 'equipaso' es para siempre.   ¿Y qué objetivos se marca con el nuevo 'equipaso' para París? El objetivo es seguir creciendo como equipo, hay potencial y mucho margen de mejora. El primer paso era estar, el siguiente es estar una final olímpica, sin duda. Este año ha sido un punto de inflexión, no solo para nosotros como equipo, sin para cómo nos miran otros equipos. Esperamos aprovechar este tirón. Ahora mismo no quiero poner otras metas, pero hay que soñar en grande. El nuevo 'equipaso' Recogidos los maillots, cambiadas las puntas por las zapatillas, el grupo que ha devuelto a España a unos Juegos Olímpicos entra en el Instituto de la Residencia Blume. Hay risas, móviles, complicidad. Todavía en proceso de crecimiento profesional, la gimnasia rítmica las ha reunido por un objetivo enorme, que cargan, como las mochilas, con aparente ligereza. Inés Bergua, Ana Arnau, Mireia Martínez, Salma Solaun, Patricia Pérez y Valeria Márquez llevan juntas desde finales de 2020 y un buen recorrido de éxitos en diferentes competiciones internacionales. José Ramón Ladra Están todavía asimilando qué significa una plaza para París 2024. «Ahora sí que somos más conscientes. Al principio estábamos en shock, ahora lo hemos asimilado más y sabemos la magnitud que tiene y lo grande que es lo que hemos conseguido. Y me acuerdo del momento de la celebración: todas emocionadas gritando, llorando. Increíble. Era un sueño que se estaba haciendo realidad», indica Bergua. «Estábamos un poco desconcertadas y no parecía haber cambiado nada. Pero ahora ya sí«, ratifica Martínez. »Nuestras familias pudieron venir a vernos a Sofía. Mi familia no se lo terminaba de creer, y hacía tiempo que no veía a mis hermanos llorar. Fue mucha emoción«, recuerda Bergua. »Disfrutaron de haber conseguido la plaza, claro, pero el resto de mi familia cuando los vi en persona hubo lágrimas más que palabras«, acompaña Martínez. »El papel de los padres también es muy duro. Desde la distancia tienen que aguantar nuestros días malos, cuando ellos no tienen la culpa. Pero los necesito siempre«, señala Bergua. A pesar de la presión, lograron el bronce en conjunto y esa plaza que devuelve a la rítmica española a unos Juegos. ¿Presión? «Yo intento disfrutar de pase por tapiz al máximo, sabiendo que el trabajo ya está hecho, las horas de trabajo están detrás. Es el momento y solo hay una oportunidad», explica Martínez, quien destaca que lo más bonito es «la competición y estar todas unidas y disfrutar cada entrenamiento». ¿Lo más duro? «Saber reponerse de una mala racha, resurgir, eso es muy duro. La confianza es superfundamental en un conjunto. Cuanta más haya, mejor saldrán los ejercicios y la unidad también se ve reflejado», subraya Bergua. MÁS INFORMACIÓN noticia Si Roberto Heras, el ciclista que no quiere recordar noticia Si La EPO llega a la cima del tenis: La exnúmero uno Simona Halep, positivo Van unidas en todo, aunque difieren en cómo se veían cuando eran más pequeñas. «Yo para nada me imaginaba que iba a llegar hasta aquí. Era una actividad extraescolar y he ido llegando poco a poco, pero sin darme cuenta, sin ir detrás de esto. Ha llegado porque ha tenido que llegar», apunta Martínez. «Yo empecé con tres años y desde pequeña me lo imaginaba. Claro que sabía que era difícil estar en la selección, ir a un Mundial, conseguir una plaza, pero desde pequeña lo imaginaba y lo soñaba. Y he trabajado para ello y, poco a poco, se está cumpliendo todo», finaliza Bergua.

De Deportes https://ift.tt/YNjmP3z

0 comentarios:

Publicar un comentario