sábado, 26 de octubre de 2019

Marruecos concluye su valla de concertinas para dejar que Interior retire las de Ceuta

Nunca como hoy hubo tantas concertinas en la frontera de Ceuta con Marruecos. Sin que el Ministerio del Interior haya modificado un solo centímetro de la valla para hacerla menos lesiva, –compromiso que adquirió su titular, Fernando Grande Marlaska, hace dieciséis meses–, Rabat se ha tomado todo este tiempo para terminar de acordonar los ocho kilómetros del perímetro con una cerca propia dentro de su territorio soberano. Una defensa doble en algunos tramos, cuajada de tupido y reluciente alambre de cuchillas, tras la que, ahora sí, dejarán que España retire el material cortante que corona el vallado de Ceuta. Los trabajos, se cree, empezarán antes de fin de año. El resultado es que, paradójicamente la divisoria de que separa la Ciudad Autónona de África es en la actualildad una jungla de concertina, todo lo opuesto al compromiso con los derechos humanos y la integridad física de los inmigrantes en cuyo nombre el Gobierno de Pedro Sánchez viene justificando esa reforma que no llega del vallado en Ceuta, donde no hay noticias ciertas ni de qué alternativa se maneja ni de cuándo empezará su ejecución. Temor por «lo que pongan» Lo que sí hay es preocupación, que surge en conversación con las fuerzas políticas y de seguridad ante la posibilidad de que el futuro sistema deje la frontera más desprotegida y más expuestos a quienes la custodian, los agentes de la Guardia Civil, que cargan ya con la resignación de que deberán trabajar con lo que –dicen– les «pongan». Para ellos no es buena señal que el Ejecutivo pasara por alto que once de sus compañeros fueran heridos en el último gran asalto con mazas y ácidos a la divisoria española del pasado 1 de septiembre y los responsables, un centenar y medio de inmigrantes, no fueran expulsados. De hecho se les alojó en el Centro de Estancia Temporal de la Ciudad Autónoma (CETI). En un ataque similar en agosto de 2018, la devolución se consumó en 24 horas. Pero entonces no había elecciones en el horizonte, recuerdan en Ceuta, donde el respeto a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad es profundo y estas cosas no se olvidan.. Ante la inquietud, hasta alivia que Rabat haya reaccionado montando una nueva línea de defensa. Al fin y al cabo, entienden, lo único que se habrá hecho es cambiar las concertinas de sitio. Y es que al régimen de Mohammed VI no le gustó en absoluto que el entonces recién llegado Gobierno del PSOE decidiera unilateralmente el fin de las cuchillas y así lo hizo saber, de ahí que tomara medidas y ordenar el levantamiento de su propia alambrada. Si los trabajos en la valla española se han frenado a la espera de que los marroquíes acaben su barrera revestida con el elemento disuasorio en el que creen, las polémicas concertinas, es algo que el Gobierno no va a reconocer. En el séptimo encuentro con su homólogo hace un mes, al ser preguntado por esta alambrada, Marlaska zanjó en Rabat: «nosotros respetamos absolutamente la soberanía de las autoridades marroquíes para determinar su perímetro fronterizo». Ni palabra de que los dispositivos cortantes son ineficaces e inhumanos, como dice cuando denosta las concertinas en España. . El despliegue de esta nueva barridaca en suelo vecino pone en evidencia el papel cada vez más importante de Marruecos como frontera externa de la UE, a imagen de como ejerce Turquía desde 2015, y la creciente implicación de Rabat con el mayor control de la inmigración irregular que requieren Bruselas y Madrid. No en vano, aparte de instalar esta barrera, de la que queda por completar apenas unos metros en el extremo sur de la frontera, se ultima estos días la construcción de taludes a su pie en las zonas más vulnerables, aquellas por las que suelen producirse los asaltos, amén de pistas para que los vehículos de las Fuerzas Auxiliares puedan moverse con rapidez a lo largo de ella. También se han habilitado nuevos puestos de guardia para multiplicar la vigilancia. El trazado de la nueva cerca no discurre necesariamente en paralelo a la española, sino que hay tramos en los que se adentra en territorio marroquí con objeto de refrenar a los inmigrantes allí donde más conviene a las guardias que custodian la frontera. Tiene una altura de entre 2,5 y 3 metros, como la valla que hubo en Ceuta hasta 1999, lo que la hace fácilmente superable, si bien fuentes de la lucha contra la inmigración irregular subrayan que su función fundamental no será contener al 100% a los grupos de asaltantes, sino obstaculizar su paso «los 4 o 5 minutos que las Fuerzas Auxiliares necesitan de margen para poder activarse». Marruecos, reconocen las autoridades en Madrid y en Ceuta, es un aliado leal y eficaz. En el Mediterráneo, donde el país vecino frena miles de intentos de salidas de inmigrantes en las costas y sus recursos navales rescatan cada vez más pateras en progresivo relevo de Salvamento Marítimo, los resultados son indiscutibles: las cifras de ingresos a España al margen de la ley por esta vía se han reducido a la mitad con respecto al año pasado. Esta colaboración tiene un precio que, hasta donde se sabe, alcanza a 140 millones pagados por Europa, amén de formación para trabajadores marroquíes en sanidad o turismo y un programa par que los unviersitarios terminen sus estudios en España. Se han librado ya 70 millones para equipamiento –40 gestionados a través de la Fundación Internacional y para Iberoamérica de administración y Políticas Públicas (FIAPP) y 30 por el International Center for Migratory Policy Develpment– y otros 70 en concepto de apoyo presupuestario directo a Rabat, de los que los últimos 30 se abonaron en julio. Fe en la disuasión La posibilidad de que el cercado esté pagado con fondos europeos chocaría frontalmente con las voces que alguna vez se han alzado desde Bruselas denostando el uso del alambre de cuchillas, caso de la ex responsable de Interior Interior de la Comisión, Cecilia Malmström, que resaltó que estos elementos además no impedían que la gente entrara. Este diario se ha dirigido a instancias oficiales de la administración alauí para confirmar si la valla se ha financiado o no con dinero europeo, pero dijeron no disponer «de información precisa». Lo que sí parece tener muy claro Rabat es su fe en el poder disuasorio de la concertina. A principios de año, cuando el diario El Mundo desveló las primeras imágenes de la alambrada ahora concluida, Interior aseguró a este diario que Marruecos les había comunicado que únicamente estaba rodeando con las cuchillas el perímetro de sus puestos militares y garitas fronterizas, con lo que alejaban la idea de que el o país vecino estuviera erigiendo su propia defensa continua. El sueño de saltar a Ceuta y Melilla y de ahí a Europa ha contribuido a multiplicar la población de las provincias marroquíes limítrofes, Tetuan y Nador, de modo que el régimen alauí siempre ha temido que una retirada del instrumento disuasorio que es la concertina tendría el efecto de atraer a más y más «candidatos a la inmigración» –denominación que usa Rabat– que complicarían más la viabilidad del precario norte fronterizo.

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