domingo, 30 de agosto de 2020

Puigdemont confía en que un alud de deserciones ahogue al PDECat

Si Artur Mas, asediado por la corrupción, se vio abocado a rebautizar a la vieja Convergència como PDECat a modo de maquillaje, ahora Puigdemont lleva camino de darle la estocada definitiva al espacio político fundado por Pujol. La guerra es total entre el expresidente de la Generalitat fugado y quienes intentan mantener vivo el gen convergente. A la denuncia en los tribunales del PDECat que acusa a Puigdemont de apropiarse de las siglas de Junts per Catalunya (JpC), le ha seguido una avalancha de deserciones en las filas posconvergentes, alimentadas por el propio Puigdemont; decenas de cargos han roto ya su carné del PDECat. Todo ello cierra las puertas a cualquier posibilidad de una lista conjunta para unas elecciones autonómicas todavía sin fecha. La batalla de las siglas deja al PDECat en un callejón con solo una salida posible: presentarse a los comicios en solitario sin un candidato con «pedigrí» –manejan la opción de la consejera Àngels Chacón como cabeza de lista– y teniendo enfrente a un «caballo ganador» como Puigdemont. Como mucho, podrían arrimarse a alguna de las otras facciones minoritarias fagocitadas de la antigua Convergència, como el recién creado Partido Nacionalista de Cataluña (PNC), encabezado por la también exdirigente del PDECat Marta Pascal, pero cualquier alianza del catalanismo conservador sin contar con la baza de Puigdemont parece condenada al fracaso. El expresidente fugado cuenta con todas las cartas para imponerse en el espacio posconvergente –nutriéndose con los desafectos del PDECat y, sobre todo, al contar con el apoyo de líderes presos–, pero la batalla judicial de la siglas tampoco para él está exenta de riesgos. Y es que si la justicia aceptase congelar cautelarmente el uso de las siglas JpC –mientras decide sobre el fondo del asunto– podría convertirse en un obstáculo en la pretemporada electoral del espacio que capitanean Puigdemont y Jordi Sànchez. La última crisis la desató la decisión del PDECat, presidido por David Bonvehí, de emprender acciones legales contras JpC por la propiedad de la nueva marca registrada por Puigdemont. Lo hicieron al considerar que Puigdemont y Sànchez habían prometido que el futuro de las siglas de JpC se decidían conjuntamente y no de forma unilateral. El pasado 10 de julio se oficializó un cambio en el registro de partidos en la propiedad de las siglas, pasando de afines a la dirección del PDECat a personas cercanas a Puigdemont. Era el pistoletazo de salida al nuevo proyecto electoral del expresidente de la Generalitat que se escabulle en Bélgica de la justicia española. Medio millar de bajas Bonvehí decidió responder en los tribunales, e indignados por la decisión de la dirección posconvergente de jugar la partida en el campo de los tribunales en lugar de hacerlo en el tablero político, cinco senadores de JpC decidieron darse de baja del PDECat. Se trata de Josep Maria Matamala, Maite Rivero, Josep Maria Cervera, Josep Lluís Cleries y Assumpció Castellví, todos ellos exmilitantes de la antigua Convergència, muy enfadados con «la deriva que está tomando el partido» y su falta de respeto a los acuerdos internos. Fueron los primeros de un goteo de casos que amenaza ahora con convertirse en una riera. Los siguientes en dar el paso han sido medio centena de concejales del área metropolitana de Barcelona de JpC, que dejarán de ser asociados del PDECat. Tachan de «autoritaria» la decisión de Bonvehí, y un «menosprecio» a aquellos que todavía navegan entre las aguas de los dos partidos, que son muchos. «Una vez más, se ha vuelto a tomar una decisión de gran importancia sin consultar a los asociados y asociadas del PDECat, generando de nuevo una situación de menosprecio y autoritarismo por parte de la dirección actual del partido», denunciaron ayer en un comunicado. Y no solo es que hayan tomado ellos esa decisión sino que hacen un llamamiento a todos los asociados al PDECat a dejar de serlo. El último en anunciar que abandona el partido ha sido el exconsejero Lluís Puig, fugado a Bélgica, quien cree que las decisiones tomadas por la dirección del PDECat «no se adaptan al mandato» del partido que asumieron en 2019 de «transitar hacia JpC». Falta por ver cómo la marejada afecta al grupo parlamentario en el Congreso y también ver con quién se alinea Artur Mas. Hasta ahora, el espacio posconvergente ha usado JpC como marca electoral y es el nombre de grupos parlamentarios –en el Congreso, Senado, Parlament y Ayuntamiento de Barcelona–, pero nunca han concurrido a las elecciones como partido. A día de hoy, parece inviable que Puigdemont y el PDECat reconduzcan la situación. Unos y otros callan, igual que ERC, que prefiere no entrar en «polémicas ajenas». En la intimidad, sin embargo, se frotan las manos ante unas elecciones con una posconvergencia fagocitada como rival.

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