viernes, 28 de octubre de 2022

¿Qué pasó realmente con la desaparición de Gloria Martínez el 30 de octubre de 1992?

Una de las desapariciones que más tiempo llevan en la memoria de muchos españoles es la de Gloria Martínez, una adolescente alicantina aún menor de edad cuando se le perdió el rastro, hace justamente 30 años la madrugada de este 30 de octubre. Un drama familiar desgarrador y un caso todavía abierto para los investigadores de la Guardia Civil , aunque ya se agotó la vía judicial. La versión oficial del caso, la única que se aceptó oficialmente y por la que se archivó para la Justicia, apunta a que la joven de 17 años se fugó de una clínica de reposo para pacientes con problemas psiquiátricos en Alfaz del Pi y nadie volvió a verla nunca más. Pero las circunstancias de esa huida precipitada carecen de toda lógica y no resultaron verosímiles desde que las enfermeras y la dirección de aquel centro médico expusieron su relato de lo sucedido a las autoridades. Si le habían administrado sedantes para relajarla e incluso llegaron a atarla de pies y manos a la cama para evitar que se autolesionara, además de pedir ayuda a un matrimonio búlgaro que se encargaba del mantenimiento de las instalaciones, ¿cómo pudo escapar? Además, el muro exterior tenía dos metros de altura y Gloria había salido descalza y sin gafas -con una miopía de ocho dioptrías-, pasada la medianoche y con un entorno agreste alrededor, en el campo, sin núcleos urbanos cercanos. MÁS INFORMACIÓN galeria Si Caso Gloria Martínez: la adolescente que desapareció dos semanas antes que las niñas de Alcàsser Los padres, Álvaro e Isabel, nunca dieron crédito a estos testimonios de la enfermera y una auxiliar, las únicas personas encargadas del cuidado de su hija, ni de la médico y directora-accionista del Centro San Luis, que tras esta desaparición se reconvirtió en geriátrico y posteriormente cerró definitivamente. Con el dolor añadido para esta pareja de que ellos nunca habían querido llevar a Gloria para esta terapia de reposo a la que solo accedieron por la insistencia de la psiquiatra que se la prescribió, por los problemas de insomnio y ansiedad que arrastraba desde hacía años. La madre, además, había pedido quedarse la primera noche con ella en Alfaz del Pi, pero le negaron esa posibilidad porque «contravenía las normas de la casa», en un establecimiento de alto standing, con piscina e instalaciones deportivas. Pistas e incógnitas Entre las incógnitas del caso, el hallazgo en la fosa séptica de la clínica de una prenda interior y un cinturón en una bolsa de Gloria, años después en un registro e inspección de las instalaciones cuando ya no tenían actividad. En las pocas horas que estuvo ingresada en la clínica, por la tensión y el miedo a que le inyectaran más fármacos, la joven se orinó encima y había mojado su ropa íntima, por lo que se mudó. Supuestamente en un momento que aprovechó al ir al baño, se evadió sin que pudieran retenerla, según las cuidadoras a su cargo. Entre las múltiples llamadas que a lo largo de estas tres décadas han avisado por haber visto a Gloria, todas infructuosas, una situó a la joven en Tibi , saliendo del domicilio de la enfermera que la atendió, si bien las pesquisas de la Guardia Civil concluyeron que también era una falsa alarma, por las incongruencias del testimonio. La adolescente alicantina en la imagen difundida para ayudar a su búsqueda. ABC De nada sirvieron tampoco las arduas batidas en las inmediaciones de aquella clínica de reposo, por barrancos y otros parajes en plena Naturaleza para encontrar indicios ni siquiera del paso de la adolescente en su supuesta huida. Por esta razón, tampoco faltó la hipótesis -solo conjeturas sin base en la investigación policial, al menos- de que Gloria nunca llegó a salir su corta reclusión ni huyó, sino que murió por un exceso de medicamentos . Indemnización por un «daño incalculable» Sin más recorrido por la vía penal, cuando el juez archivó la causa sin encontrar pruebas de criminalidad, posteriormente en 2008 la Audiencia Provincial de Alicante condenó por la vía civil a la empresa gestora de aquel centro de tratamiento del estrés, que no clínica psiquiátrica, y a la psiquiatra que prescribió el tratamiento a indemnizar con 60.000 euros a los padres de Gloria, como responsables por la falta de seguridad en estas instalaciones. También se consideró en la sentencia que no había suficiente personal cualificado para ocuparse de la paciente y, tiempo después, se elevó la indemnización a 104.000 euros al considerarse que el daño psicológico a los padres fue mayor que si hubieran encontrado muerta a su hija, «incalculable». Todavía hoy aparece Gloria Martínez en el portal de Internet SOS Desaparecidos y queda el triste recuerdo, en especial, en su barrio de La Florida de Alicante, donde después de tanto tiempo su calle ya no se llama igual, cambió de nombre por la Ley de Memoria Histórica. Aquella buena estudiante de COU que tocaba el piano y que no padecía ninguna enfermedad grave, tal como reconocía la psiquiatra que la trató, se adentró en un camino sin retorno incomprensible, teóricamente una terapia de sueño de unos pocos días de duración.

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