miércoles, 22 de abril de 2020

El Congreso exige a Sánchez que enmiende su gestión de la crisis

El Congreso autorizó ayer por tercera vez la prórroga del estado de alarma, pero vislumbrando en el horizonte la relajación del confinamiento general por vez primera. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lanzó un discurso moderadamente optimista para situar la entrada de España en la fase 2 o «desescalada» en la segunda quincena de mayo. No obstante, hizo hincapié en que la relajación no será rápida sino «lenta y gradual, porque debe ser segura». También quiso advertir que la recuperación de la libertad no seguirá una progresión continua, sino que habrá avances y paradas. «Tras cada nuevo avance, nos debemos cerciorar de su solidez. Si mantenemos a raya el virus y si el sistema salud mantiene el tono daremos un paso y si no es así nos detendremos. No habrá decisiones definitivas», explicó. Tensiones por territorios Esta modulación dependerá de cómo se comporte la pandemia en cada territorio ya que la apertura será asimétrica, por provincias o incluso localidades, como ya anunció el pasado fin de semana. Para decidir quién puede abandonar el confinamiento y quién no, el Ejecutivo elaborará unos marcadores de control del virus. Esta desescalada asimétrica es un punto que preocupa al Gobierno por las posibles tensiones que puedan emerger con las comunidades. Ayer, socios de la coalición como el nacionalista PNV o el independentista ERC reclamaron que esa recuperación progresiva de la normalidad quede en manos de las autonomías. El portavoz vasco, Aitor Esteban, advirtió a Sánchez que si quiere volver a contar con su grupo en la próxima prórroga del estado de alarma, debe empezar a consensuar esa desescalada con las autonomías y cederles espacio en la toma de decisiones. El jefe del Ejecutivo admitió las dificultades que plantea el modelo de confinamiento desigual y recaló en las asimetrías que puede plantear en territorios limítrofes, para abogar por encontrar un punto de entendimiento entre Gobierno y el resto de las administraciones. Sánchez mantuvo durante su intervención el mismo tono sosegado e institucional que utiliza desde hace semana y media. Incluso admitió por primera vez y de forma abierta la comisión de errores, aunque no pidió perdón por ellos. Pero ello no calmó los ánimos de una oposición que demostró estar perdiendo la paciencia ante los errores de gestión. El presidente del PP, Pablo Casado, dejó claro que su entrada en la negociación de un acuerdo para la reconstrucción del país no difumina su visión crítica de la gestión que Sánchez está realizando de la pandemia. Minuto de silencio Dos son los grandes temas que enfrentan con más contundencia a ambos líderes y sobre los que Casado volvió a hacer pivotar su intervención. El desfase en las cifras oficiales de fallecidos, y las «mentiras» con las que el Gobierno pretende ocultar su «balance catastrófico». El líder del PP combinó así la crítica con la exhibición de sentido de Estado al apoyar la prórroga del estado de alarma y entrar en la negociación para la reconstrucción del país. Además, se apuntó un tanto político al reclamar un minuto de silencio en memoria de los fallecidos por la pandemia. Un homenaje que ni la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, ni tampoco el jefe del Gobierno habían propuesto hasta el momento. No cabía excusas ante la petición de Casado y el Hemiciclo recordó así a las víctimas. Tal fue la dureza de Casado con Sánchez que el presidente de Vox, Santiago Abascal, dejó a un lado sus antigua burla de «derechita cobarde» para elogiar la intervención del presidente del PP. No obstante, el líder de Vox no se quedó atrás y volvió a realizar, una jornada más, el discurso más violento contra el Gobierno. Así, insistió en que no descansará hasta ver a sus miembros en la cárcel. No solo los rivales del Gobierno criticaron a Sánchez. También lo hicieron socios como Esteban, el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, o el de Más País, Íñigo Errejón. Todos trasladaron la idea de que los errores de gestión del Gobierno hacen que cada vez les resulte más difícil apoyar sus medidas, pero mantuvieron su respaldo al confinamiento por responsabilidad. De hecho, el rechazo parlamentario a la nueva prórroga del estado de alarma volvió a crecer ya que Junts mutó su anterior abstención para votar «no» junto a Vox y la CUP. Estas tres formaciones sumaron 60 votos en contra frente a los 269 «síes» del PSOE, Podemos, PP, PNV, Cs y regionalistas. ERC y Bildu mantuvieron su abstención, pero con Rufián advirtiendo que su posición se encuentra cada vez más cerca del «no». Sánchez se deja un nuevo jirón en cada prórroga del estado de alarma y aquella primera aprobación que casi rozó la unanimidad parece ya hoy imposible de repetir.

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