viernes, 6 de agosto de 2021

La Quinta de Torre Arias se prepara para su rehabilitación

La torre del reloj de la Quinta de Torre Arias contempla con desazón cómo las malas hierbas crecen a sus pies y se extienden por las 17 hectáreas de esta zona verde –otrora residencia de recreo de la nobleza– del barrio del Salvador (San Blas-Canillejas). Para poner fin al deterioro causado por el paso del tiempo en el enclave del siglo XVI, el Ayuntamiento de Madrid llevará a cabo un plan de rehabilitación y restauración de los jardines. La iniciativa contempla recuperar los valores culturales del parque y actuar en toda la superficie, pero manteniendo el carácter y los elementos históricos. Así, se prestará especial atención a la organización del sistema viario, que recuperará el trazado histórico pero asegurando la accesibilidad necesaria para que los ciudadanos disfruten del espacio. «Se establecerá una red jerarquizada según usos históricos y su adecuación a la situación actual, ajustada a las necesidades de mantenimiento, circulación de vehículos rodados, uso de maquinaria y medios auxiliares dentro de las zonas verdes», explican fuentes del Área de Medio Ambiente y Movilidad que dirige Borja Carabante, encargada del proyecto. El plazo de ejecución será de cinco meses entre la redacción del proyecto y la ejecución de las obras, que durarán sesenta días. También se recuperarán los tradicionales invernaderos y los cajones de plantación dispersos por el jardín. Para ello, se levantarán los actuales con el objetivo de definir su estado de conservación y se analizarán todos los detalles materiales constructivos con el fin de darles de nuevo el lustre que se merecen. Las huertas históricas y los viveros volverán a tener usos tradicionales, aunque asegurando la viabilidad futura. Torre Arias cuenta en la actualidad con 51 especies diferentes de árboles, algunos testigos desde hace 300 años del devenir de la historia, como una de las destacadas encinas. La última propietaria, Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, firmó en 1986 un convenio para donar la finca al Ayuntamiento tras su muerte, algo que sucedió en 2012. El Consistorio, ya propietario, lo abrió en 2016 al público ya que, además de los jardines, incluye varias edificaciones protegidas, como el palacio principal, las caballerizas y la Casa del Guarda, en la entrada al recinto. En esta última se estudiará el estado de mantenimiento y conservación, así como los posibles daños que pueda tener y será restaurada. En cuanto a las especies arbóreas, el Área de Medio Ambiente sostiene que existen algunas con «gran capacidad colonizadora», como olmos y almeces ailantos, así como lilos y laureles que han «redundado en la pérdida de espacios que en otros tiempos eran abiertos, desdibujando la organización espacial de la finca». Estas zonas se recuperarán y se pondrá especial atención a las nuevas especies, con el foco en aumentar la biodiversidad. Se llevará a cabo un estudio etnobotánico sobre las especies a recuperar teniendo en cuenta su valor histórico y paisajístico, además del emplazamiento y la adecuación a las condiciones climáticas, resistencia a plagas y enfermedades. «Se definirá mediante planos la ubicación de las especies, sus características, podas y tratamientos necesarios», recoge el proyecto, que también tendrá en cuenta el desarrollo de los trabajos en el muro de cerramiento, llevándose ya a cabo, y la instalación de iluminación y nuevas técnicas de drenaje y riego. El coste total del proyecto asciende a los 258.380 euros. Renovación integral La Quinta de Torre Arias cuenta con la declaración de Jardín de Especial Protección, siendo una de las posesiones de recreo más significativas por su pasado y extensión de la capital. Cuando la calle de Alcalá era poco más que un camino de tierra, la aristocracia se daba cita en el interior, con el Conde de Villamor como maestro de ceremonias y anfitrión. Conocida entonces como la Quinta de Canillejas, pasó a ser Torre Arias cuando se hizo con ella el conde con el mismo nombre, en los años cuarenta del siglo pasado. Testigo de la historia y de la evolución, fue su hija, Tatiana, la que la cedió al Ayuntamiento. Bajo el mandato de Ana Botella, la finca se postuló como posible sede de la Universidad de Navarra, pero la cesión de los terrenos fue anulada por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM). Con Manuela Carmena ostentando el bastón de mando el plan pasó a recoger una granja urbana con espacio para dotaciones y servicios públicos. El palacio y otras zonas estuvieron más de dos años cerradas y ya con José Luis Martínez-Almeida se llevó a cabo la recuperación de estos edificios, cuyas obras acaban de finalizar. Han afectado a la recuperación del palacete, las caballerizas, la casa del jardinero, la torre del reloj, el lavadero de caballos, un aljibe y un depósito, que estaban erosionados y con humedades. La renovación integral pone fin a la lucha vecinal para que uno de los pulmones u oasis desconocido de Madrid se abra al público en todo su esplendor.

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