Desde que este periódico se reunió en 2016 con Jon Fernández (Vizcaya, 1995), muchas cosas han cambiado para el joven púgil vasco, una de las mayores esperanzas del boxeo español para abrocharse un cinturón de talla planetaria. Empezando por lo obvio, pues impresiona su transformación corporal: «He tenido que subir de peso, del superpluma al ligero», explica en conversación con ABC después de una dura sesión de sparring en Madrid. También ha modificado su juego mental, engranaje clave en un deporte más estratégico de lo que un profano en la materia pudiera imaginar. «Tengo más madurez, más rodaje, más preparaciones, en definitiva, más seguridad en mí mismo», enumera. Pero, sobre todo, la diferencia reside en el número de títulos de atesora, ahora que busca su victoria número 20 como profesional, en un combate que disputará el próximo 28 de diciembre en el pabellón de La Casilla, en Bilbao, frente al actual campeón UBO África del superligero, el tunecino Abderrazak Houya (14-1). En apenas tres años, Jon Fernández ha tenido una evolución meteórica, que se refleja en sus vitrinas. «Es un boxeador muy serio y con mucho registro técnico. Cuando sube al ring lo hace muy concentrado y metido en la pelea, visualiza hasta el último detalle que esté dentro de su amplio abanico de posibilidades para ganar», describe su preparador, Tinín Rodríguez. Primero se proclamó campeón del mundo júnior de la WBC en octubre de 2016. Solo seis meses después, logró el campeonato de España del superpluma, y culminó un gran 2017 con el título WBC Silver. Sin embargo, un año después, perdió el cinturón en la defensa que realizó frente a O’Saquie Foster por decisión unánime en Estados Unidos. No obstante, el púgil vasco llevó a cabo esa máxima que alega que se aprende más de las derrotas que de las victorias. «Aprendí que las apariencias engañan. Habíamos visto una cosa en vídeos y luego en el ring nos encontramos a un boxeador muy fuerte. Aprendí a pelear mientras vas perdiendo asaltos, siempre hay que seguir trabajando. Es una experiencia más, para saber ganar hay que saber perder. Ya he tenido una, no quiero más derrotas», reflexiona. Tras caerse, se levantó. Y este año llegaron el título de la Unión Europea en el superpluma y el WBC Latino en su reciente transición al ligero. Por eso, aunque tanto Fernández como su equipo insisten en ir paso a paso, fijar el Mundial como objetivo no puede sonar disparatado. «Se puede pensar en llegar a lo más alto, pero hay que tener paciencia. Ahora nos queda un amplio camino por recorrer y un gran deportista por disfrutar. Así se forjan los grandes campeones, a fuego lento», comenta prudente Tinín Rodríguez. «Pensar en el Mundial pienso muchas veces, pero cuando llegue es otra cosa», remata su pupilo. Por el momento, le toca encarar una dura pelea que bien podría suponer un título, aunque en este caso no hay ninguno en juego. «Es un boxeador muy fuerte, un poquito más bajito que yo. Viene de pelear en superligero, ha sido olímpico y ganó dos eliminatorias, son palabras mayores. Hace un mes peleó con el único boxeador con el que había perdido y ganó», dice un Fernández prevenido sobre Houya. En esta velada, habrá grandes nombres del panorama nacional: Fran Mendoza se medirá a Nano Santana; Jennifer Miranda a Vanesa Caballero y Jon Jader a Ionut Trandafir. Esto es algo que reclama el púgil vasco para que este deporte siga creciendo en nuestro país y llame la atención de un mayor número de espectadores. «Nos quejábamos de que no había televisión. Ahora la hay y creo que lo que falta son grandes peleas entre españoles. En cada peso hay tres o cuatro boxeadores que podrían hacer entre ellos grandes peleas. Si la Liga solo diera partidos de los dos últimos equipos, no tendría mucha audiencia. Lo suyo es usar la televisión para hacer peleas fuertes, que haya afición y se cree expectación. Es lo que hace falta», apunta. El respeto, un valor fundamental El de Echévarri no es un púgil que se limite a competir en el cuadrilátero. También gusta de ver a sus compañeros de profesión, seguir la escena boxística de cerca, formar parte de la afición. De hecho, es un acérrimo defensor del pugilismo. «El boxeo no es lo que la gente piensa. Es un deporte en el que somos compañeros todos, nos ayudamos entre nosotros, siempre nos damos un abrazo cuando termina la pelea. La afición también respeta. En el boxeo no he visto nunca una pelea entre aficionados. Es el noble arte, no tiene nada de violento. Creo que las películas han hecho mucho daño. Que la gente le dé una oportunidad y lo vea. Lo critican sin haber visto una velada o haber entrado en un gimnasio», argumenta. La campana suena y es el momento de regresar al cuadrilátero, el lugar donde Fernández dice «no sentir nunca miedo». Se despide mirando el panorama nacional sin complejos, advirtiendo del gran nivel que hay en España entre las dieciséis cuerdas: «No tenemos que envidiar a nadie». Jon Fernández lanza un directo a la cámara - Ángel de Antonio El dilema del boxeo en los Juegos Olímpicos Aunque es un debate que lleva años encima de la mesa, la aceptación de boxeadores profesionales en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 ha caldeado el ambiente internacional. Jon Fernández se posiciona al respecto, adelantamos que no es partidario de ello: «El boxeo amateur y el boxeo profesional es muy diferente. Creo que no tiene sentido que los boxeadores profesionales vayan a las Olimpiadas. Los profesionales pueden hacer títulos mundiales, pelear en televisión... Pues déjales este espacio a los chavales que vienen por detrás, que han trabajado muchos años para poder estar presentes».
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