Endesa, un fin anunciado

Extraña sobremanera la reacción que el cierre de todas las centrales térmicas de carbón en España de la empresa italiana Endesa. En especial, la Comunidad gallega parece unir todos sus actores sociales, políticos y económicos para intentar parar esta decisión, al menos en su territorio. Endesa, nacida en Ponferrada, fue durante medio siglo la empresa señera del Bierzo y de media provincia de León. Trabajar en Endesa daba cierto estatus al propio empleado de base por todas aquellas seguridades económicas y sociales que la industria paternalista del anterior Régimen fomentaba. Los incentivos y los bonos sociales derivados o en especie seria prolijo recordar aquí, pero en la mente de todos los que han vivido o conocido cerca o en la propia empresa, bien como empleado, bien como familiar sabe de sobra a qué me refiero. Que las grandes empresas estatales tenían que entrar a competir en el libre mercado europeo y mundial era algo imparable por la dinámica del propio sistema económico dominante, el capitalismo liberal. Lo que resulta difícil explicar, y a una gran mayoría de la población afectada por estos cierres es la postura de sus representantes institucionales públicos. Mientras que en la tierra que la vio nacer, el cierre ha sido la caída de todo un símbolo para la comarca berciana que ha provocado mínima resistencia institucional, en la vecina Galicia asistimos a una unidad de fuerzas que ya hubiesen querido para sí los leoneses y bercianos. Mucho nos tememos que la vuelta atrás es prácticamente imposible. El lenguaje de la economía sin fronteras no entiende de coste social y sí de estructuras productivas sin arraigo y sólo al servicio de la eficiencia en el balance contable al final de cada ejercicio. Dicho de otra manera. Las decisiones se toman en una torre de oficinas a miles de kilómetros de distancia, mientras que sus consecuencias sociales importan poco o nada. La economía manda, incluso con «acción de oro» en manos de un Estado sin alma.

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