
Sus compañeros en modo alguno lo disculpan, pero sí lo explican. «Es un genio matemático, pero sin su tratamiento...» Se refieren a Luciano Méndez, el profesor de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) que vuelve a ser noticia tras la denuncia de una estudiante a la que afeó delante del resto de estudiantes, el escote de su camiseta y lo inapropiado del mismo para acudir a sus clases. La joven no toleró el comentario de Méndez y registró dos reclamaciones ante el decanato de la Facultad de Económicas y el rectorado de la USC, que ha derivado en la suspensión inmediata del profesor mientras se le incoa un tercer expediente disciplinario, que le puede costar su puesto en la universidad. Llueve sobre mojado, ya que los anteriores procedimientos fueron igualmente producto de comentarios del profesor a alumnas por su indumentaria. En mayo incluso llegó a grabarse varios vídeos, que subió a las redes sociales, criticando a la víctima de «La Manada» de Pamplona y reclamando la absolución de los cinco hombres que la agredieron sexualmente, según sentenció el Tribunal Supremo meses más tarde. De Luciano Méndez Naya, profesor de Modelos Matemáticos, titular de la Facultad de Ciencias Económicas desde 1991, hablan bien sus compañeros de facultad. «Es un buen profesor y un buen investigador», subrayan varios docentes consultados por este periódico. Pero también sus alumnos, que «están muy contentos con él», insisten desde su departamento de Economía Cuantitativa. Ayer, de hecho, acudió él mismo a despedirse de sus alumnos, una vez el rectorado de la USC decidió suspenderlo temporalmente. Problemas psiquiátricos Todo iba bien hasta que empezó a distanciarse «del tratamiento que tiene prescrito para las patologías psiquiátricas diagnosticadas que arrastra», según explicaron a ABC personas muy próximas a Méndez. Derivadas de ellas, «para él cualquier ruído se convierte en un mundo», a lo que se añaden conductas obsesivas, como su rechazo a la ideología de género, «un cuento chino», en sus propias palabras, expresadas habitualmente a sus colegas. «Luciano es indiferente a lo políticamente correcto», señalan, «él siempre dice que tiene unos valores, y que ya puede venir Cristo Bendito que nadie se los va a arrebatar», una expresión muy similar a la empleada el martes en el incidente con esta alumna para justificar su posición de que cualquier indumentaria no es válida para asistir a clase, un debate sepultado por la apelación a la libertad de amplio espectro de los alumnos. Sin embargo, la USC no tiene constancia oficial de enfermedad mental alguna «porque nunca se ha cogido una baja debido a ellas», reconocen en su facultad. Su situación es conocida internamente pero carecen de informes médicos que, sin justificar, sí sirvan para contextualizar las polémicas de los últimos meses. Otras voces internas hablan de «hipocresía» en una USC que sabía de las circunstancias pero decidió callar y sancionar. Quienes mejor lo conocen admiten que desde hace tiempo se ha negado a seguir con el tratamiento que tiene prescrito, actitud que sus familiares han intentado reconducir a través de terapias con profesionales, con escaso éxito. «Yo sé que me quieren meter en una cárcel de locos, pero yo soy más listo que mis médicos», ha llegado a confesar el propio Méndez a conocidos suyos, «yo si me medico no pienso, y si no pienso no vivo». Sus colegas comparan su situación con la del matemático John Forbes Nash, cuya vida se trasladó al cine en la película «Una mente maravillosa», aunque los trastornos de uno y otro puedan ser diferentes. El profesor señalado es el mismo, revelan, «que en verano se va dos meses a Perú con una ONG para dar clases de matemáticas a niños del rural y ayudar en sus pueblos», la cara desconocida de Méndez. Un «buen profesor» En el departamento se resignan a una nueva sanción contra su compañero, «pero esto no va a arreglar el problema». Con una Facultad aquejada de una preocupante falta de profesorado desde el inicio de curso, las soluciones son difíciles. De hecho, el incidente de Méndez este martes no fue en su asignatura, sino en una de primer curso que está cubriendo temporalmente. «El rectorado podría apartarlo de la docencia y destinarlo a la investigación», apuntan como alternativa, «pero sería una excepcionalidad poco frecuente y a Luciano no le gustaría, porque él disfruta de sus clases y su nivel de docencia es bueno», explican a ABC sus compañeros. El rector de la USC, Antonio López, anunció ayer la apertura de un expediente, que previsiblemente incoará algún profesor titular o catedrático de Derecho, según avanzaron fuentes universitarias, las mismas que advierten que «la aplicación de la Ley de Función Pública aquí es ineficaz, porque es un problema médico, no administrativo. La legislación carece de instrumentos para actuar frente a un caso como este». La estudiante mostró este martes la denuncia presentada - EFE La estudiante afectada: «Me señaló y dijo que casi se me veía un pezón» La alumna afectada explicó ayer los hechos que desencadenaron la sanción al docente gallego. Sentada en primera fila, recuerda que antes de empezar la clase Méndez le dijo que al finalizar quería hablar con ella. Sin embargo, a los pocos minutos, le pidió que se fuera a la última fila, donde no pudiera verla «si no se tapaba el escote». «Mis compañeros empezaron a defenderme, pero él me señaló y dijo que casi se me veía un pezón», declaró la joven, en todo momento respaldada por el resto de la clase. «Yo estaba en shock, no me creía que estuviera pasando», refiere la estudiante sobre el episodio que le ha costado una nueva sanción al profesor temiendo que, a la postre, la salpique. «Estoy en primero, me quedan como mínimo cuatro años y sé que si es una medida cautelar en unos meses podría volver si no se toma otra medida», indica. «Este profesor no es mi profesor oficial de Matemáticas porque la USC aún no consiguió un profesor de matemáticas para los de Economía», incide la universitaria para asegurar que conocía parte del pasado de Luciano Méndez, que ya fue sancionado con dos meses sin empleo y sueldo por una situación similar con otra estudiante. También sabía «que había apoyado a La Manada y que había agredido a varios policías». «Obviamente yo estaba enterada de eso y no me gustaba, pero era mi profesor, y bueno, pues iba a clase igual» declaró ayer para resumir que «no logró humillarme».
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