En la campaña de las generales de noviembre de 2019, la candidata por Barcelona Cayetana Álvarez de Toledo pidió perdón en nombre del PP por haber sido «profundamente anticatalanes», una forma de reconocer que los populares también practicaron históricamente la fallida estrategia del apaciguamiento con el nacionalismo. No sin dejar de reconocer que eso era cierto, en una parte importante del partido no gustó que «desde fuera» se enmendase la plana a una formación que, sobre todo en los últimos años, se partió la cara contra el independentismo. La anécdota la recordaba ayer a este diario un exdirigente del PPC que, aún asumiendo la valía intelectual y política de la exportavoz en el Congreso, le ve un encaje complicado si su pretensión es integrarse en el partido y su dirección, o incluso formar parte de las listas electorales en las próximas elecciones en Cataluña. Otras fuentes de la formación ven muy difícil esa posibilidad y señalan que, como ella misma ha demostrado, no ven a la actual diputada por Barcelona sometiéndose de nuevo a la disciplina que implica un cargo, por muy buena que sea la relación con el actual presidente del PPC, Alejandro Fernández. Este, como también cuando Álvarez de Toledo quiso demostrar que ningún territorio es ajeno a un ciudadano español presentándose por Cataluña, es ahora su mayor valedor: «Es la voz imprescindible, libre y culta que tan bien representa el espíritu de la España de los Libres e Iguales. Ojalá podamos seguir contando con esa voz, especialmente en Cataluña. Ese es mi deseo».De España https://ift.tt/34y8Td3
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