viernes, 14 de octubre de 2022

El Madrid quinqui se mira a sí mismo: «El 'cheli' se ha perdido»

El Madrid quinqui existe. Ese Madrid de Eloy de la Iglesia brujuleando efebos en los billares del pasaje de Matheu que quizá haya desaparecido para los ojos no entrenados. Desaparecieron las cintas de las gasolineras con Los Chichos y Los Chunguitos , el sonido 'caño roto' pasó a mejor vida, pero aquí, si no tuvimos al Vaquilla , tuvimos al Pirri («bellísima persona» según quienes lo conocieron), a Saura, a José Luis Manzano o a todo un Madrid suburbial y golfante. En el cine quinqui, que celebró hace unas semanas un festival recordando un tiempo, un país y una ciudad, Madrid tuvo su protagonismo, sus 'tipos'. Un Madrid que era de aluvión y que moría, literalmente, en los últimos descampados del Pueblo de Vallecas. «En los palos colgábamos la bajera de la cama para que se soleara». Es ésta una historia donde penan los que se «resisten», en el barrio, a la muerte del 'cheli', argot que sigue en el hipotálamo de muchos aunque va desapareciendo. También hay alguna lágrima por quienes se les fueron por la heroína, hará ya una eternidad. Una estética que décadas antes, y en Barcelona, Marsé inició con su Pijoaparte. El cine quinqui va y viene de Madrid a Barcelona, como recuerda Eduardo Fuembuena , especialista y autor de 'Lejos de aquí', un sesudo tratado sobre lo quinqui a través de los ojos de Eloy de la Iglesia y un Madrid donde los descampados son hoy torres altas. Noticia Relacionada estandar No 'Gipsy power', la fascinación madrileña por el universo quinqui Nacho Serrano Homenaje a este fenómeno socio-cultural con coloquios, proyecciones y conciertos en cuatro sedes de la capital Digamos que el arribafirmante va al pueblo de Vallecas, al bar donde Saura en 'Deprisa, deprisa' graba la escena crucial de la película. Cuando el Meca hace de celestino a Pablo y a Ángela, camarera del bar 'Dimar' , hoy bar 'Las niñas', regentado por Sando, un asiático que hace como que no se entera de nada. Allí, junto a un solarón « que fue de una condesa y después una fábrica de armas», Yoli y el Richard, ya en la realidad, vuelven a ver el fragmento y corroboran todo. «Venían a rodar y ese día hacíamos novillos, nos lo contábamos de unos a otros, y era un acontecimiento». Porque en la calle Sierra Vieja, Saura sitúa su plano fundamental cuando se bajó al barro y quiso intelectualizar el cine quinqui. Yoli es apadrinada de Dioni, que reformó el bar, aunque siguen esas cristaleras abiertas a un Madrid que acababa ahí. El descampado, salvo una caravana, sigue tal cual. Había billares donde se «dejaba la heroína debajo del portero», pero el barrio ya no es conflictivo aunque le piden a Almeida que ponga «más bancos para sentarnos», según Manolo, 'patriarca' de la zona. Código Desktop Imagen para móvil, amp y app Código móvil Código AMP 5460 Código APP El cine quinqui, tan amplio como específico, hizo ídolos de heroína que andan bajo tierra. Ramoncín recuerda que bajar allí era «toda una aventura», porque Ramón Márquez cruzaba el antiguo Puente de los Tres Ojos como quien cruza «una frontera». Y en el «Pueblo de Vallecas» sigue el descampado de Saura, y la casa donde vivió Ángel Nieto. Una colonia donde ya no era casi Madrid. Y el cine quinqui se grababa, dicen, «cortando una calle con un coche aquí y otro allí». Sin permisos, buscando personal en esos billares de donde salió José Luis Manzano, ese James Dean a la española, un querubín con el signo del desastre. El cine quinqui en Madrid se fija tanto en Barcelona que, quienes vivieron esa época, sitúan a El Vaquilla en los 'sures' de Madrid. Un error comprensible al sol vallecano. Y hay más localizaciones de Carlos Saura y Eloy de la Iglesia; el Cerro de los Ángeles, lugar sagrado reconvertido hoy en Sodoma. Y la antigua UVA de Vallecas. Si seguimos con Eloy de la Iglesia, y en esa intencionada estética «feísta en la que todo debe ser expuesto», se trataba de un doble plano según Fuembuena: el de «priorizar la reflexión sobre el alarmismo» para el espectador más listo. Como en 'La Codorniz'. Y en Vallecas en sentido amplio, claro, está la quintaesencia de lo quinqui, y volvemos a Manzano y a 'La Estanquera de Vallecas' , basada en una obra de J.L Alonso de Santos, que, según el dramaturgo, en la obra de teatro quiso «hacer comedia de lo trágico». Y es que en ese estanco (La Presilla) hubo un atraco con una muerta. El dramaturgo insiste en que trató de «hacer comedia» y que anduvo controlando que la adaptación, rodada en interiores y en la plaza de San Ildefonso, no perdiera su espíritu. Luego, la película, hay que remarcarlo, se grabó en estudio y en Malasaña. Dicen que el susodicho atraco lo dio 'El Caso', pero lo dieron también todos 'los papeles', que hablamos del 81. 'La estanquera de Vallecas' Un poco más adelante, José, con un pijama de Disney le va dando a la tragaperras en el bar El Puente y se confiesa fan, y lo dice de corrido, «del cine quinqui». Lacónico y amable añade: «No están 'calificás' esas películas». Y sabe de 'Navajeros', de 'El Pico 2', como si fuera Garci en una conferencia. Termina la tragaperras y se vuelve a casa «en ganancias, niño». Con un café para llevar. Catedrático en lo suyo. Deportivas y porte de torerillo. Sabe de la película pero no del suceso en el estanco La Presilla. Aunque el cine quinqui ahora vuelve, dice al menos Jero García , boxeador, lector, y actor de la que según él es «el epílogo» del género , 'A golpes', de Juan Vicente Córdoba. Jero se define como un «seguidor de esos filmes», y abunda en que en esa película en la que hace «de novio de una chica delincuente» está la quintaesencia de lo quinqui. «El último dinosaurio», la cataloga, porque en el film «hay aroma de calle, de boxeo» y aparece algo, la ideología del gimnasio y el ring como redención. Madrid no guarda memoria exacta de ese cine, de ese espíritu barrial que se recuerda cada tanto. Son películas, insiste Fuembuena, 'catedrático' del asunto, en las que hay un «difícil encaje» en «un sistema de valores», el actual, que trata de recrearlos. Arguye que por «la falta de ideología» de su público. 'El Lute' y demás tienen concomitancias fílmicas con el género, pero no es lo mismo. El antihéroe fue una construcción documental. O, según el director de cine Rafatal, «la otra cara de la Transición» que «vimos en tardes de videoclub». Suenan Los Chunguitos, 'Me quedo contigo'. Vallecas, octubre del presente. Faltan, en todo esto, muchos. De primeras, Antonio Flores ('Colegas') y Quique San Francisco . Y José, sonreído por la fortuna y, repetimos, en pijama de Disney. Que se fue a su casa con el 'parné en metálico.

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