domingo, 5 de abril de 2020

Coronavirus: un techo para la cuarentena

Cuando la calle es un hogar, se hace necesario buscar un lugar en el que permanecer durante el estado de alarma, «un techo» en el que estar seguro y a salvo del coronavirus. Para ayudar a todas las personas que no poseen una vivienda donde resguardarse y cuya vulnerabilidad es durante estos días aún mayor, ayuntamientos, organizaciones benéficas e, incluso, el Ejército se implican al máximo estos días en busca de una solución que les permita permanecer a cubierto durante la cuarentena que, como mínimo, se alargará casi hasta finales de este mes. Los horarios de atención se amplían, pero, sobre todo, lo hacen las instalaciones de la mano de organizaciones como Cáritas. Algunos de los recursos habituales de la organización diocesana se han mantenido y. en otros casos, en colaboración con otras instituciones, se han buscado lugares más amplios. Por ejemplo, en Valladolid se ha puesto en marcha una solución coordinada con el Ayuntamiento. El comedor, centro de día y albergue pasaron a agruparse en un mismo recinto, el antiguo centro integrado de atención a la dependencia, donde los usuarios pueden permanecer las 24 horas, y el Ayuntamiento ultima ya la apertura de otro espacio para repartir a los usuarios y ampliar la capacidad. Las 70 plazas ofertadas por ahora están completas y, por el momento, «no ha habido ningún problema», recalca la concejala de Servicios Sociales, Rafi Romero. «A todos nos gusta tener un sitio donde poder estar cuando hay situación de peligro», asegura la edil. Este recurso se ha reforzado con 17 plazas del Seminario Menor, también completas, que la Diócesis de Valladolid ha puesto a disposición de Cáritas. Un solidario gesto que se ha repetido también en Burgos y Palencia. «Ahora se pone de manifiesto que hay más personas viviendo en la calle de las que pensábamos», expresa el delegado episcopal de Cáritas en Valladolid, Luis Miguel Rojo, que trabaja habitualmete con este colectivo. «Éramos conscientes de que no llegábamos a todos, pero ahora lo estamos viendo», relata. «Su vulnerabilidad es ahora mucho mayor», asegura, «en la calle los riesgos de contagio son más grandes y pasar una enfermedad es mucho más duro». Por eso, las personas sin hogar que ahora se encuentran en los recursos habilitados «están contentos de tener un sitio donde poder estar estos días», aunque viven la situación con el «mismo miedo y angustia» que el resto. Se están incrementando también las ayudas para necesidades esenciales como suministros energéticos y alquileres y preocupa especialmente el futuro, «lo que vendrá después». «¿Cómo van a quedar la sociedad y el trabajo? Nos tenemos que podamos volver a las situaciones de los años de la crisis», explica. Con el objetivo de que las personas sin hogar tengan un techo bajo el que pasar la actual crisis sanitaria el Ayuntamiento de León abrió el jueves 19 de marzo el pabellón San Esteban de la capital con un aforo máximo para 44 usuarios que ya está cubierto. «El límite lo marcan los técnicos de salubridad por la distancia que hay que mantener entre las camas y para facilitar la propia estancia, porque no hay que olvidar que es gente que está todo el día allí y que no puede salir, porque se si va rompe en confinamiento y puede poner en riesgo a los que están controlados», recuerda la concejala de Bienestar Social y Juventud, Vera López. Los usuarios, según comenta, deben cumplir con una serie de normas de convivencia por su seguridad y la de toda la gente que está allí trabajando. Están supervisados por Salubridad municipal, dos auxiliares de clínica que se han contratado y también por una capitana enfermera del ejército que diariamente, junto a estos auxiliares, revisa la fiebre, la tos o cualquier síntoma que puedan mostrar estas personas, así como las condiciones particulares físicas y de salud que presentan. Además, los servicios municipales de Limpieza se encargan de la desinfección de la estancia y la Policía y la seguridad privada que han contratado están disponibles en el caso de que haya algún altercado. Con el trabajo de los servicios informáticos se ha puesto televisión en el pabellón para que los usuarios estén entretenidos y también se está ampliando la red wifi. Con la labor que desempeña el personal del Ayuntamiento colaboran voluntarios de Calor y Café y de Cruz Roja que aportan su apoyo y su experiencia para hacer el día a día más llevadero, y también de Protección Civil. Albergue de peregrinos En Zamora, el centro de acogida Madre Bonifacia, en el que pernoctan transeúntes y personas indomiciliadas, tiene todas sus plazas al completo desde el inicio del estado de alarma. A los 23 usuarios de ese centro dependiente de Cáritas se suman otros nueve que actualmente ocupan el albergue de peregrinos de la ciudad, que el Ayuntamiento de Zamora ha reconvertido en centro de emergencia de acogida en tiempos del COVID-19. En él pasan el confinamiento tanto personas sintecho, como extranjeros a los que las medidas de aislamiento social les han pillado en tránsito de un país a otro o incluso una víctima de trata de seres que ha logrado escapar de las redes de la prostitución. Aún así, la Policía Municipal de Zamora ha tenido constancia de casos de personas sin hogar que se niegan a confinarse. En estas situaciones, el Ministerio de Derechos Sociales, consciente de que puede haber sintecho que no quieran los recursos de alojamiento que se les ofrecen, recomienda que las medidas que se adopten con ellos sean proporcionadas y procure al menos de «monitorizar la deambulación» de estas personas, según explica el jefe del área de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Zamora, Óscar Alonso Pozo. Tanto en el centro de Cáritas como en el albergue de peregrinos siguen unos protocolos estrictos para evitar contagios por coronavirus.

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