sábado, 29 de agosto de 2020

Iglesias quiere evitar que Sánchez negocie antes los Presupuestos con Ciudadanos

En el Gobierno hay un pulso entre el presidente Pedro Sánchez y el vicepresidente Pablo Iglesias. El primero maniobra hacia el centro por necesidad. El segundo, actúa como rémora para impedir ese desvío. De hecho, en Podemos tienen la sospecha de que Sánchez pretende pactar con Ciudadanos unos puntos de los Presupuestos Generales del Estado antes de negociar con ellos. Lo que condicionaría luego el borrador de las cuentas y la discusión entre PSOE y Podemos, una batalla que Iglesias no quiere perder. Podemos quiere zafarse de quedar relegado a un segundo plano insignificante y redoblan la presión con sus discursos. «El PSOE sabe que con nosotros no va a contar para unos Presupuestos con Ciudadanos», expresó el viernes la coportavoz morada, Isa Serra. Sin embargo, sus palabras son solo un endurecimiento de su posición política, lejos de convertirse en un veto real al partido de Inés Arrimadas. Podemos intentará evitar que el borrador de las cuentas llegue a la mesa de negociación del Gobierno de coalición condicionado por Cs. Iglesias quiere cerrar antes un borrador con Sánchez para que luego pueda ser negociado con el resto de grupos políticos sin excluir a nadie. Presidente y vicepresidente se reunirán mañana para abordar este y otros asuntos antes de la ronda de contactos con los líderes. El malestar en el seno del Ejecutivo existe, pero eso no significa que la coalición esté en peligro y pueda deshacerse. Es más, todo lo contrario: el pacto PSOE-Unidas Podemos está «muy vigente». Las dos cabezas del Palacio de la Moncloa saben que mantener su alianza es la única forma de retener el Ejecutivo debido a la inestabilidad parlamentaria sobre la que reposa su acuerdo de coalición. La amalgama de grupos nacionalistas y regionales que les auparon e invistieron a Sánchez lo hicieron por considerarles el mal menor. Pero hace tiempo que ni siquiera sus propios socios son un valor refugio. Principal razón por la que la parte socialista del Gobierno, la mayoritaria, está haciendo indisimulados gestos al centro para encontrarse con Ciudadanos y el Partido Popular. Algo que incomoda y exaspera al vicepresidente Iglesias. Los socialistas quieren presentar en septiembre los Presupuestos, pero son conscientes de que ERC y EH Bildu lucharán por introducir determinados puntos no compatibles con lo que Bruselas está pidiendo a los países. Por lo que el entorno de Sánchez ve complicado reeditar las cuentas de la investidura como exige Podemos. Sobre todo por las trincheras ideológicas en las que se meterá ERC antes de las elecciones catalanas, en otoño, aún sin fecha, con posiciones más duras. Situarse en la moderación Por esta razón, y porque los independentistas ya le tumbaron unas cuentas el año pasado, el presidente del Gobierno escenifica una marcada estrategia para situar a su gabinete en la moderación. Acercándose a Ciudadanos, a pesar de que Unidas Podemos se revuelva, por cuestión de supervivencia política. En su última comparecencia institucional, el martes, Sánchez fue claro sobre la negociación presupuestaria. Además, su pretensión de ampliar la base de apoyos es extrapolable a otros retos que el Gobierno tiene por delante y para los que necesitará el «sí» del Congreso. «Queremos aprobarlos con el mayor apoyo parlamentario posible. Queremos y necesitamos unos Presupuestos de País, no unos Presupuestos de un Gobierno u otro», señaló el presidente. «La negociación de los nuevos presupuestos medirá la responsabilidad y el sentido de Estado de todas las fuerzas políticas y de cuales anteponen los intereses generales a los partidistas», añadió. Unas palabras con las que no solo interpela a PP y Cs, sino también aprieta a Podemos para que abandone su radical rechazo a estos. Estas insistentes apelaciones al PP y Cs son ejemplos claros de hacia donde quiere dirigirse. El miércoles se reunirá con ellos. Con el líder de la oposición, Pablo Casado, la relación es naturalmente más compleja y hay una parte de treta para apretarle y que ceda («La negociación de los presupuestos medirá la responsabilidad de las fuerzas»). Una fórmula parecida a la que utilizaron durante las primeras prórrogas del estado de alarma, donde la coyuntura llevó a los populares a no votar en contra. Pero que la presidenta de Cs, Inés Arrimadas, con diez diputados, tenga un trato preferente por detrás de Casado, y por delante de grupos parlamentarios con más representación, es un síntoma evidente de que Sánchez está seguro de querer amarrar el apoyo del partido naranja. Además, parte de los ministros socialistas se encuentran cómodos llegando a acuerdos con Cs. Algo que facilita la relación. Por otro lado, Sánchez tiene previsto mañana una conferencia con empresarios bajo el título «España puede» en Casa de América, en Madrid, para pedir unidad de todos.

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