Un compendio de meses en horas bajas y aquí seguimos: con el ánimo a cuestas. Desde antes del verano con el martirio y soniquete de la crisis y la deuda, con los muertos en un país cercano y las gasolineras más cotizadas que una Anunciación de Murillo en Sotheby's. Con los supermercados como un museo en el que se mira y no se toca. Y así nos van a tener, atenazados en esta horquilla que va del miedo a la desidia, que es como se gobierna mejor. Para qué alcanzar acuerdos con la oposición si no se ponen de acuerdo ellos solos. Todavía se puede encender un poco más al personal. Por qué un pacto de Estado que garantice la educación libre de todos los críos, que puedan estudiar en español en España, que haya una misma selectividad allende Despeñaperros -para abajo o para arriba-. Y no hablemos de que los políticos dejen de meterle mano a la Justicia a través del CGPJ. Que ahorren las familias, si pueden, que la administración va por otro lado. El Estado como una fiesta que no cesa de alguna película italiana de aquellas que se filmaban en Cinecittà, pero llena de tipos sin glamour, sin escrúpulos, ni corbata. El 12 de octubre es Fiesta Nacional porque es ya el único día que el Gobierno no se dedica a hacer «cosas chulísimas». Podría ser peor: podríamos tomar el vino con gaseosa, o tener que beber agua. Que los alumnos no estudiasen a Cervantes por no ser catalán y en cambio se metiesen como introducción a la literatura las canciones de Camilo. Que le encargasen la letra del himno a Maluma. Conformarnos con una reproducción vegana de unos huevos fritos autosuficientes que no han visto en su vida una gallina, con una relación monógama, pero no mucho, fija discontinua. Con los bares cerrados porque la gente ya no se conforma con una caña, sino que piden trankimazines en vena. Y las panaderías de luto, con pan negro -que por mucho que digan los expertos que es más sano no deja de ser el pan de la posguerra-. Podríamos estar más gordos y más calvos y ser más pobres… Que la cola de Cáritas fuese aún más larga ¡El caso es quejarse! ¡Hombre ya! Hasta entonces nos queda este veranazo de San Miguel, todavía suena Venecia de madrugada y existe la posibilidad de encontrar una novia. Mantengo intacta la esperanza.
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