lunes, 27 de abril de 2020

Los guías, el eslabón débil en la crisis del turismo: «Seremos los últimos en volver»

El coronavirus ha borrado del mapa a las variopintas tropas de turistas, de ojos rasgados, cabellos platinos y rostros rosados, que, armados con sus cámaras, se arremolinaban en torno a un guía en los lugares más emblemáticos de la capital. El turismo se ha desmoronado y está por ver cuándo recuperará la actividad; de hacerlo a finales de junio, la Comunidad de Madrid se enfrenta a pérdidas de 11.790 millones de euros, según las previsiones del «lobby» Exceltur, que calcula unos daños de 15.442 millones de euros si el renacer se retrasa hasta fin de año. Y los últimos de esta cadena embestida por el patógeno son los guías turísticos, quienes auguran que tardarán varios meses en regresar a las calles. «Somos el gremio que primero ha parado y seremos los últimos en volver», asegura, por teléfono, Concha de la Torre, una de los alrededor de 400 guías turísticos oficiales que recorrían Madrid con los foráneos. Trabajadora autónoma —como la mayoría del colectivo— desde hace 27 años, acostumbraba a guiar a dos grupos de turistas en sus mejores días. «Empezaba la temporada ahora, teníamos unas previsiones buenísimas y muchísimas reservas», lamenta. Alentados por las buenas cifras de 2019, cuando más de 10 millones de personas visitaron Madrid, el sector al completo, los guías incluidos, se preparaban para un año excepcional. Pero el Covid-19 echó por tierra sus expectativas. Temporada truncada «Nuestro trabajo empezó a terminarse antes del estado de alarma, en febrero», cuenta otra profesional, Ángela Ballesteros. De hecho, recuerda una de sus últimas visitas, con unos turistas franceses, al Museo del Prado: «Solo había dos personas y yo delante de Las Meninas». Apenas era el principio de lo que estaba por llegar, en el momento más inoportuno. «La temporada de primavera es la más fuerte, luego el turismo se va dosificando. Nos ha caído en el momento álgido», explica Ballesteros, que lleva más de 30 años en la profesión. La temporada alta discurre entre marzo y junio. Julio y agosto son meses más tranquilos, en los que el calor de la capital espanta a los turistas a la costa, que luego retornan en septiembre y octubre. Estos meses de intenso trabajo han desaparecido y los guías están confinados en casa, apartados de su hábitat natural y sin ingresos. De la Torre cobra la prestación de 600 euros —el 70 por ciento de su cotización— por cese de actividad del Gobierno central, pero dejará de percibirla una vez se levante el estado de alarma y prevé que estará un año entero sin trabajar. «No sé qué vamos a hacer, la situación es terrible», declara. Ella vive con su marido y sus dos hijos; uno de ellos, todavía en la carrera. «Tengo que pagar la universidad, la hipoteca, los gastos... No quiero pensar cómo va a ser porque te da ansiedad», reconoce. «No estoy cobrando nada», dice, por su parte, Ballesteros, de 57 años. Alega que no puede acceder a la línea de ayudas para autónomos de la Comunidad de Madrid, pues el presupuesto está «agotado». Mientras, le toca «tirar de ahorros». El gremio al completo está en la cuerda floja, sin ninguna reserva para el resto del año. «Necesitamos que las ayudas se prolonguen más allá del estado de alarma, no vamos a tener turistas al día siguiente», esgrime la vicepresidenta de la Asociación Profesional de Guías Oficiales de Turismo de Madrid (APIT), Julia Molina, que calcula que no habrá visitantes hasta la próxima primavera. Al margen de una prórroga en las ayudas, aguardan medidas de las autoridades para dar un empujón al sector. «Madrid ha sido tan maltratada que la gente no va a querer venir aquí», opina De la Torre, que propone que se incentive el turismo doméstico. El Gobierno regional ya ha recibido llamadas de auxilio. «De momento, no podemos hacer más que estudiar las necesidades de cada uno de los gremios», trasladan desde la Consejería de Cultura y Turismo. Por otro lado, está por ver cómo será la vuelta al asfalto, a los monumentos, a los museos. El Ejecutivo madrileño insiste en que los nuevos protocolos dependen del Gobierno de la nación. Las restricciones en los aforos son previsibles y los guías están abiertos a las «decisiones sensatas por un turismo de calidad», apunta Ballesteros. «Necesitamos que las instituciones nos ayuden. Aunque somos el último, el más débil y pequeño eslabón, somos la cara de nuestra ciudad», expresa, deseosa de compartir de nuevo los secretos de Madrid. Un plan para reabrir los comercios Los guías turísticas no son los únicos que desean recuperar su actividad. Los comercios madrileños —que suponen el 8 por ciento del PIB regional— ansían abrir sus puertas de nuevo. La Confederación del Comercio Especializado de Madrid (Cocem), que representa a 35.000 pymes y autónomos, denunció ayer que desde los Gobiernos central y autonómico no se haya elaborado un plan para la reapertura sectorial de los establecimientos, una vez se levante el estado de alarma, acorde a las características de cada negocio. La asociación contempla medidas que ya han ejecutado otros países. «La primera sería la apertura inmediata de todos los comercios de menos de 400 metros cuadrados, para progresivamente irse ampliando a los de mayor superficie, y la segunda pasaría por hacer una apertura escalonada con horarios, al principio reducidos y que poco a poco se irían ampliando», precisó ayer el presidente de Cocem, Armando Rodríguez, en un comunicado.

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