domingo, 30 de agosto de 2020

La farsa presupuestaria de Podemos

La escenificación planteada en los últimos días por Podemos, como advertencia a Pedro Sánchez de que la continuidad de la legislatura pende de un suspiro, tiene más de impostura de que de realidad. Pablo Iglesias, como acostumbra cada vez que le acucian los problemas, ha puesto en marcha una inmensa mascarada. Su ofensiva de agosto contra la Monarquía tenía el límite prefijado que Sánchez le consintió. Ni un metro más. Su capacidad para rentabilizar como un mérito propio la aprobación del ingreso mínimo vital se ha topado con la cruel realidad de que su diseño improvisado carecía de un presupuesto real para canalizar esas ayudas. Y su conflictiva relación con los Juzgados que investigan diversas irregularidades de Podemos no le ha convertido en la víctima que pretendía ser. Iglesias ha perdido swing. Buena parte del Gobierno está acostumbrado ya a estos faroles de mueca sobreactuada y a que Iglesias practique más la yenka que la gobernabilidad Por eso, recurre a munición de más calibre con el aviso al PSOE -matizado con el paso de las horas- de que si Sánchez pacta con Ciudadanos los Presupuestos Generales del Estado, no contará con los votos de Podemos. Siendo una coacción correctamente escenificada y preocupante para sectores de la izquierda, en cambio no ha inquietado en lo más mínimo a buena parte del Gobierno, acostumbrado ya a estos faroles de mueca sobreactuada y a que Iglesias practique más la yenka que la gobernabilidad. A la imagen del PP Sánchez puede no tener aún atados los Presupuestos. Pero casi. Septiembre servirá para que otros partidos se hagan los ofendidos, presenten propuestas de máximos con amenaza de ruptura, planteen exigencias irreversibles… y todo, con grandilocuencia expresiva y sobreactuación gestual. Cuanto más maquillaje a las intenciones, mejor. Esos partidos que cortejan a Sánchez -más que Sánchez a ellos- se harán los dignos con tesis irrenunciables, sacarán a pasear sus principios, exagerarán en su negativa para que nadie pueda tildarles de traidores a su causa -comunista en el caso de Podemos, liberal en el de Ciudadanos, y nacionalista en el del PNV-, y cada uno simulará haber triunfado si el acuerdo definitivo se cierra. Ninguno habrá renunciado a nada, y sostendrán que Sánchez se ha plegado. Pero la inédita paradoja para España es que, por estricta prescripción europea, por simple imposición del sentido común en plena recesión, esos presupuestos se parecerán más a cualquiera de los que pudiera diseñar el PP que a la icónica demagogia de unas cuentas izquierdistas. La crisis de egos El Gobierno está en la fase de creación de la coartada y de aggiornamento de la excusa, mientras Podemos, Ciudadanos y PNV exaltan su dignidad y Sánchez estigmatiza al PP aun siendo consciente de que ni necesita ni quiere a Pablo Casado para aprobar sus Presupuestos. En eso Iglesias tiene razón. En La Moncloa no hay una crisis política al uso por la sencilla razón de que Sánchez depende de Iglesias y viceversa. Es una interdependencia simbiótica que mantiene aún blindada la coalición. Por eso, la fractura interna del Gobierno -que existe y crece- no se basa en una crisis política provocada por contradicciones o disensiones programáticas. Iglesias es capaz de rectificarse a sí mismo sin sonrojo en cualquier mitin o en una entrevista. No. Se basa en una pugna de egos en crisis de identidad ante el temor de que una -¿inminente?- crisis de gobierno golpee irreversiblemente el poder de Iglesias. De ahí las amenazas, y no de interpretaciones divergentes sobre cómo ha de ser el reparto de fondos del rescate europeo, o de cómo debe enfocarse el gasto publico para afrontar la recuperación. Esa es la farsa argumentativa con la que Podemos oculta su angustia por que Sánchez pacte con Ciudadanos, o pueda negociar con el PP al menos su abstención en partidas presupuestarias determinantes. La preocupación de Iglesias por que Sánchez ensaye un puñetazo al hígado de los ministros de Podemos en una eventual remodelación de su Gobierno es razonable. Porque esa teoría empieza a ser mucho más que un rumor. Incoherencia con el PNV Así, la lógica del farol que ha planteado Iglesias amenazando con vetar los presupuestos de Sánchez por criterios ideológicos falla. Basta una sola pregunta para desmontar la pantomima. ¿Qué problema puede tener Podemos con Ciudadanos, salvo el de mantener las apariencias con un discurso de supuesta dureza y un indisimulado chantaje al PSOE? ¿Qué problema de coherencia ideológica puede alegar Iglesias respecto a Ciudadanos mientras sí acepta pactar esos mismos presupuestos con el PNV, un partido tan conservador como el más conservador de la derecha europea? El virtuosismo de Sánchez en su progresiva estrategia para desorientar a Iglesias y desmontar el andamiaje de Podemos en la izquierda electoral mejora con los meses. Es evidente que esa recurrente estética de plañidera ha dejado de rentarle a Iglesias y que sus amenazas resultan cada vez menos creíbles en el PSOE En cualquier caso, Sánchez necesita extender su red de apoyos parlamentarios para no vivir al límite de la extenuación cada votación. Y para diseñar su propia coartada, precisa de una remodelación de gobierno… no solo por citerios de imagen para reducir el Ejecutivo más sobredimensionado de Europa, sino por una mínima autoexigencia de mejorar su capacidad de gestión ante Europa. Las imposiciones de Bruselas no se satisfacen con propaganda. En España, la teatralidad aún le es útil, pero en Europa la magia demagógica de Moncloa no cuela. Y de eso, Iglesias es consciente. Por eso, la aparente tensión «política» entre Sánchez e Iglesias tiene mucho de artificial y de tacticismo. Solo se dirimen carteras y cuotas de poder interno e influencia, pero no la gobernabilidad porque el uno depende del otro y eso permanecera inalterable. Mayoría deshilachada El inicio del curso parte así de dos bases incuestionables: la legislatura sigue dependiendo de Podemos porque el PP no va a rescatar a Sánchez de su propia coalición, y porque Iglesias tiene a mano el botón rojo para activar nuevas elecciones generales; y a su vez Sánchez empieza a asumir que la ruptura del separatismo catalán no le permitirá gobernar el resto de legislatura de la mano de su mayoría de la investidura. De momento, y hasta que se celebren elecciones en Cataluña, ERC no está en disposición de garantizar nada a Sánchez, salvo su rechazo a los presupuestos.

De España https://ift.tt/2QzNmIS

0 comentarios:

Publicar un comentario