«El alcalde está comprometido con reducir el dolor de la pandemia en su ciudad. Creemos que queréis hacer lo mejor por vuestra ciudad y en ese sentido confiamos en vosotros como gobierno». Hasta la Cibeles debió de dar un respingo cuando se escuchó el apoyo de la portavoz de Más Madrid, Rita Maestre, al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, el político revelación de la crisis del coronavirus , que ha concitado aplausos de todos los colores políticos por su gestión frente a la pandemia en la capital. «Estás dando la talla que otros no están dando», sentenció el actor Juan Echanove. El PP transita por la crisis del coronavirus con dos caras. Una es la que representa su gestión y poder territorial. Almeida puede ser en este momento la punta de lanza, pero también están los barones Alberto Núñez Feijóo, Alfonso Fernández Mañueco, Isabel Díaz Ayuso, Fernando López Miras y Juanma Moreno, con las competencias mermadas por el «mando único» del estado de alarma, pero con capacidad para actuar y obligados a entenderse con el Gobierno. La otra cara del PP tiene a Pablo Casado como máximo exponente. Es la oposición dura, que fiscaliza los errores del Gobierno, eleva el tono, ve prácticamente imposible llegar a acuerdos de Estado con Sánchez y sus socios y aguarda el momento para exigir todas las responsabilidades. Una firmeza que intenta hacer compatible con su apoyo «leal y responsable» en puntos clave en esta crisis sanitaria, como las prórrogas del estado de alarma. Dos PP en uno En la práctica son dos PP, el gestor y el más bronco, en uno. Los ciudadanos ven a la vez a un alcalde, convertido en líder político nacional, que empatiza con una ciudad que está sufriendo de manera brutal la pandemia, que se identifica con los vecinos, y con su oposición política, y se ocupa de sus problemas reales del día a día; y al jefe de la oposición subido a la tribuna del Congreso en plena tensión política con Sánchez, con ataques cruzados de un banco a otro que hacen parecer imposible el entendimiento para alcanzar un acuerdo de Estado. ¿Son dos PP compatibles en este momento? ¿Quién saldría ganando en esa supuesta doble vía? ¿Almeida podría llegar a disputar el liderazgo interno a Casado? Tendencia al alza En Génova manejan estos días unos datos demoscópicos que apuntan a un fortalecimiento de su líder, con una subida de cinco puntos en apenas mes y medio. Si hubiera elecciones en este momento, el PSOE adelantaría por muy pocos escaños al PP, pero la tendencia de este partido se mantiene al alza, según los análisis genovenses. Es un dato que les inclina a pensar que están haciendo las cosas bien. Y eso, reconocen las fuentes consultadas, que el equilibrio de «oposición firme/lealtad» que intenta mantener Casado no es nada fácil. Sobre todo cuando tienes unas bases del partido que están clamando por elevar la tensión al máximo. «Internamente la presión es brutal, desde abajo nos piden más caña, moción de censura, más ataque al Gobierno, no darle ni agua...», reconocen fuentes territoriales del PP. Los acuerdos Pero Casado quiere mantener la combinación de crítica y lealtad en asuntos clave que debe continuar, entre otras cosas porque «el PP no es Vox». «Si no hubiéramos apoyado las prórrogas del estado de alarma, al día siguiente nos estarían culpando de cada muerte que se produjera en España», señala otro dirigente del PP, próximo al presidente. Algo parecido ocurre con los pactos: Casado ha criticado con dureza la pretensión de Sánchez de «eludir» sus responsabilidades por su «incompetencia» mediante unos pactos de la Moncloa. Pero no podía quedar fuera de juego, y logró llevar el diálogo al Congreso, en uno de los grandes «éxitos» que se apuntan en el PP durante estos días. Unidad La presión de las bases por endurecer la oposición no se reproduce en las altas esferas del partido. La unidad de los barones territoriales y locales y de los principales dirigentes del PP con Génova «es total, sin fisuras» en el discurso nacional, aseguran algunos de estos mandatarios populares. Casado está «orquestando» toda la actuación del PP desde Génova. «Lo tiene controlado, el papel de cada uno y la respuesta de cada comunidad o ayuntamiento», aseguran en su entorno. No se trata de que Almeida haga el papel de «poli bueno» y Casado el de «poli malo». «El poli malo deberían ser otros en la dirección del partido, por ejemplo los portavoces parlamentarios», apuntan en el PP, que sí echan de menos ese mayor reparto de papeles. La gestión, punto fuerte Almeida, como Ayuso, Feijóo o Moreno, son el espejo de la gestión del PP durante estos días. De ahí la importancia interna de su buena valoración. «Representan lo que es el PP cuando llega el poder, y lo que hará Casado cuando esté en La Moncloa». El líder del PP se apoya y se acerca a ellos para que se identifique esa gestión desde el poder con su oposición actual. Por eso se le ve últimamente en tantos actos y fotos con el alcalde de Madrid o la presidenta de la Comunidad. «Es la combinación de gestión y oposición a un Gobierno que hace agua lo que va forjando la alternativa», sostienen. El alcalde ha sabido conectar con la ciudad e identificarse con ella, «Madrid soy yo y sufro con mi ciudad», pero además no tiene el desgaste de los presidentes autonómicos, con competencias mucho más directas para hacer frente a esta crisis. La gestión de Almeida está siendo más «política» que económica o social, y en ese terreno «lo está bordando», reconocen. Todos, dentro y fuera del PP, admiten que el liderazgo político del alcalde de Madrid ha crecido en esta crisis. Pero los populares tienen claro que «no hará sombra a Casado». Incluso cuando rompa la disciplina de partido para ponerse del lado de su ciudad, «que lo hará», será con el acuerdo de su «jefe». Cualquiera que conozca a Almeida sabe que es casadista al cien por cien y que tanto él como Ayuso «son producto de Casado», al que muchos criticaron su apuesta por ese tándem en las elecciones madrileñas. «Si alguno busca una rivalidad interna, perderá el tiempo», sentencian.De España https://ift.tt/2yNWDqU
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