jueves, 9 de abril de 2020

Sánchez aleja el gran pacto de Estado al presumir de gestión y atacar a Casado

Si alguien esperaba que la espiritualidad del Jueves Santo se colara ayer por la vidriera del Salón de Plenos del Congreso para brindar mayor responsabilidad y altura de Estado a la intervención del jefe del Gobierno se llevó una gran decepción. El debate de la segunda prórroga del estado de alarma expuso a un Pedro Sánchez que, con tono soberbio, no solo se negó a asumir de forma individual los errores cometidos durante la pandemia sino que sacó pecho de la gestión realizada. Y en lugar de cortejar al PP ante los nuevos Pactos de La Moncloa que impulsa, optó por atacarle con dureza. «Esta crisis no tiene culpables», «toda Europa llegó tarde, pero España actúo antes» o «ningún gobierno de ningún país puede presumir de no haber cometido ningún error» fueron algunos de los argumentos tras los que se refugió Sánchez el mismo día en que nuestro país registraba 5.238 fallecidos por coronavirus y alcanzaba la mayor tasa de mortalidad del mundo por habitante. Aún así, el jefe del Ejecutivo insistió en normalizar los fallos cometidos e incluso llegó a pronosticar una «victoria total» contra el virus ignorando las defunciones. Memoria selectiva Bajo esta óptica, se jactó de su gestión y describió a España como el primer país en adoptar medidas de confinamiento en Occidente y aseguró que siempre ha seguido los mandatos de la Organización Mundial de la Salud. También presumió de que nuestro país es una de las naciones que más test realizan, la que ha implementado el confinamiento más duro y la que facilita más información. Sánchez olvidó así que Italia impuso aislamientos antes que nuestro país, nada dijo sobre los desfases en las cifras oficiales de fallecidos e ignoró que el número de test realizados llevan días sin subir. En este repaso selectivo, también obvió que el 7 de marzo la OMS pidió a todos los gobiernos que tomaran las medidas necesarias para evitar la expansión del virus con la mirada puesta en las manifestaciones feministas del 8 de marzo. Pese a todo ello, Sánchez sí encontró razones para la crítica pero no interna sino a los populares a los que recriminó que no le brinden un apoyo más cerrado. Éste fue el contexto y el tono en el que el jefe del Ejecutivo avanzó la convocatoria de la primera reunión de los nuevos Pactos de La Moncloa, para la semana que viene, exigiendo a los partidos de la oposición que elijan entre formar parte «de la unión o de la división» del país. Esta cuestión acaparó, junto a la gestión de la pandemia, el cruce de acusaciones entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, Pablo Casado. Este dejó en el aire su participación en la iniciativa criticando la falta de voluntad negociadora del líder socialista y su unilateralidad. «Difícilmente puede aspirar a reescribir la Transición quien no es capaz ni de negociar un decreto», replicó a Sánchez, cuya oferta de pacto calificó de «trampantojo para desviar el telediario de tantas malas cifras». Esta respuesta no le sentó bien al jefe del Ejecutivo quién le devolvió el golpe acusándole de exigir «lo que nunca han dado ni van a dar». «Solo el que no cree en la política como instrumento para el acuerdo renuncia al acuerdo antes de intentarlo», atizó. Aún así, fuentes del PP explicaron que aún no puede descartarse la participación de Casado en ese nuevo foro. Lastra entra en escena Además, de poner en duda las intenciones reales del jefe del Ejecutivo respecto al pacto, el líder de la oposición cargó duramente contra él por presumir de la gestión de la crisis. «No merece el apoyo de la oposición, su arrogancia, sus mentiras y su incompetencia son un cóctel explosivo para España», le advirtió. Casado también le pidió que aclare el baile de datos en las defunciones. «Díganos si es verdad que el número real de víctimas podría duplicar las cifras oficiales, porque sería de extraordinaria gravedad», inquirió. Sánchez le advirtió que no entrara en esa cuestión -«no vaya por ese camino», le dijo-, le acusó de verter «palpables falsedades» y de «dibujar un panorama enormemente negativo» de su gestión. La pregunta de Casado no solo se quedó sin respuesta sino que recibió una feroz embestida de la portavoz socialista, Adriana Lastra. La política asturiana le acusó de cometer «una profunda deslealtad» y de «alimentar bulos, mentiras y odio» a lo largo de un discurso que también incluyó nutridos ataques a la presidenta madrileña, Isabel Ayuso. Para los populares, esta intervención suposo una voladura de los puentes de diálogo. Tras Casado, ninguno de los grandes grupos contestó con entusiasmo cerrado al pacto ofrecido por el líder socialista pese a que éste insistió en qu pretende la reconstrucción económica y social del país. El presidente de Vox, Santiago Abascal, también dejó su participación en el aire tras acusar al Gobierno de realizar «la peor gestión del mundo en esta tragedia» y pedir su dimisión en bloque. Por su parte, el portavoz de Cs, Edmundo Bal, sí tendió la mano a la negociación pero advirtió que no otorgará «un cheque en blanco». Los independentistas y nacionalistas expresaron su escepticismo frente a ese gran acuerdo. Prórroga pero no confianza La segunda prórroga del estado de alarma fue así autorizada pero no por confianza en el Ejecutivo sino por la coincidencia en que el confinamiento es la única arma posible con la que hoy se puede vencer al virus. Las cifras de la votación reflejaron así que la duración de la pandemia no solo está desgastando la imagen del Gobierno sino que también está debilitando sus apoyos. Frente a los 321 votos a favor y las 28 abstenciones (ERC, Bildu, CUP y Junts) que obtuvo la primera prórroga del estado de alarma, ayer el Congreso otorgó la segunda con 270 votos a favor (PSOE, Unidas Podemos, PP, PNV, Cs y los partidos regionalistas), 54 en contra (Vox y CUP) y 25 abstenciones (ERC, Junts y Bildu).

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