Hasta el minuto 72, los focos de la visita del Atlético a Moscú estaban puestos en Thomas, que firmó otro partido excelso, y Joao Félix, miembro más destacado del tridente ofensivo. Hasta ese momento, Oblak apenas había intervenido, pero como en tantas otras ocasiones, terminó apareciendo con una parada magistral. Lo hizo con una mano abajo a un tiro a bocajarro de Krychowiak y en una segunda acción donde exhibió todos sus reflejos. Una doble parada que va directa al museo de grandes intervenciones de la Champions, donde Oblak ya acumula alguna que otra muestra. El portero esloveno se hizo gigante y evitó que el Lokomotiv recortara en el marcador y se complicara el final del encuentro. Su intervención volvió a acaparar los elogios tras los noventa minutos: «Impresionante. Oblak es fenomenal. Es el mejor arquero del mundo. Es importante ser compañero de él y estoy bastante orgulloso», comentó Arias. «La parada ha sido muy buena. Todos sabemos que es uno de los mejores porteros del mundo», reflexionó Joao Félix. Esta opinión no solo es el sentir del vestuario y de buena parte del planeta fútbol, sino que está avalada por los números. Esta temporada, pese a los inicios irregulares del equipo en defensa, Oblak sigue manteniendo el listón alto. No solo por paradas como la de Rusia o intervenciones como al cabezazo de Benzema en el derbi, sino por sus estadísticas. A día de hoy es el portero de las cinco grandes ligas que más partidos ha dejado la puerta a cero: hasta en seis ocasiones. Promedia 0,66 goles encajados por encuentro y su rendimiento supera al de otros grandes guardametas como Ter Stegen o Courtois, con más de un gol recibido por partido. Oblak afronta la que es su sexta temporada como rojiblanco. Fue fichado por una cifra récord para alguien de su posición en la Liga -16 millones-, y pese a este hito, tardó en ganarse un hueco con Simeone. Sus comienzos no fueron los mejores -encajó tres goles en su debut ante Olympiacos- y surgieron muchas dudas en torno a su figura. Hoy todas ellas son inexistentes: todo aquel que no le vea como uno de los mejores del mundo podría ser considerado poco menos que un hereje. Oblak se ha ganado un puesto en el Atlético y para muchos -Casillas, por ejemplo- es el número uno. Desde que es titular indiscutible en el Atlético ha ganado todos los Trofeo Zamora de la Liga; cuatro consecutivos. El mejor rojiblanco Precisamente fue Courtois el predecesor de Oblak en el Atlético. Con el belga se ganó una Liga y se llegó a una final de Champions. Su rendimiento fue tal que encontrar un reemplazo a la altura parecía una quimera; y se consiguió. Sus números como rojiblanco distan mucho de los que está firmando Oblak. Courtois acumuló 154 partidos, recibiendo 125 goles en contra y manteniendo la portería a cero en 76 ocasiones. El promedio en sus tres temporadas en el Vicente Calderón fue de 0,81 goles por partido, una cifra nada desdeñable y al alcance de muy pocos que le valió, de hecho, dos Trofeo Zamora. Pues bien, Oblak dejó atrás a su colega hace tiempo. En los 217 partidos en el Atlético ha recogido el balón de su portería en 144 ocasiones y ha dejado la puerta a cero en 123 partidos. Su promedio es aún mejor que el del belga, siendo de 0,66 tantos por encuentro. Estos números le convierten en uno de los mejores porteros de toda la historia del fútbol, y por ende, del club de la capital, con quien ya ha sido en cuatro ocasiones el guardameta menos imbatido de la Liga. En su poder está también el récord -compartido con Liaño- de los 18 irrisorios goles encajados en toda una temporada, en 2016. Por eso, nadie duda ya de su trascendencia en el Atlético y su entrenador lo ha dejado claro en más de una ocasión: «Es el mejor del mundo». El club tampoco parece tener dudas al respecto y el pasado mes de abril firmó una renovación que le convierte, a día de hoy, en el mejor pagado de la plantilla con un sueldo de más de diez millones limpios al año. Sin hacer ruido, sin estar muchas veces en las quinielas de los más grandes -fue excluido del podio de mejores porteros en el The Best-, Oblak sigue parando y sosteniendo al Atlético. Es el último muro a superar, más alto que cualquier otro. Tras resultar providencial ante el Real Madrid, se quitó méritos: «Una parada más», dijo. Pero en silencio, trabajando, demuestra que está lejos de ser uno más y agranda más si cabe su figura en la portería.
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