domingo, 26 de abril de 2020

El Estadio Nuevo Vivero, el hogar de Angelito, entrañable utillero del Badajoz

Los balones a punto. Lava las prendas de entrenamiento, mantiene inmaculado el vestuario, sitúa estratégicamente picas y conos antes de cada sesión. Hace de todo. Los días de partido, repasa las líneas del césped antes de colocar los uniformes en las taquillas. Ángel Cuenda, «Angelito» para la toda gente del CD Badajoz, es el alma de un equipo del que no separa en todo el día. Además de utillero también es el guardián del Nuevo Vivero, un estadio que, literalmente, se ha convertido en su casa porque este gaditano de San Roque vive aquí junto a su mujer y su hija desde hace siete años. Las cosas no andan bien y su hijo les acompaña desde hace unos días. La familia, unida en un campo de fútbol. La historia de Andrés Perales, un antiguo empleado del Málaga que vive junto a uno de sus siete hijos dentro de La Rosaleda, ocupó minutos en los programas deportivos hace unos días, pero su caso no es único en el fútbol español. El Nuevo Vivero, la casa de la afición pacense, es también el hogar de Angelito, utillero desde hace casi tres décadas después de su paso por la albañilería. Trabajar de sol a sol nunca le ha asustado y ahora lo hace para un club que lleva en el corazón y al que considera su otra familia. «Me ayudaron cuando más lo necesitaba. Tras hablar con el Ayuntamiento, el club me cedió una pequeña casita en el estadio para que también fuera el guarda del campo. Está debajo de la grada de fondo norte, es pequeñita, hay dos habitaciones, pero tiene un patio donde hacemos mucha vida cuando llega el buen tiempo. Aquí estoy feliz aquí y agredecido al Badajoz», explica a ABC. Exjugador y entrenador de equipos de la base, el fútbol siempre ha sido su pasión. Ahora puede vivir de él, aunque lo que más aprecia es el cariño de la gente. «Éramos diez hermanos y había que salir adelante, el trabajo era escaso y el dinero también. Con el jornal de mi padre no llegaba y con diez años ya trabajaba en el campo, con 13 años empecé como yesista». Nunca pudo llegar lejos como futbolista, pero como utillero piensa que sí ha tocado el cielo. «Es un trabajador incansable y una gran persona. Siente el club como el mejor aficionado y se entrega siempre en cuerpo y alma», recuerda de él Pablo Blázquez, su antiguo presidente. Angelito no pudo disfrutar ayer de un paseo junto a sus hijos porque son mayores y superan la edad tope marcada por el Gobierno. A falta de fútbol, dedicó la mañana del domingo al mantenimiento del estadio. «Estoy llevando esto muy mal esto del confinamiento porque cada día ves que mueren muchas personas y me siento mal, muy triste. Tengo muchas ganas de que pase todo, de que el fútbol vuelva porque para mi es mi vida». En el equipo no se olvidan de él y agradece la llamada que recibió el sábado del entrenador. «Yo le veía jugar a Pedro Munitis en el Real Madrid y ahora me llama para ver preocuparse por mí», afirma con felicidad. Los aficionados se acuerdan mucho de él. Tampoco le olvidan los futbolistas, que no dejan de enviarle mensajes a través del whatsapp. «Es un equipo joven, íbamos lanzados a por el ascenso. Somos todos una piña, cuando los chicos están en el estadio entrenando es una alegría muy grande. Les echo muchísimo de menos». Hasta que los jugadores regresen al estadio, se entretiene con los gatos que tiene como mascotas. «También vienen otros de la calle, aquí no hay ni un ratón», asegura sacando su buen humor. «Angelito es muy divertido, noble, bueno y vive muchísimo el fútbol». Es la descripción que hace de él David Copito, exjugador del Badajoz y uno de los últimos referentes de la afición blanquinegra. Captación de socios y una decisión dura En 2018 fue protagonista de la campaña de captación de abonados. Angelito está entregado al Badajoz. También a su familia. «Paqui tiene una enfermedad en los huesos, las artículaciones se le quedan sin líquido. Nos ayudamos muchísimo». Cientos de partidos y vestuarios visitados, innumerables alegrías, también decepciones. Y un recuerdo imborrable por un doble motivo. «Fue en 2017, en el partido de vuelta del playoff de ascenso a Segunda división B que jugamos en Calahorra. Una de mis hermanas murió poco antes del encuentro. Decidí quedarme con el equipo». Angelito explica aquella decisión. «Ya no podía hacer nada por mi hermana y el equipo me necesitaba, yo quería estar con ellos hasta el final. Mi presidente y mi entrenador me dijeron que me volviera para Badajoz, que me ponían un coche para llevarme, que no había ningún problema, que estuviera tranquilo». No hubo forma de convencerle. «Yo les respondí, mirad, mi sitio ahora está aquí, yo hasta que esto no lo saquemos no me vuelvo a casa». Aquella tarde en La Rioja las lágrimas de tristeza acabaron mezclándose con las de alegría por el Badajoz celebró el ascenso en La Planilla. «No se me olvida aquel día en Calahorra. La directiva, los jugadores y los aficionados me acompañaron en la dedicatoria del ascenso a mi hermana, fue un gesto precioso», asegura con orgullo. Ahora, en su confinamiento en el Nuevo Vivero sueña cada día con otro ascenso, el salto al fútbol profesional, a la Segunda división. «Vamos a intentarlo, tengo muchas esperanzas en el equipo, es joven y ha trabajado muy bien durante toda la temporada. Ahora, según me dijo el míster, lo siguen haciendo a hace a través de videoconferencias. Ojalá vuelva el fútbol pronto. Será una buena noticia». Mientras ve cumplido su deseo, Angelito sigue teniendo todo en orden en su casa. Un estadio en silencio en el que disfruta de la compañía de sus gatos, los otros guardianes del Nuevo Vivero.

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