jueves, 20 de octubre de 2022

Una de oreja (mía)

La oreja, imagino que recuerda usted la sección madrileña al respecto de eso mismo -la oreja-, empezó a llenarse de pus a los días del incidente sobre ruedas. Iba yo con la oreja como un Ecce Homo, y el madrileño, que ya tengo dicho que es pueblo sano y curado de espanto, me miraba con temor, ternura, ganas de cuidar al enfermo según mandamiento bíblico y alguna arcada que era comprensible. La cuestión de mi 'una de oreja', que no tocó a tímpano gracias a la intercesión del de Medinaceli , es que en el centro de salud me cedieron el asiento y el galeno cuando vieron que la oreja sangraba. Y fue el mismo día que atacaron a Van Gogh por esas casualidades de la vida. La chica que me cedió el asiento y el lógico turno en el médico, Laura, estudiaba Medicina y me tranquilizó, aunque la pus me hizo pusilánime (sic). Y así sigo. Dolía tanto que cerraba los ojos y veía 'El jardín de las delicias' de El Bosco. Cabras, visiones raras y demás imágenes como sin sentido. No quiero ser 'el Pupas', pero cuando uno menos se lo espera, en esta ciudad aparecen ángeles vestidos de día laborable que son ni más ni menos que la Humanidad de la ciudad. La oreja de marras ya está bien, gracias, que los antibióticos y la 'jindama' de quedarme sin pabellón auditivo podían con mi temor de tomarme Ibuprofeno , que ahora es como el aceite de colza. Noticia Relacionada lapisabien opinion Si Prosas del Viaducto Jesús Nieto Jurado Diego miraba a las estrellas en el Viaducto, pero con la redundancia del experto La cicatriz quedará o no, pero el infierno no son los otros. El infierno es una oreja purulenta que no es la que le ofrecimos en verano, que insisto que era de mamíferos más sabrosos, sino una oreja decorada de Betadine paseada por Madrid, infectada, y salvada de la carnicería de un practicante por un milagro, ya digo, del de Medinaceli. Más que zona erógena, en la oreja hay capilares, venillas, y perder audición, siquiera temporalmente, es lo peor que le puede pasar a un periodista miope como yo. De los que cruzan en rojo los semáforos a lo Paloma San Basilio ; de los que no se llevan el paraguas si llueve. Contrariamente a lo que recomendaba José Luis Perales .

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