sábado, 28 de diciembre de 2019

Las claves del bajón del Manchester City de Guardiola

Existen historias de amor bonitas y luego está la de Guardiola con las competiciones nacionales. En sus diez años en los banquillos, el técnico catalán se ha ido de luna de miel con la liga hasta en ocho ocasiones. Un idilio, sin embargo, que tiene visos de volver a sufrir una crisis después de la última derrota del City contra el Wolves. Tras dos años de matrimonio perfecto, Guardiola y la Premier duermen en camas separadas, y el culpable es un Liverpool que está a 14 puntos de distancia -con un partido menos-. Así, Klopp se erige como el siguiente responsable en anotarse el divorcio de la pareja del año, después de haberlo conseguido antes Mourinho en 2012 y Conte en 2017. El City está fallando demasiado y el pesimismo se ha adueñado de Guardiola. En la última rueda de prensa, no solo calificó la lucha por el título de «irreal», sino que alertó del riesgo de no jugar en Europa la siguiente temporada. En esta, de momento, espera el Real Madrid en octavos, una eliminatoria que podría ser la última bala de cara a pelear por un título en mayo. Las sensaciones no acompañan, pero los datos hablan de un equipo que golea como siempre -52 en lo que va de Premier-, tira más que nunca -más de 20 disparos por partido- y sigue conservando, aunque algo menos, el dominio de los partidos, con una posesión media que roza el 60%. Entonces, ¿qué está fallando? Lagunas en defensa Para ubicar uno de los problemas del City hay que retrotraerse al pasado verano. Fue entonces cuando se llevaron a cabo dos fichajes de especial relevancia: Cancelo, de la Juventus, y Rodrigo, del Atlético. Por el camino se fue Kompany, líder en el vestuario que si bien había perdido protagonismo en el campo, era un recambio de garantías para su entrenador. La dirección deportiva optó entonces por no gastar en un central. Lo fiaba todo a Laporte, Stones y Otamendi, a su juicio, suficientes para competir en las incontables competiciones que se disputan en Inglaterra. El tiempo les ha quitado la razón. Una lesión en la rodilla mantiene apartado a Laporte desde agosto, baja especialmente sensible si se tiene en cuenta que era el único fijo en la zaga. Por otro lado, ni Otamendi ni Stones están rindiendo al nivel esperado. Así las cosas, Guardiola ha dado el relevo a Fernandinho, en la enésima reconversión de un jugador a lo largo de su carrera. Este parche, si bien ha dotado al City de una mejor salida de balón, ha agudizado una carencia defensiva que tiene al equipo con 23 goles encajados, los mismos que en toda la temporada pasada. Esta fragilidad le penalizó en el último partido contra el Wolves, cuando se dejó remontar un 0-2, en el que es casi con total seguridad el adiós definitivo a la Premier. En este partido, además, Guardiola se anotó el peor dato de posesión de su carrera: 37,8%. Así, su fórmula, basada en la defensa con balón y en la presión tras pérdida, no es tan eficaz este año. Los rivales lo saben. El City es el equipo que más sufre al contragolpe y al que más le cuesta hacer las transiciones defensivas. Por ello, de poco sirve tener una cascada de goles arriba si atrás el equipo hace aguas. Más adelante está Rodrigo, otro nombre propio. El centrocampista es puro Guardiola, un jugador que llegó para ser el Busquets del City. Para su entrenador no hay dudas: es titular indiscutible y lleva la manija del juego, pero la realidad es que, con sus buenos partidos, aún no ha logrado adaptarse a la velocidad de la Premier. Su compatriota, David Silva, tiene un problema distinto. A sus 33 años -34 en una semana-, la gasolina le da para lo que le da. Con él en el campo el City es mucho mejor, pero como ocurrió con Xavi en sus últimos años en el Barça, no está para jugarlo todo. Su ausencia se paga, su presencia en todos los encuentros, también. Pese a todo, el City sigue jugando a lo mismo de siempre, un estilo innegociable para Guardiola basado en el dominio de la pelota. Cuando sus talentos están inspirados, el equipo es un vendaval. Pero el problema está en la defensa, agravado por una mala planificación deportiva. El otro, y más importante, lo tiene en Anfield, con un Liverpool que no da tregua. La temporada pasada, la lucha llegó hasta la última jornada, con apenas un punto de distancia entre ambos. Guardiola salió victorioso entonces; en esta, no ha tardado en morder el polvo. [Clasificación de la Premier League]

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