martes, 31 de agosto de 2021

Haven Shepherd, la niña que sobrevivió a una bomba en un suicidio familiar

Es la sonrisa de estos Juegos, contagiosas su alegría, su desparpajo y su vitalidad. Y tendría motivos para todo lo contrario, pero Haven Shepherd sobrevivió a un abrazo familiar con una bomba en medio y ahora solo puede ver todo lo bueno de la vida. Por el momento, participar en unos Juegos Paralímpicos, donde solo llegan los más fuertes. Lo es. Con 18 años, quinta en la prueba de 200 estilos y queriendo brillar también en 100 braza en su estreno en una cita de este calibre. Ya lo era. Nacida en Vietnam, cuando tenía 16 meses, sus padres decidieron suicidarse pegándose una bomba al cuerpo cada uno. Con ella en brazos. Ellos murieron de inmediato, Shepherd no; lanzada a más de treinta metros, resistió a la onda expansiva y a la metralla que quedó en su cuerpo, solo sus piernas, amputadas por debajo de la rodilla, quedaron en ese abrazo familiar de muerte. El segundo nombre de Shepherd es Faith (‘Fe’). Los 29 días de hospital que pasó se pagaron gracias a las donaciones y las ayudas de otros pacientes. Sus abuelos no podían permitírselo. No recuerda nada de aquella vida. La suya empezó cuando fue adoptada por Rob y Shelly, de Misuri, a los 21 meses. A sus padres, temerosos de cómo serían las necesidades de una niña sin piernas, se les quitó pronto el miedo. Haven podía hacerlo todo, desde ponerse unas chanclas hasta correr. Creció con seis hermanos mayores, cuatro chicas y dos chicos. «Siempre bromeé con mis hermanos en que yo era la niña-milagro, la favorita de papá y mamá. Ellos me dieron el mundo, y todos los deportes», dijo a su llegada a Tokio. Practicar alguna disciplina era casi obligatorio en una familia competitiva y muy activa. Ninguno de ellos era adaptado. Comenzó con el atletismo, pero las rozaduras de las prótesis le hicieron abandonarlo. Probó con la piscina que tenían en el jardín. Ahí, con 10 años, reticente al principio, encontró su modo de ser libre, de que no hubiera ruidos ni prótesis. «Son pesadas y no son cómodas. Es como tener un calcetín muy ajustado y no me deja ser lo libre que yo quiero ser», admitía. Libre se siente sin ellas, sin que se pare a pensar demasiado en que no tiene piernas. Fue su tío, entrenador de natación, quien le enseñó los cuatro estilos; enseguida llamó la atención del equipo estadounidense. En 2019 logró dos platas y un bronce en los campeonatos Panamericanos, pero llegó a Tokio sin presión. «Mi meta es ser yo misma y divertirme. Todo en tu vida es una elección. Podría estar en la cámara de llamadas, emocionada, con miedo, pero si decido convencerme de que puedo divertirme, aunque sea una carrera dura, ya habré ganado», continuó. Modelo de ropa y de vida Shepherd, como muestran las fotos que comparte en sus redes sociales, disfruta de todo lo que la vida le ha dado por no tener piernas, y es tan adolescente como todas las chicas de su edad: va a la universidad en su propio coche, le gusta divertirse, hacer bromas, la moda. Además de los entrenamientos de natación y de crossfit, donde también ha competido, ha sido modelo de la marca Tommy Hilfiger. «Me di cuenta de que el cuerpo perfecto no existe. Todos tenemos imperfecciones. Me encanta esta oportunidad de demostrar que cualquiera puede hacer realmente lo que quiera», prosiguió. Es el mensaje que se ha propuesto enviar al mundo. Con su sonrisa, su vitalidad, su esfuerzo en el agua y las charlas que da por los colegios, donde deja que los niños toquen las prótesis, sus piernas y pregunten todo. «Siempre hay que mirar las cosas positivas. Sé que pude morir, pero salí, tuve esta segunda oportunidad. No puedes controlar la vida, solo cómo respondes ante ella». Ante la bomba con la que sus padres quisieron acabar con la familia, ella respondió con una sonrisa.

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