martes, 15 de febrero de 2022

El contraste entre el «imparable» Mbappé y el frustrado Messi

Moría el partido y era Courtois quien apuntaba a llevarse todos los elogios, convertido en héroe y salvador de un Madrid pasivo en el Parque de los Príncipes. El belga frustró el asedio del PSG con varias intervenciones decisivas, pero hasta para él resultó demasiado el empuje martilleante de Mbappé. Fue un último destello del extremo capitalino el que le sirvió para coronar una gran noche. Es Mbappé un futbolista de corte inquieto, pelín machacón incluso, al que sus compañeros buscan de forma insistente. Y con razón. En el Parque de los Príncipes fue la principal referencia ofensiva del PSG (siete remates, cuatro a puerta), primero por el centro y luego escorado a la izquierda, donde más daño hizo. Suyas fueron las mejores ocasiones y resultó un auténtico dolor de muelas para toda la defensa, en especial para un superado Carvajal. A Casemiro y a Militao les tocó hacer de bomberos para sofocar los incendios provocados por el extremo, pero el fondo físico del francés acabó por desarmarles. A Mbappé, jugador estrella de esta eliminatoria por aquello del enredo de su futuro, se le notaron las ganas por lucirse y celebró con rabia su postrero gol, un tanto ganado a pulso. «Queríamos estar listos para estas grandes noches porque soñamos con este tipo de partidos», dijo nada más terminar el partido. Mbappé se maneja con sorprendente soltura con el castellano, casi sin acento, aunque se le pierden las eses del final de las frases. No le tembló el pulso para salir a hablar, pese a que conocía de sobra que las preguntas sobre el partido irían mezcladas con las obligadas sobre dónde jugará la próxima temporada. El francés lo capeó con una sonrisa: «Soy jugador del PSG, siempre estoy muy feliz. Es normal que la gente hable de mí. Dije que iba a darlo todo y había que demostrarlo con hechos. Lo hice una primera vez, pero habrá que hacerlo otra en el Bernabéu». [El uno a uno del PSG - Real Madrid] Hasta el gol, Mbappé se había topado, al igual que el resto de sus compañeros, con un muro que parecía infranqueable. Suya fue la primera ocasión, antes de los veinte minutos, en la que disparó a bocajarro después de recibir en el área un envío largo de Messi. Su remate con la izquierda, desestabilizado por Carvajal, lo despejó con acierto Courtois. También estuvo fino el belga al poco de comenzar la segunda mitad, cuando Mbappé chutó con fuerza, de nuevo desde dentro del área, tras asociarse con Achraf y sacar los colores a toda la defensa blanca. «Mbappé es imparable», reconocía Carlo Ancelotti en rueda de prensa, rendido como el resto al extraordinario desempeño del francés. ««Es el jugador mejor que hay en Europa hoy, ha sido determinante», continuaba el técnico blanco. «Se me acaban las palabras para poder calificarle», concedía también un Mauricio Pochettino que se resiste a dar por perdido a uno de sus buques insignia: «Esperamos que esté muchos años con nosotros en París», explicaba sin demasiada fe. «No tengo decidido mi futuro. Lo de esta noche no influirá en mi decisión», afirmaba entonces el gran protagonista de la noche antes de escapar a la carrera de los micrófonos. Después, como haría cualquier joven, tuiteaba orgulloso el resultado de su exhibición: «Primer duelo victorioso. Esto es París». Cada vez menos de Messi El fulgor de Mbappé opacó aún más el reencuentro de Messi con el Real Madrid. No fue el partido de un jugador que cada vez es menos él. Juega dónde y al ritmo que quiere, con la mirada como único esfuerzo para defender y libertad para colocarse en ataque. El fútbol del PSG le busca, aunque no de forma abusiva, pero el argentino ya no trasciende. Y menos por velocidad. Participó mucho tras el descanso. Desde el balcón del área intentó pases, tiros (la mayoría estrellados contra un rival), regates (no se fue nunca) y gobierno. Casemiro le ahogó intenciones y Courtois le paró el penalti, la ocasión más clara que tuvo para romper su sequía particular contra los blancos, al que no hace un gol desde hace ocho partidos. El último fue en 2018. Nunca había fallado un penalti contra el Madrid. Poco discurso para quien fue tanto. La tercera estrella de la constelación, Neymar, apareció en el partido a falta de 20 minutos, sustituyendo a un Di María que también cumplió su cometido. El brasileño no está en su mejor momento de forma, pero consiguió aumentar las revoluciones de su equipo en ese tramo final que resultó decisivo.

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