
Joan Laporta puede presumir de títulos y excelencia deportiva como presidente del Barcelona, en sus dos primeras legislaturas. Pero otro rasgo que retrata su mandato es el de las dimisiones de sus compañeros de viaje, directivos y ejecutivos que lo abandonan a mitad del camino. La reciente y controvertida salida del director general, Ferran Reverter, es el último ejemplo de la difícil convivencia con el mandatario, legitimado por los 30.000 votos logrados en las urnas, pero al que se le acusa de tomar constantes decisiones unilaterales. El estilo presidencialista. Ya son 22 socios, entre directivos y ejecutivos, los que se han bajado de su barco desde que accediera al poder por primera vez en 2003. En 2005, cuando Laporta nombró directivo...
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