viernes, 27 de diciembre de 2019

Parroquia de la Sagrada Familia: Sabor y calor del hogar

Las parroquias de Madrid, en Navidad, tienen un aire, un sabor a portal de Belén, el hogar de los hogares, el hogar de la humanidad. Y no solo por las omnipresentes representaciones del Misterio, del nacimiento del Niño Dios. A la cartelería navideña, los adornos, el trajín de caridad, se le suma el clima de unas fiestas que nos remiten al inicio de una historia que se hace, año tras año, vida. En Madrid, capital cosmopolita donde las haya, también es Navidad, pero no solo ni principalmente por las luces esterilizadas sino por el calor de la caridad. En las parroquias, en Navidad, la caridad es el centro. La tradicional Operación Kilo, la presencia significativa de Cáritas, porque toda Cáritas es siempre Navidad. Pueden comprobarlo en la parroquia de la Sagrada Familia, un templo impresionante que pasa demasiado inadvertido, a la sombra del Pirulí, muy cerca de una M-30 que cierra el círculo, divide y separa, entre calles que esconden tramas de existencia. La imagen de la Sagrada Familia que preside el presbiterio de la iglesia, ante una imponente vidriera, no es más que la imagen de todas y cada una de las familias de este barrio, que nos traslada a un Madrid de finales del siglo XIX y principios del XX, el Madrid de las fincas de recreo, del Arroyo Abroñigal, los viajes de agua, soterramiento de los años 70. Dicen que el barrio de la Fuente del Berro fue el refugio del Madrid más «cool» de los 90, famoseo, artistas, políticos y gente de bien vivir pegaditos a pisos de la geografía de una clase media que hace posible el progreso de una sociedad. Las primeras construcciones del barrio vieron cómo la Iglesia se hacía presente a través de un majestuoso templo de arquitectura triunfal de finales de los 40, que se concluyó de construir en 1952 gracias a los buenos oficios de la familia Urquijo y su proyecto social para los empleados de sus empresas. Un templo de corte neoclásico, que ha sufrido en el interior varias transformaciones litúrgicas, tal y como se puede comprobar por la ubicación del altar. Un templo que va ganando en calor de hogar gracias a las constantes reformas. Cuenta además en espacio anejo con una discreta y funcional capilla, dedicada al culto semanal y a la adoración eucarística. El párroco de la Sagrada Familia es Arturo Portabales González-Choren. Ya apareció en estas páginas cuando era párroco de la mítica San Fulgencio, custodia de las esencias de San Isidro Labrador. Ahora ha sido destinado a esta comunidad que tiene como curiosa nota añadida la residencia sacerdotal «Sagrada Familia», atendida por las religiosas Cooperadoras de Betania. Una residencia en la que viven una decena de sacerdotes. El Vicario Parroquial es Gregorio Mateos y también presta sus servicios en la parroquia Daniel Sánchez Merino. Otra nota característica de esta parroquia es la presencia abundante de la vida religiosa en un territorio en el que viven doce mil fieles: Marianistas, Hermanitas de los Pobres, Hijas de la Caridad, Cooperadoras de Betania, Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón, Franciscanas de la Purísima Concepción… Esta parroquia se caracteriza por una revitalizada actividad que arranca con la Cáritas, siempre Cáritas, todo Cáritas, llevada por un notable grupo de voluntarios. Hay que añadir una larga lista de grupos parroquiales: los que trabajaron el anterior Plan Diocesano de Evangelización y que ahora permanecen en la formación, una agudizada sensibilidad misionera que organiza un concurrido mercadillo solidario, el grupo que visita a los enfermos, el de Vida Ascendente, los grupos que atienden a los mayores con sus talleres de memoria y las actividades culturales varias, el de Teatro leído, la Coral Canticorum, el grupo de matrimonios jóvenes que acaba de arrancar, el CEM, Centro de Menores, el grupo de ocio y tiempo libre, las catequesis, y la novedad de este curso, el grupo de Effetá, que ha traído el colorido de la juventud con las Adoraciones al Santísimo Sacramento, de los martes, y las reuniones de formación seguidas de los encuentros para tomar cañas. Como dice el vicario parroquial, esta incorporación de Effetá a la parroquia «ha sido el pelotazo de la parroquia». Al fin y al cabo, lo que uno se encuentra en las parroquias es sabor y calor de hogar. Horario de misas Laborables: 9.30 y 20 h. Vísperas: 20 h. Festivos: 9.30, 11.30, 12.30 y 20 h.

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