domingo, 16 de octubre de 2022

Hambre

Los caminos que recorren mi pueblo son el ejemplo trágico de la despoblación. A nadie se le ha ocurrido abrir allí un Zara o una de esas confiterías en las que la gente hace colas kilométricas para compra un croissant. No hay cobertura de telefonía y, menos aún, de internet para subir vídeos a TikTok. Los pocos paisanos que todavía deambulan por allí no es que sean esquivos, es que realmente les da igual que el visitante sea máster en Relaciones Internacionales, futbolista o asesino a sueldo. No es por desagradar pero es que realmente los títulos y hasta los seguidores en Instagram les dan exactamente igual. Si en el teleclub la gente se pone a discutir sobre política cada uno tiene su opinión y también tienen claro que no la van a cambiar. Ahora se siembra, se recogen pimientos, coliflores y se terminan las patatas nuevas. A ellos les afecta el cambio climático pero siguen sin entender por qué hemos llegado hasta aquí. Por la guerra de Ucrania se preocupan como todo el mundo pero, por mucho que les insistan que es en el patio de Europa, a ellos les pilla lejos, muy lejos. No sé si alguien habrá hecho alguna vez una encuesta sobre intención de voto porque no hay cobertura. El futuro del medio rural no es que no importe, es que nadie ha escuchado en qué consiste. Aquí cada uno hace lo que quiere o lo que puede. Desde los oráculos de las empresas en los que los jefes han pasado a llamarse CEO nadie entiende que se pueda vivir así. Los que van en tractor y los que cuidan los animales no discuten en twitter, ni son capaces de legislar como los nacionalistas que no son muchos más que ellos pero mandan un montón. Lo que ocurre aquí no le importa a nadie pero, desde hace años, esos que deambulan por los caminos vienen diciendo no habrá cosas para comer. Si no me creen vayan al supermercado y verán que la leche escasea. De aquí a Navidad faltará alguna cosa mas de esas que consideramos «esenciales». Entonces y sólo entonces la Unión Europea hará un programa para alimentar a personas/os hiperlistos y libérrimos porque no tendremos qué comer aunque tengamos la cartera llena y las libertades a flor de piel. Los agricultores y ganaderos entonces dirán; no tenemos internet pero de esto ya os habíamos avisado.

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