Llueve en Madrid y la ciudad se silencia. No hay un ruido. Los niños llevan cara de entender mucho de Geopolítica tras la II Guerra Mundial, y la ciudad, como Europa, anda medio consternada. En las cafeterías de la mañana, donde hasta antes de ayer todo era un jolgorio discursivo por lo de Ayuso y Casado, hoy hay silencio y la mirada compasiva al televisor que emite una plaza vacía, un eslavo llorando, y todo en la incomprensión. Madrid no es Kiev, pero está hoy hermanada por el dolor. Ese dolor que se respira a pesar de las mascarillas y de las no mascarillas que dijimos el otro día. En eso Madrid, siempre, se solidariza en el dolor. Y no sólo... Ver Más
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