martes, 28 de abril de 2020

La causa por la que Puskas llegó al Real Madrid con doce kilos de más

Por eso le llamaron cañonazo, no cañoncito. Tenía un sprint de diez metros impresionante, a pesar de su corpulencia. Y un tiro soberbio, el mejor de la historia. Por eso la FIFA estableció el premio Puskas al mejor gol del año. Ferenc Puskas, que significaba escopeta en magyar, fichó por el Real Madrid el 11 de agosto de 1958. Aterrizó en el club de Chamartín con 31 años, procedente del Honved de Budapest. Allí había sido pieza clave en la consecución de cinco títulos de Liga. También formó parte de la gran selección húngara que logró una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1952. Con su fichaje, se completó el mítico grupo que ya formaban Alfredo Di Stéfano, Kopa, Héctor Rial, Santamaría, Gento, Domínguez y un Muñoz que ya pasaría a ser entrenador. El secretario técnico del club, José Samitier, no quería a Puskas. Le consideraba excesivamente grueso y pesado para jugar, tras tanto tiempo sin hacerlo por su condición de apátrida. Carniglia, el entrenador argentino, tuvo que ponerse manos a la obra con el húngaro, tras la etapa de Villalonga. Samitier, secretario técnico de Bernabéu, no estuvo de acuerdo con su fichaje. Tenía 31 años y estaba gordo. Carniglia le puso en el banquillo varios partidos. Bajó Bernabéu un martes al entrenamiento y le exigió que jugara, porque era una figura y lo demostraría muy pronto. Gran acierto. Fue una apuesta personal del presidente ¿Por qué le sobraban doce kilos? Por su vida de apátrida. Ferenc se escapó de Hungría justo cuando llegaba el golpe comunista, como también hicieron Zcibor, Kocsis y antes Kubala y Daucik. Puskas se fugó gracias a un amigo que le consiguió papeles falsos. Se marchó por las montañas hacia Suiza, atravesó el país helvético y acabó estableciéndose en Italia. Allí comió pasta y más pasta, en sus cien variantes, durante meses. No había otra comida, eran tiempos duros tras la guerra mundial. Y adquirió kilos a medida que tampoco podía jugar al fútbol. Cuando el Real Madrid consiguió el permiso para ficharlo, después de regatear al Barcelona un año antes, llegó con doce kilos de excedente de cupo. Fue una apuesta de Santiago Bernabéu. Una apuesta personal. Exigió a Carniglia que le pusiera en forma. El técnico le dejó en el banquillo varios partidos, hasta que el presidente manchego bajó y le dijo: debe jugar, hay que darle partidos, es un gran futbolista. El entrenador le puso como titular. Y triunfó. Formó una de las mejores delanteras jamás vistas en la historia junto a Kopa, Gento, Rial y Di Stéfano. «Su arrancada en diez metros era colosal», subraya Santamaría. Debutó con «los blancos» el 14 de septiembre de 1958 en la victoria por 1-2 frente a la Unión Deportiva Las Palmas y su primer gol llegó una semana después en la victoria por 5-1 contra el Sporting. Marcó tres. Fue el primero de los cuatro tripletes que anotó en el campeonato, que acabó con un total de 21 goles rubricados por la zurda de oro. Especialista en el disparo desde lejos, durante la temporada 1960-61 selló cuatro goles en un partido contra el Elche y en la temporada siguiente marcó cinco goles al mismo club ilicitano. Hablemos primero de la Liga y la Copa, que la Copa de Europa llegará después. Firmó dos tripletes ante el Barcelona en 1963, uno en el estadio Santiago Bernabéu y otro en el Camp Nou. Durante ocho temporadas como madridista, hasta los 39 años, Puskás jugó 180 partidos de Liga y marcó 156 goles, con una media de 0,87 goles por partido. Anotó 20 o más goles durante sus primeros seis años en España, y en tres de esas seis temporadas superó los 40. Ganó el Pichichi» en cuatro ocasiones. Ganó la Liga cinco veces consecutivas entre 1961 y 1965, además de una Copa en 1962, en la que fue el autor de los dos goles de la victoria por 2-1 sobre el Sevilla. En Europa puso el broche de oro. Jugó 39 partidos y marcó 35 goles. Fue clave para que su equipo ganase la Copa de Europa de 1959. Y se erigió en la estrella de la final de la Copa de Europa de 1960, frente al Eintracht Francfort en Glasgow. Venció el Real Madrid por 7-3, ante 135 000 espectadores. Puskas marcó cuatro goles. Di Stéfano hizo los otros tres. Dicho partido les valió para recibir un apelativo por el que sería conocido el club desde entonces, el de «los vikingos» y ser catalogados como el mejor equipo del mundo sin discusión. El encuentro fue catalogado como el mejor de la historia. Puskas conquistó tres Copas de Europa. «The Times», el 19 de mayo de 1960, escribió que los blancos consiguieron una hazaña que con el paso del tiempo sería histórica, ya que no ha sido capaz de igualarse hasta el momento. Las cinco Copas de Europa consecutivas se mantienen como la mejor actuación lograda nunca por un equipo en la historia de la competición. Perdió Puskas, posteriormente, las finales ante el Benfica y el Inter. Di Stéfano se marchó en el año 1964. Ferenc Puskas siguió en el Real Madrid y anotó cinco goles en dos partidos contra el Feyenoord que ayudaron al club a llegar a la final de la Copa Europea de 1966, la octava del club en once años de competición, quinta y última de «Pancho». Un equipo integrado por jóvenes españoles como Pachín, De Felipe, Sanchís, Pirri, Zoco, Paco Serena, Amancio, Grosso y Velázquez, capitaneados por el veterano Paco Gento, fue el primero en vencer con el equipo entero formado por jugadores del país de origen del club, todos españoles. Puskas no pudo disputarla físicamente en el césped de Heysel por una recaída de una larga lesión sufrida en el invierno de esa misma campaña y de la que se restableció en abril. El club conquistó su sexto título y Puskas el tercero particular en una competición en la que fue máximo realizador en dos ocasiones. Disputó su último partido madridista con 38 años, el 8 de mayo de 1966 dejando un balance de 242 goles en 262 partidos —una media de 0,92 por encuentro— y diez títulos en su haber. Fue elegido en el siglo XX como el mejor futbolista húngaro de la historia, el cuarto mejor de Europa y el sexto mejor del mundo. Cuando se retiró, dijo: «Me encantaba el fútbol. Yo amaba a mi familia y yo estaba siempre en el campo de fútbol, no estaba interesado en nada más. El balón siempre fue mi mascota. Podía sentir confianza cuando tenía la pelota o cuando la golpeaba». El hombre «tan mayor y con doce kilos de más», que decían en 1958, volvio a ser estelar. Pronto se dieron cuenta de que estaban equivocados. Su extraordinaria capacidad goleadora fue vital en las conquistas de tres Copas de Europa y cinco Ligas, entre otros títulos. Ganó en cuatro ocasiones el Pichichi. Puskas murió el 17 de noviembre de 2006 y la FIFA le ofreció ese gran reconocimiento eterno: su galardón al mejor gol del año está bautizado con su nombre.

De Deportes https://ift.tt/3cWr2lF

0 comentarios:

Publicar un comentario