La disyuntiva de Mbappé

El fútbol tiene curvas que, seguramente, ninguna otra profesión dibuja. ¿Se imaginan un abogado pleiteando contra otro en un caso mediático sabiendo que, pase lo que pase, en poco tiempo será compañero del que en ese momento es su rival? ¿Sería capaz un CEO de pegarle un mordisco de serias consecuencias al CEO de otra empresa del mismo sector aunque supiera que en apenas cuatro meses se marchará a ella? Suena extraño, sí. También en el fútbol, pero estas cosas sí que pasan en el deporte más popular del planeta. Ahí está el caso de Kylian Mbappé. El jugador que va camino de ser el mejor del mundo y dominar al resto, con permiso de Haaland, durante la próxima década tiene ante sí los dos partidos más extraños de su corta y brillante carrera. A sus 23 años, Kylian pone en juego su presente contra su futuro. Cinco años en el PSG en los que no ha sido capaz de levantar el trofeo más deseado, que es para lo que toda estrella recala allí. Ha estado cerca, con una final (2020) y una semifinal (2021), pero el ariete galo tiene aún una deuda pendiente. El problema es que solo le queda una oportunidad para pagarla, porque tiene decidido vestir de blanco a partir del 1 de julio. «Una decisión tan importante no creo que pase por un partido o por una eliminatoria. Es un chico inteligente, maduro, con una tremenda capacidad de análisis, sabiendo lo que él quiere para su carrera y su futuro, con gente alrededor que lo aconsejan de la mejor manera. Lo veo tranquilo, centrado en hacerlo lo mejor posible para el PSG y, como él dijo y hay que respetarlo, tomará una decisión después de que pase la eliminatoria», aseguró Pochettino en los días previos. Su reflexión refleja como ninguna otra los parámetros del caso Mbappé. El jugador ya tiene claro que será del Madrid, pero hasta que eso suceda se dejará la piel por el PSG. Para Kylian sería el broche soñado abandonar el PSG levantando el próximo 28 de mayo la orejona en San Petersburgo. Es un chico de Bondy, un barrio marginal del norte de la ciudad, y su amor hacia París es incuestionable. De ahí que haya medido tanto sus palabras desde el pasado verano, ya incluso cuando el Madrid llegó a ofrecer 200 millones por él. Quiso devolver la inversión al club, como gesto de amor, pero aceptó con total respeto que el PSG ni pestañeara por esa cantidad. Sobre el verde, está siendo de largo el mejor de la temporada en el PSG, y cada aparición pública es medida con sumo mimo para no herir los sentimientos de nadie en el club ni entre la afición: «¿Si he tomado la decisión sobre mi futuro? No. Jugar contra el Real Madrid cambia muchas cosas. Aunque tenga libertad para hacer lo que quiera en este momento, no voy a ir a hablar con el rival ni a hacer ese tipo de cosas. Estoy centrado en ganar contra el Real Madrid. Y luego veremos qué pasa», afirmó hace una semana. Es la misma hoja de ruta que ha llevado a cabo en las seis entrevistas personalizadas que ha realizado desde el pasado verano. Ninguna a un medio español, algo que tampoco es casual. No quiere enfadar a nadie. Se quiere ir del PSG con el respeto que se ha ganado durante estos cinco años, y llegará al Madrid con la admiración y el deseo que se tiene por alguien a quien se le lleva esperando desde 2018, cuando entonces le dijo sí al PSG y no al club blanco. Ahora será al revés. «Será especial jugar contra un amigo como él y, además, todos sabéis que un día puede jugar en Madrid», reflexiona Benzema. En la T4 de Valdebebas hay silencio absoluto sobre su llegada. Nadie quiere decir una sola palabra con el objetivo de no avivar una relación con el PSG algo tocada tras el caso Mbappé y el proyecto de la Superliga. Si no hay cambios de última hora, el acuerdo será de seis temporadas, con una ficha anual de 25 millones netos y la prima de fichaje estará cerca de los cincuenta millones, pero todo esto se vestirá de negociaciones iniciadas y finalizadas una vez acabe la temporada, como suele ocurrir en fichajes tan mediáticos. Imparable Mbappé es el jugador señalado para liderar la próxima gran etapa de la historia del Madrid. Nadie a su edad, ni siquiera Messi ni Cristiano, tiene los números que suma él. Con tan solo 23 años, El delantero del PSG ha anotado 204 goles y ha repartido 115 asistencias en 315 partidos entre clubes y selección, datos muy por encima de los dos mejores jugadores de la era moderna. A esa misma edad, Leo acumulaba 140 goles y 68 asistencias en 262 encuentros y CR7 registraba 102 tantos y 72 pases de gol en 303 partidos. Si las lesiones le respetan, y se cuida y es tan profesional como hasta hoy, apunta a romper todos los registros de ambos. También los de Benzema, su fiel amigo en la selección, aunque hoy no lo será entre las 21.00 y las 22.45. El delantero blanco, que será el mejor cicerone posible de Mbappé en sus primeras semanas en Madrid, dio ayer un paso al frente tras casi tres semanas lesionado y todo apunta a que será titular esta noche en el Parque de los Príncipes, tras las buenas sensaciones del entrenamiento de ayer: «He trabajado mañana, tarde y noche estas tres semanas, y de cabeza estoy bien. Si tengo que forzar, lo haré, pero eso no significará que me arriesgue a una lesión». Karim se ejercitó ayer por primera vez con el resto de sus compañeros y, seguramente, no esté para disputar los noventa minutos, pero solo su presencia en el once es una mínima victoria intimidatoria. «Él tiene ya el alta médica. Se ha entrenado individualmente, haciendo sprint y carreras, y luego están sus sensaciones. Yo tengo que pensar que lleva tres semanas sin jugar, pero es Karim. No tiene que adaptarse. Si está bien, está claro que tiene que jugar», explica Ancelotti. La eliminatoria estrena la regla más novedosa de este año en la Champions. Se acabaron el valor doble de los goles en campo contrario, coyuntura que condicionaba en exceso estos cara a cara, sobre todo para el equipo local en el partido de vuelta en caso de decidirse en una prórroga. Un aliciente más para disfrutar de dos de los mejores equipos de Europa en una final anticipada de Champions: «Nadie le sorprendería que así fuera», sentencia Carletto.

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