domingo, 29 de agosto de 2021

Contención de daños

Desde que en 2012 la primera gran mani independentista inaugurase de manera oficiosa el llamado ‘procés’, la Diada del 11 de septiembre ha sido un fiel termómetro del momento político catalán. De las demostraciones norcoreanas de los primeros años a las dificultades para llenar autocares que reconoce ahora la ANC han pasado casi diez años, los que van de un movimiento que se llegó a ver ganador, a la ‘depre indepe’ actual. El otoño negro catalán de 2017 fue un punto de inflexión, y desde entonces, hay que verlo así, el independentismo, o parte de él, no ha hecho más que practicar la política de contención de daños que cualquier dirigente sensato en cualquier lugar del mundo se aplica. Todo un contraste con lo que llegamos a vivir. No hay que olvidarlo: de la audacia de Mas se pasó a un Puigdemont en modo suicida para acabar en la presidencia ‘freak’ de Torra (¿alguien se acuerda de él?). Pere Aragonès, en sus cien primeros días, se ha limitado a intentar no meter la pata. Ya es mucho si se le compara con sus predecesores. En este contexto resulta hasta divertido ver cómo en las redes el independentismo más ‘hardcore’ alentado desde Junts se dedica a despellejar al ‘president’ y a Junqueras por proclamar una obviedad: la estrategia de la unilateralidad aleja más que acerca el objetivo de la independencia. En ERC, ni que sea de forma táctica, interesada, parecen haberlo asumido: contención de daños, el objetivo es durar, autonomismo en definitiva. Las próximas citas van a ser balizas para leer el momento: primero, la Diada confirmará que el independentismo facción DUIha entrado en fase ‘bajona’, cada vez más agriado, enfadado con todos, nuestra Lega Nord. Sin apenas respirar vendrá luego la ‘mesa de diálogo’, momento para los posibilistas. ¿Dónde está la bolita? El objetivo es durar.

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