Fue un grande, como jugador, como entrenador y como seleccionador. Triunfó en todas las facetas del fútbol. Se llamaba Miguel Muñoz Mozún (Madrid, 19-1-1922–16-7-1990) y ganó Copas de Europa de corto y de largo, con un palmarés apoteósico, en el Real Madrid de la leyenda. Jugó con Campa, con Di Stéfano, Santamaría, Gento y entrenó después a muchos de estos legendarios futbolistas. Comenzó en el fútbol tras la guerra civil, en equipos modestos de Madrid. Con ocasión de cumplir su servicio militar en Logroño lo fichó el Club Deportivo Logroñés en 1943. Pasó al Racing de Santander en la temporada 1944- 1945. A los dos años firmó por el Real Club Celta de Vigo, de donde fue traspasado al Real Madrid en la temporada 1948-1949. Se retiró después de una década jugando en el club blanco, al final de la temporada 1958-1959. Ganó cuatro Campeonatos de Liga, tres Copas de Europa y una Copa Latina. Colgó las botas y pasó directamente a entrenar al filial madridista, el Plus Ultra, para subir a dirigir al primer equipo al año siguiente, en abril de 1960, por orden de Bernabéu. Ese mismo año ganó la Copa de Europa y se convirtió en la primera persona en celebrarla como jugador y entrenador. Estableció un record al mantenerse al frente del Real Madrid nada menos que catorce años, hasta enero de 1974. Durante este tiempo logró nueve Campeonatos de Liga, dos Copas de España, dos Copas de Europa y una Copa Intercontinenta. Fue, es, uno de los entrenadores más laureados de la historia del fútbol español. Dirigió luego al Granada durante la temporada 1975-1976, después a la Unión Deportiva Las Palmas, a la que llevó a la final de la Copa del Rey de 1978, y al Sevilla desde 1979 a 1982. Antes, en la temporada 1968-1969, en unión de Artigas y Molowny, se había hecho cargo de la selección Española, pero fue en 1982, después del decepcionante papel en el Mundial de España, cuando Muñoz volvió a regirla, ya en solitario, con éxitos importantes. Logró que la selección se clasificara para la Eurocopa de Francia de 1984 tras anotar el 12-1 a la selección maltesa, para alcanzar la final que se jugó en París contra la selección anfitriona, que ganó esa Eurocopa. En total dirigió setenta y ocho partidos internacionales. Venció en treinta y cinco de ellos, hubo veintiún empates y fue derrotado en veintidós ocasiones. Compitió en dos Copas de Europa de Selecciones (1984 y 1988), una Copa del Mundo (1986) y dos Juegos Olímpicos (1984 y 1988). Si como jugador era un incansable peón de brega, como entrenador se distinguió siempre por el suave entendimiento con los jugadores, apoyado en un sentido del humor y una socarronería extraordinarios. esa suavidad escondía una mano férrea. Pedro de Felipe lo definió bien. «Yo era central y de vez en cuando subía al ataque, hasta que un día me cogió y me dijo: yo le quiero para que usted corte atrás, que es donde usted ha destacado siempre. Para ir arriba ya tengo a otros jugadores».
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