José María Michavila fue secretario de Estado y ministro de Justicia en el segundo mandato de Aznar (2000-2004). Estos días presenta 'La Edad Democrática', el libro que escribió en la pandemia para reflexionar sobre grandes cuestiones que afectan al contexto actual. —La tesis del libro es que estamos en una nueva era, que define como «democrática». ¿Qué es eso y en que se diferencia de lo anterior? —La democracia ha transformado nuestra calidad de vida. Ahora vivimos más, mejor y más rápido. Este libro es un alegato a favor de ella y un antídoto contra el populismo, que es el mayor riesgo para la democracia. —¿No es paradójico que, cuanto más experiencia democrática tenemos, más crispación política sufrimos? —Los grandes partidos, en vez de luchar por el centro, están preocupados de que no les quiten votos por los extremos, lo cual debilita a este país. Yo siempre he apostado en mi vida política por sumar y no por dividir. —Dice que usted se fue de la política cuando quiso. ¿El problema es que hay muchos no quieren irse nunca? —La crítica exagerada a los políticos provoca que muchas personas muy capaces no se atrevan a dar el paso de entrar en política. Yo animo a mis alumnos con ideas a que se atrevan para mejorar la sociedad, pero también digo que, si tu mejor ingreso es la política, malo. «Este Gobierno ha dejado que colonicen el Poder Ejecutivo quienes están en las instituciones para reventarlas» —En su etapa en el Ministerio de Justicia hubo grandes acuerdos PP-PSOE, por ejemplo para combatir a ETA y su entorno político. ¿Qué ha pasado para que estemos hoy en lo contrario? —Hicimos un gran acuerdo para dejar de pagar a ETA con nuestros impuestos y que no estuviera en los pasillos de la democracia con la pistola en el bolsillo. Aquel Pacto de Justicia, con hasta 21 leyes aprobadas, se rompió porque la última que pacté fue con Zapatero para que los referéndum ilegales fueran ilegales. Luego él vio que necesitaba otros apoyos y esa fue la primera ley que derogó. Así se cargó Zapatero el Pacto de Estado por la Justicia. Si esa ley hubiera seguido vigente, los españoles nos habríamos ahorrado muchos disgustos. —También se ilegalizaron las marcas políticas de ETA, que ahora son «socios preferentes» del Gobierno. ¿Cómo se ha llegado a esto? —La realidad es que ya no llevan pistola, pero siguen usando el chantaje, no repudian el terror y no piden perdón a las víctimas. Este Gobierno ha dejado que colonicen el Poder Ejecutivo y Legislativo quienes pretenden reventar las instituciones y el modelo de convivencia que nos dimos en 1978. Afortunadamente y de momento, la Constitución ha funcionado como dique. —Afirma que en su época se combatió a ETA «sólo con la ley, pero con toda la ley». Marlaska también dice ahora que los traslados de presos etarras al País Vasco se ajustan a la ley... —Este Gobierno maneja muy bien el uso alternativo del Derecho, que es aplicar la ley según le conviene. —Sánchez indulta a condenados por sedición y se lo está pensando con otros por corrupción. ¿Se ha convertido el indulto en un atajo político para sortear las sentencias? —Yo me quedo con las promesas que hizo Sánchez cuando dijo en el Parlamento que nunca utilizaría los indultos para hacer favores políticos. —La actual ministra de Justicia dice que la gente va en metro y autobús hablando del Consejo General del Poder Judicial. ¿Y en el chat de Whatsapp que comparte usted con las madres del colegio de sus hijos? —[Sonríe] Desde luego que no, ahí nadie me habla de eso, sino del precio de la luz, de la cesta de la compra o de la calidad de la educación, es un foro magnífico para entender mejor la vida real. «Me impresionó Juan Pablo II, con una potencia espiritual enorme, y tengo mucho respeto por Felipe González» —¿Por qué los Gobiernos del PP, como en el que usted fue ministro del ramo, no cambiaron la elección del CGPJ, como sí exige ahora este partido? —Nosotros aprobamos un modelo en 2001 en el que los jueces proponían quienes iban a ser elegidos como vocales. Funcionó durante dos legislaturas y fue aprobado por todo el mundo judicial y parlamentario. Los pactos dependen más de quien gobierna que de la oposición, pero este Gobierno es rehén de quienes no creen en el modelo constitucional vigente. —Recuerda que Aznar renunció a una presidencia cómoda en una región conservadora por el reto de gobernar España. ¿Como Feijóo? —Pues sí, ambos han sumido ese reto desde la experiencia de haber gestionado antes y bien los intereses de muchos ciudadanos. Esa es una buena tarjeta de presentación para gobernar España y yo espero que Feijóo lo haga. —Su hermano Narciso clava las encuestas. Aunque sólo sea por genética, ¿qué pronostica en España para el próximo año? —El Gobierno ve que no está haciendo las cosas bien y el votante es inteligente. Eso pone nervioso al Gobierno y un Gobierno nervioso puede hacer cosas peligrosas, como enfrentar a pobres y ricos o arrear al que crea puestos de trabajo. Que haya que pedir autorización a los padres para hacer una encuesta a una joven de 16 años, pero que esa misma joven pueda abortar sin permiso de sus padre es una incongruencia. —Repasa en el libro algunas de las personalidades que ha conocido. Elija una. —El que más me impresionó fue Juan Pablo II, me pareció una persona de una potencia espiritual enorme que ha influido mucho en mi vida. —¿Y un adversario político? —Tengo un gran respeto por Felipe González y buena amistad con mi sucesor, Juan Fernando López Aguilar.
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sábado, 1 de octubre de 2022
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» José María Michavila: «En el chat de madres del cole no se habla del CGPJ, sino del precio de la luz y la cesta de la compra»
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